Biden derrota a Trump en las elecciones de Estados Unidos
El rechazo al presidente a¨²pa al candidato dem¨®crata en medio de un escrutinio ag¨®nico. El mandatario republicano lanza acusaciones infundadas de fraude y anuncia una batalla legal
Estados Unidos ha cambiado el paso y puesto punto final a la era Trump. El dem¨®crata Joe Biden ha derrotado al republicano en las elecciones presidenciales tras un escrutinio ag¨®nico, que comenz¨® el martes por la noche y dura ya cuatro d¨ªas. Una marea de votos, con especial fuerza de las mujeres, los j¨®venes y las minor¨ªas, ha decidido expulsar de la Casa Blanca al magnate neoyorquino que llev¨® el populismo m¨¢s agresivo, rayano a lo xen¨®fobo, al centro del poder. La victoria de Biden, un pol¨ªtico moderado de 77 a?os, se enfrenta a un Dona...
Estados Unidos ha cambiado el paso y puesto punto final a la era Trump. El dem¨®crata Joe Biden ha derrotado al republicano en las elecciones presidenciales tras un escrutinio ag¨®nico, que comenz¨® el martes por la noche y dura ya cuatro d¨ªas. Una marea de votos, con especial fuerza de las mujeres, los j¨®venes y las minor¨ªas, ha decidido expulsar de la Casa Blanca al magnate neoyorquino que llev¨® el populismo m¨¢s agresivo, rayano a lo xen¨®fobo, al centro del poder. La victoria de Biden, un pol¨ªtico moderado de 77 a?os, se enfrenta a un Donald Trump declarado en rebeld¨ªa, que ha decidido llevar a los tribunales el resultado agitando infundadas acusaciones de fraude. Su ca¨ªda no implica el fin del ideario trumpista, pero s¨ª refleja que la uni¨®n de los votantes dem¨®cratas es m¨¢s numerosa y representativa de este pa¨ªs que la derecha blanca a la que ¨¦l ha apelado durante cuatro a?os.
Biden ser¨¢ presidente despu¨¦s de las elecciones m¨¢s ins¨®litas y trascendentales de la historia reciente, marcadas por la pandemia y por una ola de participaci¨®n que no se hab¨ªa visto en 120 a?os. La ¨²ltima actualizaci¨®n del escrutinio en Pensilvania este s¨¢bado por la ma?ana (s¨¢bado por la tarde en Espa?a) certific¨® a Biden ganador de ese territorio clave y, con ¨¦l, vencedor de los comicios. Hab¨ªa sobrepasado los 270 votos electorales requeridos para conquistar la Casa Blanca, y Trump se acababa de convertir en el primer mandatario de los ¨²ltimos 25 a?os que pierde una reelecci¨®n (despu¨¦s de George Bush padre, en 1992) y el tercero en sufrir semejante derrota desde la Segunda Guerra Mundial (Jimmy Carter, en 1980).
En cuanto los grandes medios de comunicaci¨®n certificaron la victoria, cerca de las 11.30 de la ma?ana (hora de Washington, 17.30 hora peninsular espa?ola), las calles de las grandes ciudades estallaron de alegr¨ªa y el centro de la capital, una urbe rabiosamente dem¨®crata, se convirti¨® en un mar de bocinas de autom¨®vil, en un grito interminable. La rabia de las ciudades progresistas, de los afroamericanos y de las mujeres hab¨ªa inundado las urnas y, luego, llev¨® la euforia a las calzadas. Kamala Harris, de padre jamaicano y madre india, ser¨¢ la primera mujer vicepresidenta de la historia de EE UU. Se acaba de romper una barrera.
El vicepresidente de la era Obama ha logrado una victoria rotunda. Con los resultados hasta el s¨¢bado, ha obtenido cuatro millones m¨¢s de votos populares que Trump, lo que supone una ventaja de casi tres puntos porcentuales (una de las m¨¢s elevadas en las ¨²ltimas d¨¦cadas). Ha recuperado los tres Estados clave del cintur¨®n industrial que sentenciaron a Hillary Clinton en 2016 por muy poco (M¨ªchigan, Wisconsin y Pensilvania), conservado todos los territorios que esta gan¨®, y acaricia, adem¨¢s, la conquista de feudos republicanos como Arizona y Georgia, que no escog¨ªan a un presidente dem¨®crata desde los a?os noventa.
¡°Es hora de bajar la temperatura y cerrar heridas; mirarnos, escucharnos de nuevo y dejar de ver a nuestros oponentes como rivales. No lo son, son estadounidenses¡±, recalc¨® por la noche (madrugada en Espa?a), en su discurso de la victoria, en Wilmington (Delaware), su ciudad. ¡°No voy a ser el presidente que divida, sino el que una¡±, a?adi¨® el dem¨®crata. ¡°Voy a trabajar tan duro por aquellos que no me votaron como por los que lo hicieron, porque es hora de poner fin a la demonizaci¨®n [del contrario], la gente quiere que dem¨®cratas y republicanos unan fuerzas¡±, subray¨®.
Vienen, sin embargo, horas muy dif¨ªciles. Trump se arroga la elecci¨®n y ha preparado toda una artiller¨ªa judicial para contestar el escrutinio, llevando el caso al Supremo si es necesario, cuestionando el rigor del proceso y el conteo de los votos anticipados. ¡°Los votos legales deciden qui¨¦n es el presidente, no los medios¡±, dijo el presidente en un comunicado. Horas antes, en su cuenta de Twitter, escribi¨® en may¨²sculas y signos de exclamaci¨®n: ¡°He ganado estas elecciones por mucho¡±. Mientras, Biden recib¨ªa las felicitaciones de algunos republicanos como el senador Mitt Romney o el exprecandidato presidencial Jeb Bush.
La derrota de Trump significa un repudio a una era turbulenta y transmite un poderoso mensaje al resto del mundo, donde otros movimientos populistas han empezado a sufrir desgaste. Con todo, no se traduce en el fin de las ideas y sentimientos que lo auparon, ni implica que la brecha social y cultural que parte al pa¨ªs est¨¦ camino de cerrarse. Las manifestaciones durante el escrutinio de los votos, que han incluido a trumpistas armados con fusiles, dan cuenta de la alta tensi¨®n vivida. Las victorias en algunos territorios cruciales han sido estrechas. Pero el resultado deja claro que sus opositores son m¨¢s.
A Biden no lo ha encumbrado el entusiasmo ni el carisma, sino una colosal ola de rechazo a Trump. Esta comenz¨® a edificarse con aquella primera Marcha de las Mujeres, al d¨ªa siguiente de su toma de posesi¨®n, en Washington; con las manifestaciones por el clima o con las protestas de los j¨®venes contra las armas. En las elecciones legislativas de noviembre de 2018 se cristaliz¨® con la mayor victoria dem¨®crata desde el caso Watergate, y este verano, con la dura respuesta del mandatario a las movilizaciones contra el racismo, subi¨® de revoluciones. La err¨¢tica gesti¨®n de la pandemia acab¨® de espolear a los votantes, que el pasado martes cortaron el paso a un segundo mandato del republicano.
Los resultados de Trump, por otra parte, dan cuenta de la capacidad de movilizaci¨®n que el magnate tiene entre las bases republicanas. En medio de una grave crisis econ¨®mica y sanitaria, y tras cuatro a?os de pol¨¦micas, con impeachment mediante, el presidente ha obtenido siete millones de votos m¨¢s que en 2016 (el segundo m¨¢s votado de la historia). El ¨¦xito del republicano no es una carambola, no es una casualidad, Trump no es el empresario ajeno a la pol¨ªtica que quiere representar, es un candidato con un buen olfato pol¨ªtico. No ha bastado, sin embargo, para frenar el empuje dem¨®crata.
Biden, de perfil centrista y casi octogenario, es, con sus 75 millones (seg¨²n los datos del s¨¢bado por la tarde), el candidato con m¨¢s votos de la historia de Estados Unidos. Estas cifras colosales se deben a la respuesta masiva de los estadounidenses.
El exvicepresidente parec¨ªa hace un a?o una apuesta contraria a los tiempos, ajena a la savia nueva del Partido Dem¨®crata, lejana de los pujantes discursos del ala izquierda de la formaci¨®n y sin el ¨ªmpetu suficiente para hacer frente a un tigre pol¨ªtico como Trump. Su figura, sin embargo, es la que m¨¢s consensos gener¨® entre las diferentes sensibilidades; su estabilidad, su moderaci¨®n y sus irresistibles dosis de empat¨ªa lo convirtieron en ese nombre en torno al que cerrar filas. En unas primarias con m¨¢s de 20 aspirantes, se erigi¨® en ganador.
Biden es descendiente de una familia irlandesa trabajadora, hijo de un vendedor de coches Chevrolet de Delaware, un peque?o Estado a una hora y media de la ciudad de Washington. Naci¨® en 1942 en Scranton, una ciudad minera de Pensilvania, pero su padre perdi¨® el trabajo y, cuando apenas ten¨ªa 10 a?os, se mudaron. En Delaware estudi¨® Derecho y tambi¨¦n all¨ª comenz¨® una carrera pol¨ªtica prometedora y precoz. Fue elegido senador por primera vez en 1972, a los 29 a?os, y lanz¨® su primera carrera por la Casa Blanca en 1987 con un desenlace para olvidar: se retir¨® de las primarias entre acusaciones de plagio. En las de 2008, frente a Barack Obama y Hillary Clinton, tambi¨¦n se ape¨® pronto, sin opciones, pero el joven Obama le escogi¨® como n¨²mero dos y fue vicepresidente ocho a?os.
Su vida est¨¢ marcada tanto por la ambici¨®n como por la tragedia. Al cumplir los 30, reci¨¦n elegido senador, perdi¨® a su primera esposa y a su hija de un a?o en un accidente de tr¨¢fico. En 2015, muri¨® por c¨¢ncer otro de sus hijos, Beau, una estrella ascendente del Partido Dem¨®crata que siempre le anim¨® a seguir.
Ahora ha culminado la promesa que le hizo a Beau y el sue?o que empez¨® a acariciar hace medio siglo. Cuando jure el cargo tendr¨¢ 78 a?os y ser¨¢ el presidente con m¨¢s edad en llegar al Despacho Oval. Todo indica que cumplir¨¢ un solo mandato. Durante la campa?a, para aplacar recelos sobre su edad, su entorno indic¨® que no se presentar¨ªa a la reelecci¨®n, lo cual dirige el foco hacia su compa?era electoral, la futura vicepresidenta, Kamala Harris.
La senadora de California, de 56 a?os, es ya una m¨¢s que potencial aspirante a relevar a Biden en 2024. El ascenso del n¨²mero dos de Obama al despacho m¨¢s poderoso del mundo no ha dejado resuelto el relevo generacional del partido, asignatura pendiente para la siguiente elecci¨®n. Harris, una exfiscal negra, ya fue una de las aspirantes de las primarias dem¨®cratas de este a?o.
Pero falta una legislatura muy complicada. El futuro presidente afronta el reto de sacar al pa¨ªs de una grave crisis econ¨®mica y sanitaria que nadie ve¨ªa venir hace tan solo un a?o, y deber¨¢ hacerlo en medio de una grave fractura pol¨ªtica y social. Los estadounidenses est¨¢n m¨¢s divididos que hace cuatro a?os en asuntos como la raza, el g¨¦nero o las armas, y la campa?a se ha desarrollado de forma especialmente bronca. El Congreso sigue fracturado, con los resultados disponibles no parece que los dem¨®cratas vayan a recuperar el Senado y el mandato se arriesga a un bloqueo legislativo si no hay manera de que los dos partidos colaboren.
El desgarro con el que se ha desarrollado el propio proceso electoral empeora las cosas. Trump ya ha advertido de que impugnar¨¢ la derrota. Es el hombre que usa ¡°perdedor¡± como insulto m¨¢s recurrente y suele hablar de ¡°ganar¡± para referirse al progreso y desarrollo de Estados Unidos. El martes electoral, mientras los estadounidenses votaban, se expres¨® con franqueza ante un grupo de periodistas en la sede del Comit¨¦ Republicano de Virginia: ¡°Ganar siempre es f¨¢cil; perder, no. No para m¨ª¡±, dijo.
Trump es un personaje irrepetible, un vendaval. Tanto, que su entorno ha dejado caer que podr¨ªa presentarse de nuevo en 2024 y nadie lo ve inveros¨ªmil. Solo un cap¨ªtulo m¨¢s en la vida de un presidente exc¨¦ntrico. La confrontaci¨®n es su h¨¢bitat y el rechazo lo alimenta. Con los medios mantiene una hist¨®rica relaci¨®n amor-odio: los denigra al mismo tiempo que se muestra m¨¢s accesible que ning¨²n otro presidente que en Washington se recuerde. Pol¨ªticamente venenoso, ha echado gasolina en cada fuego al que se ha enfrentado el pa¨ªs: desde mostrarse equidistante entre los neonazis y los manifestantes antirracistas de Charlottesville en 2017, hasta alentar revueltas contra las ¨®rdenes de confinamiento por la pandemia en los Estados dem¨®cratas.
Al menos hasta la pandemia, el republicano dio argumentos a sus bases para volver a votarle. Logr¨® sacar adelante la mayor rebaja de impuestos desde la era Reagan, impuls¨® la desregulaci¨®n para los negocios, sobre todo en detrimento de normativas medioambientales, y cumpli¨® con sus promesas de mano dura con la inmigraci¨®n hasta donde el Congreso y el Tribunal Supremo le permitieron.
En la oposici¨®n, el rechazo dem¨®crata a Trump va mucho m¨¢s all¨¢ de la agenda conservadora que ha impulsado: tiene que ver con el estupor que ha causado en medio mundo. Los insultos, los gui?os a la extrema derecha, las presiones al Departamento de Justicia y medidas migratorias tan duras como la separaci¨®n de ni?os extranjeros de sus padres en la frontera sur ha dibujado una imagen irreconocible de Estados Unidos. El Partido Republicano de Abraham Lincoln, que en los ¨²ltimos cuatro a?os se ha plegado a los designios de Trump, empieza ahora su particular proceso de reflexi¨®n.
Biden significa el regreso de una figura del establishment, un perfil de consenso para un tiempo de luto. M¨¢s de 235.000 personas han perdido la vida por el coronavirus en Estados Unidos y no hay un horizonte claro para el regreso a la normalidad. Trump, un empresario de gran instinto pol¨ªtico, lo temi¨® desde el primer momento. Las presiones a la justicia de Ucrania el verano de 2019 para que anunciase investigaciones por corrupci¨®n que enfangaran al vicepresidente de Obama derivaron en un proceso de impeachment. Trump lo super¨® protegido por los republicanos del Senado. Ahora, los estadounidenses le han ense?ado la puerta de salida.
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