Estados Unidos cierra su campa?a m¨¢s an¨®mala y hostil en un mar de incertidumbre
Biden llega a la cita con las urnas aventajado en los sondeos respecto a un Trump que azuza el fantasma del fraude electoral
Estados Unidos, que hace cuatro a?os descubri¨® una imagen de s¨ª mismo que no esperaba, afronta su nueva cita con las urnas tiritando. Este lunes termina una campa?a presidencial an¨®mala por la pandemia, pero, sobre todo, culmen de la hostilidad pol¨ªtica vivida en los ¨²ltimos cuatro a?os. En la calle se palpa el temor de los ciudadanos, que han reforzado la seguridad por el miedo a la violencia, y,...
Estados Unidos, que hace cuatro a?os descubri¨® una imagen de s¨ª mismo que no esperaba, afronta su nueva cita con las urnas tiritando. Este lunes termina una campa?a presidencial an¨®mala por la pandemia, pero, sobre todo, culmen de la hostilidad pol¨ªtica vivida en los ¨²ltimos cuatro a?os. En la calle se palpa el temor de los ciudadanos, que han reforzado la seguridad por el miedo a la violencia, y, en los despachos y pasillos del poder, el recelo hacia las encuestas. Las m¨¢s recientes insisten en que el dem¨®crata Joe Biden ganar¨¢ y expulsar¨¢ a Donald Trump de la Casa Blanca. Este azuza el fantasma del fraude.
Uno de los rasgos distintivos de Estados Unidos es que la residencia y cuartel general del Gobierno se encuentra en el centro de la ciudad, sin arboledas que la tapen y visible desde casi cualquier ¨¢ngulo, creando una falsa sensaci¨®n de cercan¨ªa y accesibilidad a cualquier hijo de vecino que pase por all¨ª, el mar de bur¨®cratas que inunda las calles, los turistas, los manifestantes. Desde los disturbios del verano, sin embargo, la zona se ha ido cortando al paso con m¨¢s y m¨¢s frecuencia y, ahora, una robusta valla levantada a dos calles de distancia marca un amplio per¨ªmetro de seguridad. Al otro lado del muro, cientos de carteles pidiendo penas de c¨¢rcel contra el presidente y reclamando justicia para los negros muertos a tiros por la polic¨ªa dan cuenta de la ola de protestas pasada.
A primera hora del domingo, uno de los activistas que habitualmente velan ese mural improvisado -para que los grupos trumpistas no arranquen nada- se enzarza en una acalorada discusi¨®n con un votante republicano. ¡°Est¨¢ usted aqu¨ª honrando las fotos de criminales [en referencia a los americanos de las fotos], creando odio y haciendo da?o a Estados Unidos, usted no quiere el bien para Estados Unidos¡±, le recrimina el seguidor de Trump. ¡°Usted es quien honra criminales, usted quiere votar a uno, si no es tan malo votar a un criminal quiz¨¢ es que usted tambi¨¦n lo es¡±, le dice.
Alrededor, los edificios han tapiado todos sus cristales y muchos bloques de viviendas han contratado servicios de seguridad privada. Los m¨¢s de 93 millones de votos anticipados que se han enviado por correo o depositado en los colegios electorales hasta este domingo pueden demorar el recuento y el resultado de varios Estados clave, como Pensilvania o Wisconsin, dejar en el aire qui¨¦n es el presidente electo por muchas horas. Adem¨¢s, Trump ha cuestionado la solidez del sistema de correo y alentado el fantasma del fraude, lo que eleva la tensi¨®n en un pa¨ªs ya de por s¨ª crispado. Los estadounidenses votan, adem¨¢s, en medio de una grave crisis econ¨®mica que nadie pudo prever hace un a?o, con m¨¢s de 230.000 muertos a la espalda y sin un horizonte claro de vuelta a la normalidad en ning¨²n lugar del mundo. Lo hacen, en resumen, tiritando.
La de 2016 fue una campa?a de desgarro. Trump, un candidato de populismo desacomplejado, la reg¨® de insultos y teor¨ªas conspiratorias. Aquellos meses previos a la elecci¨®n agitaron venenos como el de la xenofobia o el racismo, demostrando que la herida racial, que hubo quien vio cerrada con la llegada del primer presidente afroamericano, Barack Obama, segu¨ªa sin curarse. Las de 2020 no parecen unas elecciones de desgarro porque el pa¨ªs ya lleva cuatro a?os ininterrumpidos de enfrentamiento pol¨ªtico y social. Las palabras gruesas que tanto desconcertaron hace cuatro a?os se han convertido en norma y nadie tiene muy claro que se puedan revertir tantos c¨®digos rotos gane o pierda Trump la reelecci¨®n.
Las ¨²ltimas encuestas, publicadas este domingo, siguen se?alando a Joe Biden como claro ganador. La elaborada por The New York Times y Sienna College le conceden la mayor ventaja de un candidato presidencial desde 2008, cuando gan¨® Obama. El ex vicepresidente Biden ganar¨ªa en territorios clave como Wisconsin y Pensilvania, con una ventaja de 11 y seis puntos, respectivamente, as¨ª como Arizona y Florida, por seis y tres. La de The Washington Post-ABC, sin embargo, otorga a Trump el importante basti¨®n de Florida, con dos puntos porcentuales de diferencia. La de The Wall Street Journal-NBC News, a nivel nacional, se?ala como vencedor al dem¨®crata con el 52%, frente a 42% de Trump.
Conforme se ha acercado la fecha, el presidente republicano ha ido acortando distancias en esos Estados pendulares y decisivos, una tendencia que recuerda a la de hace cuatro a?os y que se tradujo en la derrota de Hillary Clinton pese a haber obtenido casi tres millones m¨¢s de votos populares y de haber estado liderando los sondeos durante toda la campa?a. Los recuerdos de esa bofetada est¨¢n bien presentes este a?o en las filas dem¨®cratas, muy pendientes del porcentaje de participaci¨®n de las minor¨ªas. Pero el apoyo que suscitaba Clinton entonces quedaba por debajo del 50%, se?al del escaso entusiasmo que despertaban ambos candidatos, y esta vez el Partido Dem¨®crata parece decidido a cerrar filas.
Los contrincantes de Biden durante las primarias (Elizabeth Warren, Amy Klobuchar, Pete Buttigieg o Juli¨¢n Castro) se han volcado en m¨ªtines para aupar a la pareja Biden y Kamala Harris, aspirante a vicepresidente, hasta la Casa Blanca. Tambi¨¦n voces tan progresistas como la de la joven congresista Alexandria Ocasio Cortez, muy influyente en las nuevas generaciones, o el veterano izquierdista Bernie Sanders han pedido el voto para Biden. Tras cuatro a?os de una presidencia tan disruptiva como la de Trump, el sentimiento en los votantes dem¨®cratas parece m¨¢s unido que en 2016, pero es dif¨ªcil encontrar predicciones categ¨®ricas sobre lo que pasar¨¢ el martes.
Los estadounidenses deciden sobre algo m¨¢s que un programa econ¨®mico este martes, sobre algo m¨¢s que un plan de respuesta a la crisis de la covid-19 o una pol¨ªtica medioambiental. Eligen todo eso y tambi¨¦n una forma de definirse como pa¨ªs y presentarse al mundo. Trump no ha cambiado apenas su discurso de 2016, ese que apela al orgullo nacionalista blanco y desde?a la cooperaci¨®n internacional. Qu¨¦ factura le pase la err¨¢tica gesti¨®n de la pandemia est¨¢ por verse. Enfrente, el dem¨®crata Biden promete una especie de vuelta a la ortodoxia pol¨ªtica de Washington, internacionalista y que busca incluso seducir al republicano moderado.
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