Negligencia completa y homicida: que caigan los culpables
En la L¨ªnea 12 del metro se ha derramado demasiada sangre y quien crea que fue solo un accidente se equivoca
M¨¦xico siempre muestra su grandeza en las tragedias. La noche del lunes, cuando colaps¨® la L¨ªnea 12 de metro, la muerte y la confusi¨®n volvieron a hacerse presentes en la capital. Fueron momentos terribles en los que brill¨® el hero¨ªsmo de un pu?ado de vecinos que, pertrechados solo con su valor, se jugaron la vida para ayudar a las v¨ªctimas. Trabajadores como ellos que volv¨ªan a casa despu¨¦s de una larga jornada y que acabaron atrapados entre los hierros por...
M¨¦xico siempre muestra su grandeza en las tragedias. La noche del lunes, cuando colaps¨® la L¨ªnea 12 de metro, la muerte y la confusi¨®n volvieron a hacerse presentes en la capital. Fueron momentos terribles en los que brill¨® el hero¨ªsmo de un pu?ado de vecinos que, pertrechados solo con su valor, se jugaron la vida para ayudar a las v¨ªctimas. Trabajadores como ellos que volv¨ªan a casa despu¨¦s de una larga jornada y que acabaron atrapados entre los hierros por una imperdonable cadena de desprop¨®sitos y negligencias. Pese a la abnegaci¨®n de esos ciudadanos y de los servicios de rescate, esa noche quedaron bajo los escombros 25 muertos y 79 heridos. Y con ellos tambi¨¦n, la confianza de muchos mexicanos en sus gobernantes.
La tragedia de la L¨ªnea 12 no solo era previsible, sino que era evitable. Bien conocida por los habitantes de la capital, la infraestructura ha estado en el disparadero desde sus albores. Nacida bajo la sombra de la corrupci¨®n durante el mandato capitalino del actual canciller, Marcelo Ebrard, la obra nunca ha dejado de presentar problemas, especialmente el tramo que sufri¨® el derrumbe este lunes y cuya endeblez ante el terremoto llev¨® en 2018 a someterla a reparaci¨®n. De poco sirvi¨®. Ni aquel arreglo bast¨® ni tampoco las constantes denuncias en redes de los vecinos advirtiendo de un alarmante deterioro que era visible a pie de calle. Nadie les hizo caso. A ning¨²n responsable le import¨® lo que pudiera ocurrir.
Es un viejo y triste corrido. Autoridades que dicen hacerlo todo por el pueblo, pero que luego solo viven para mantenerse en el puesto. Grandes voces que peroran desde los pulpitos electorales y que despu¨¦s olvidan a aquellos que les votaron. Es por ello que ahora sobran las promesas y los gestos bienintencionados. Ni caben la paciencia ni la distancia ante la tragedia. Tiene que haber dimisiones inmediatas, las investigaciones han de cerrarse con celeridad y todo el peso de la ley debe caer sobre los responsables, sean quienes sean. Y no vendr¨ªa mal que el presidente de M¨¦xico, que tantas lecciones de regeneraci¨®n imparte todas las ma?anas, tome las riendas y llegue hasta el final. Hay excesivos intereses cruzados en la Ciudad de M¨¦xico para confiar en quienes no supieron evitar lo evidente. L¨®pez Obrador, que fue gobernante de la capital, lo sabe bien.
En la L¨ªnea 12 se ha derramado demasiada sangre. Quien crea que fue solo un accidente se equivoca: ha sido una negligencia completa y homicida. Perder esta oportunidad de hacer justicia ser¨ªa nuevamente darle alas a la impunidad, esa lacra que tanto da?o hace a M¨¦xico. Es necesario que, de una vez por todas, se recupere la confianza y que cuando los mexicanos vuelvan a subir al metro para dirigirse al trabajo no tengan que viajar con el miedo de saber que nadie, m¨¢s all¨¢ de sus propios vecinos, se preocupa por ellos. Ese tren no debe volver a salir.
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