¡°Ese cuadro no siente; ?las mam¨¢s que buscan a sus hijas s¨ª!¡±
Mujeres con hasta siete familiares desaparecidos se niegan a dejar la sede de la CNDH hasta que se garantice el fondo de ayudas para las v¨ªctimas
En una carpeta de cartulina amarilla, la se?ora Martha Castillo guardaba este lunes siete carteles de papel duro. En cada cartel aparec¨ªa una cara distinta, unos rasgos, unos recuerdos. Son Manuel, Yaneth, Javier, Arturo, Rogelio, Adriana y Sergio. Son sus hijos y nietos. Todos desaparecieron entre 2013 y 2014 en Tamaulipas y la se?ora Castillo trata de saber qu¨¦ fue de ellos.
Con 56 a?os y evidentes problemas de salud, Castillo es ...
En una carpeta de cartulina amarilla, la se?ora Martha Castillo guardaba este lunes siete carteles de papel duro. En cada cartel aparec¨ªa una cara distinta, unos rasgos, unos recuerdos. Son Manuel, Yaneth, Javier, Arturo, Rogelio, Adriana y Sergio. Son sus hijos y nietos. Todos desaparecieron entre 2013 y 2014 en Tamaulipas y la se?ora Castillo trata de saber qu¨¦ fue de ellos.
Con 56 a?os y evidentes problemas de salud, Castillo es parte del colectivo de familiares de desaparecidos que se mantiene en la toma de la sede de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos, CNDH, en Ciudad de M¨¦xico. Lleg¨® la semana pasada con sus compa?eras. Y atestigu¨® con ellas la llegada del colectivo feminista Ni Una M¨¢s, que se ha hecho fuerte en la instalaci¨®n. Los dos grupos comparten el espacio. Las primeras quieren soluciones para los casos de sus familiares desaparecidos. Apoyo econ¨®mico en las b¨²squedas. Y sobre todo, respeto y empat¨ªa.
Para el colectivo feminista Ni Una M¨¢s -o colectiva, como se hacen llamar- la protesta de las v¨ªctimas de la violencia ha servido de plataforma para sus reivindicaciones, m¨¢s gen¨¦ricas que las de la se?ora Castillo y sus compa?eras. Ni Una M¨¢s maneja un centro de acopio en la puerta de la CNDH y plantea convertir el edificio, un viejo caser¨®n del centro hist¨®rico, en un refugio para mujeres v¨ªctimas de la violencia. Este lunes, sus integrantes han sacado a la calle los cuadros de cuatro pr¨®ceres llenos de pintadas -Jos¨¦ Mar¨ªa Morelos, Benito Ju¨¢rez, Francisco I. Madero y Miguel Hidalgo- y los han colocado boca abajo, sobre la banqueta. ¡°?No est¨¦n llorando por ese cuadro, ese cuadro no siente!¡±, gritaba una de ellas, ¡°?las mam¨¢s que buscan a sus hijas s¨ª sienten!¡±.
El dolor de estas mujeres atraviesa varios Gobiernos, sus promesas y aspavientos. No es cosa solo de la CNDH, o de la Comisi¨®n Ejecutiva de Atenci¨®n a V¨ªctimas, CEAV, o de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n. O del mismo presidente. Es una cuesti¨®n de fondo que, vistos los actuales niveles de violencia, parece dif¨ªcil que cambie en poco tiempo. Son decenas de miles de v¨ªctimas de asesinato, desaparici¨®n o secuestro. Son ellos y sus familias, que dependen de la precaria econom¨ªa de la atenci¨®n a v¨ªctimas del Estado para sobrevivir y para fiscalizar la actuaci¨®n de las autoridades, encargadas de hacer justicia.
Y es precisamente esa econom¨ªa la que est¨¢ en peligro. Al menos ese es el motivo que ha llevado a las mujeres a manifestarse en la CNDH y, finalmente, a tomarla. Una de las compa?eras de la se?ora Castillo, Maria Icela V¨¢ldez, explica que el dinero que han recibido estos a?os para apoyar las b¨²squedas de sus hijos sobre el terreno -en fosas clandestinas- ya no les va a llegar. Tambi¨¦n peligran los apoyos que el Estado les ha dado en cuestiones de comida y alquiler. ¡°Le est¨¢n quitando el dinero a las v¨ªctimas, nos est¨¢n quitando la posibilidad de encontrar a nuestros hijos. Le hago un llamado al fiscal, ?por qu¨¦ no investigan nuestros casos, por qu¨¦ no quieren encontrar a nuestros hijos?¡±.
La toma de la CNDH es pues simb¨®lica, no una queja dirigida a la instituci¨®n, sino una llamada de atenci¨®n, una muestra de hartazgo. De hecho, el grupo de Martha Castillo y Maria Icela Valdez mantienen a la vez un plant¨®n en el hall de la CEAV. ¡°Yo solo quiero que me ayuden a saber qu¨¦ pas¨® con mi familia¡±, dec¨ªa este lunes la se?ora Castillo. Su hijo Manuel desapareci¨® en febrero en 2013 en Reynosa, en la frontera entre Tamaulipas y Texas. ¡°Se lo llevaron polic¨ªas estatales de un antro¡±, explicaba la mujer. Manuel ten¨ªa 19 a?os cuando sucedi¨®. En noviembre del a?o siguiente desaparecieron los otros seis. Yaneth, su hija, Arturo, Javier y Rogelio, sus hijos, y Sergio Adriana, hijos de Yaneth y nietos suyos.
Hipertensa, este lunes la se?ora se sofoc¨® a media tarde y tuvo que subir a una ambulancia estacionada junto a la CNDH. Maribel Medina, una de sus compa?eras, termin¨® de explicar su historia. ¡°A los seis se los llevaron de la casa de la hija -Yaneth-. Los trabajadores de un taller que hab¨ªa enfrente dicen que llegaron camionetas con gente armada y se llevaron, primero a Yaneth, un hermano suyo y sus hijos. Los otros dos hermanos de Yaneth hab¨ªan salido por unas medicinas y cuando volvieron se encontraron todo el revoltijo. Ese mismo d¨ªa m¨¢s tarde, las camionetas volvieron y¡ se los llevaron tambi¨¦n¡±.
Martha Castillo se arruin¨®. Los que se llevaron a los seis pidieron rescate y ella vendi¨® lo que ten¨ªa y les pag¨® dos millones de pesos. Pero no aparecieron. Acudi¨® a la fiscal¨ªa local, pero le metieron miedo. Le dijeron que ¡°ya no los iba a encontrar, que ya estaban muertos¡±. Y no insisti¨®. Luego conoci¨® a Maribel y las dem¨¢s compa?eras y se agarr¨® de ellas para tratar de encontrar justicia.