La rutina del asesino en serie de Atizap¨¢n: visitar cada d¨ªa a su ¨²ltima v¨ªctima
El hombre, de 72 a?os, asegura haber cometido 30 feminicidios y la polic¨ªa excava en la vivienda en busca de m¨¢s restos
La pala excavadora segu¨ªa este mi¨¦rcoles ara?ando la tierra en busca de restos de mujeres supuestamente asesinadas en casa de Andr¨¦s N., El Chino, en Atizap¨¢n (Estado de M¨¦xico). El hombre fue encarcelado el lunes tras un registro policial en el que se encontraron indicios de que hab¨ªa matado y descuartizado a una de sus v¨ªctimas, Reyna Gonz¨¢lez, de 34 a?os, desaparecida hacia el jueves de la semana pasada. La Fiscal¨ªa encontr¨® bisuter¨ªa, zapatos, esmalte de ...
La pala excavadora segu¨ªa este mi¨¦rcoles ara?ando la tierra en busca de restos de mujeres supuestamente asesinadas en casa de Andr¨¦s N., El Chino, en Atizap¨¢n (Estado de M¨¦xico). El hombre fue encarcelado el lunes tras un registro policial en el que se encontraron indicios de que hab¨ªa matado y descuartizado a una de sus v¨ªctimas, Reyna Gonz¨¢lez, de 34 a?os, desaparecida hacia el jueves de la semana pasada. La Fiscal¨ªa encontr¨® bisuter¨ªa, zapatos, esmalte de u?as, un secador de pelo, y algunas identificaciones de otras dos mujeres cuyo rastro se perdi¨® en 2016 y 2019. Se trata de Rubicela Gallegos y Flor N¨ªnive Vizca¨ªno. De inmediato dieron por seguro que estaban ante un asesino reincidente.
Un despacho de la agencia Efe inform¨® de que familiares de ambas mujeres hab¨ªan estado identificando los objetos de las v¨ªctimas y se?alaba que el asesino hab¨ªa asegurado haber cometido hasta 30 asesinatos en dos d¨¦cadas. Aunque no se atribuyen las fuentes de dicha declaraci¨®n, la m¨¢quina excavadora segu¨ªa este mi¨¦rcoles hurgando la tierra bajo la casa de la calle Margaritas, donde el hombre, de 72 a?os, acumulaba centenares de trastos viejos, tambi¨¦n desmembrados, junto al limonero, esperando que el tiempo se olvide de ellos.
La polic¨ªa acordon¨® el recinto, en la colonia Las Lomas de San Miguel, y decenas de periodistas segu¨ªan desde lejos las tareas de un hormiguero de especialistas que buscaban pruebas inculpatorias. El cami¨®n de los bomberos segu¨ªa aparcado y las camionetas de los agentes atravesadas en la calle para frustraci¨®n de los curiosos. Mientras Maura Valle recog¨ªa la ropa, en su terraza se hab¨ªan colocado un pu?ado de reporteros en busca de una imagen que era imposible, pues la polic¨ªa tendi¨® una lona para impedirlo. Valle contaba lo que todos los vecinos: que el hombre se acercaba a su casa a comprar carnitas, que nunca tuvo pareja, pero s¨ª una hermana que ya no vive en el pueblo, que ten¨ªa buen trato con la gente del barrio, puesto que fue representante vecinal. ¡°Hasta esas farolas las mand¨® instalar ¨¦l¡±, se?alaba la mujer desde su terraza.
El hombre alquilaba habitaciones en su casa y uno de sus inquilinos era un m¨¦dico, Fernando L¨®pez, que instal¨® en una estancia su consultorio y que fue desalojado antes de que empezara la b¨²squeda. La ¨²ltima v¨ªctima del Chino, Reyna Gonz¨¢lez, ten¨ªa una tiendita de celulares cerca de la casa y dos ni?os peque?os, quiz¨¢ tres. Los vecinos la daban por madre soltera. Era bajita y guapa. ¡°El hombre siempre estaba en la puerta de su tienda, siempre, hablaba con ella, siempre, siempre all¨ª¡±, dice Karla Narv¨¢ez, tras el mostrador de su farmacia, a dos cuadras de la casa de los cr¨ªmenes. La mujer mud¨® su negocio unas calles m¨¢s all¨¢ y el asesino se mud¨® con ella. ¡°A diario estaba ah¨ª en la tienda platicando con la muchacha, diario. Creo que le tra¨ªa comida a veces¡±, cuenta la peluquera de enfrente, Marisol, sin soltar el cabello de su clienta.
Tambi¨¦n Lupita, como dice llamarse la se?ora de la cl¨ªnica veterinaria, puerta con puerta del negocio de Reyna, hab¨ªa visto seguido a Andr¨¦s. Y Gabriela Navarro, otra vecina de la tienda de celulares: ¡°Pens¨¦ que era su suegro. Ten¨ªa como dos a?os y medio trabajando aqu¨ª. Nos salud¨¢bamos y ya. El viernes ya no vino a trabajar, estuvo una empleada¡±, asegura. Aquel d¨ªa se colocaron carteles en las calles que ya iniciaban su b¨²squeda.
El lunes, algunos vecinos se alarmaron. ¡°Vimos al hombre tirado en el suelo, y la polic¨ªa. Nos acercamos y todo pensando que le habr¨ªa pasado algo, cuando nos dimos cuenta de lo que ocurr¨ªa. Le hab¨ªan golpeado¡±, sostiene Gladys, mientras abre el port¨®n de su casa para que salga un veh¨ªculo. Quiz¨¢ esa es la raz¨®n de que al Chino, a quien todos consideran un hombre en plena forma, se le viera trastabillando mientras dos polic¨ªas lo conduc¨ªan detenido, como cojeando, aturdido.
¡°?Aqu¨ª est¨¢ el asesino de la muchacha, viene retratado!¡±, vocea un vendedor de peri¨®dicos con un altavoz. ¡°?La mat¨®, la descuartiz¨® y le agarraron!¡±, sigue la megafon¨ªa por la calle. Y muchos rememoran al monstruo de Ecatepec, otro asesino en serie, cuya detenci¨®n en 2018 dio lugar al hallazgo de una decena de cad¨¢veres de mujeres en cubetas y en el congelador de dos domicilios.
La pista de las otras dos mujeres que supuestamente acabaron sus vidas a manos del asesino de la calle Margaritas, conduce hasta Tlalnepantla, a 20 kil¨®metros de Atizap¨¢n. El paisaje es parecido, cientos de viviendas escalando monta?a arriba, unas de colores y otras de puro cemento sin lucir. En el n¨²mero 14 de la calle Durazno, una mujer traslada muebles desde una furgoneta. ¡°Aqu¨ª viv¨ªa, s¨ª, con su esposo, y su hermano tambi¨¦n vive aqu¨ª en el pueblo, pero hace como 20 d¨ªas que no lo veo¡±, dice. Sabe que Rubicela era de Monterrey, o quiz¨¢ lo ha o¨ªdo en la televisi¨®n. Y poco m¨¢s. ¡°Hace ya mucho tiempo de eso¡±. Los miles de desaparecidas que cada a?o se acumulan en M¨¦xico no constituyen ya una novedad para casi nadie. Acaso ni desasosiego. Rubicela ten¨ªa 32 a?os, seg¨²n los documentos filtrados en los medios de comunicaci¨®n.
En la avenida Atlacomulco de la misma ciudad, dec¨ªa la credencial que estaba la vivienda de Flor N¨ªnive Vizca¨ªno, en la colonia de Los Tejabanes. Pero la muchacha que abre la puerta blanca, donde un lazo negro acumula polvo, no sabe nada de ese asunto. Lleva viviendo a?os ah¨ª y no tiene constancia de que antes hubiera una tal Flor a quien se perdi¨® el rastro con 38 a?os. ¡°Quiz¨¢ en la puerta de enfrente¡±. ¡°El lazo negro es por mi suegra¡±, que falleci¨® hace a?os.
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