El laberinto de sequ¨ªa, metanfetamina y violencia que encierra a los pueblos yaquis
¡®Laberinto Yo?eme¡¯, un documental de Sergi Pedro Ros, recoge la lucha de esta tribu del norte de M¨¦xico en la defensa ancestral de su territorio y del agua
El a?o en que el r¨ªo comenz¨® a secarse, los pueblos de la comunidad yaqui se inundaron de metanfetaminas. Y con ellas, la violencia del narco irrumpi¨® en este rinc¨®n apartado, perdido en los desiertos de Sonora, en el norte de M¨¦xico. Era 2010 y el reci¨¦n construido acueducto Independencia comenz¨® a extraer litros y litros del cauce del r¨ªo que da nombre a la tribu: su principal fuente de agua. Los yaquis se organizaron y empezaron una dura campa?a. Reclamaban su agua, tan necesaria, tan escasa en la zona. 11 a?os despu¨¦s, decenas de sus activistas medioambientales han sido asesinados o se encuentran desaparecidos; las drogas han llegado para instalarse y la tierra, ya de por s¨ª ¨¢rida, se ha secado.
Esta es la realidad que narra Laberinto Yo?eme (el nombre originario de los yaquis), un documental de Sergi Pedro Ros ¡ªcineasta mexicano de origen valenciano¡ª que se emite este mes en salas de cine. ¡°De las personas que aparecen en esta pel¨ªcula, cuatro han sido asesinadas, una muri¨® de sobredosis y otra por causas desconocidas¡±, rezan los r¨®tulos al finalizar la cinta. Pero desde su estreno en el circuito de festivales, en 2019, otros dos l¨ªderes yaquis que aparecen en el filme han sido asesinados: Tom¨¢s Rojo y Luis Urbano. Este lunes, se identificaron cinco cuerpos de miembros de la tribu que llevaban desaparecidos desde el pasado julio. Otros cinco contin¨²an en paradero desconocido. El narco se ha instalado con fuerza en Loma de Guam¨²chil, Loma de B¨¢cum, T¨®rim, V¨ªcam, P¨®tam, R¨¢hum, Huirivis y Belem, los pueblos por donde se reparte esta comunidad de 40.000 habitantes. Por all¨ª cruza la carretera federal 15, que une Ciudad de M¨¦xico con Nogales, en la frontera con Estados Unidos, lo que hace de la zona un punto caliente para el tr¨¢fico de drogas.
En la pantalla se ve un cauce seco. Una tierra llena de brechas, parcheada, cuarteada por la sequ¨ªa. Perros, polvo, cactus y moscas como ¨²nico atrezo. Un cementerio conformado por mont¨ªculos de piedra y cruces hechas con dos palos atados por un cordel. Un personaje que posa de pie sobre un lecho vac¨ªo de cantos rodados que sol¨ªa llevar agua. Despu¨¦s de cada testimonio, planos cortos de caras expresivas que miran a c¨¢mara. ¡°Un r¨ªo que llevaba vida ahora es un r¨ªo muerto¡±, lamenta una voz. En otra escena, un hombre quema una piedra de metanfetamina y aspira por un popote [tubo] blanco: ¡°Para ti que lo est¨¢s viendo hay muchas maneras de ser feliz, de ahogar su dolor, pero yo encontr¨¦ esta. Ojal¨¢ y la tuya sea otra, pero esta no conviene. Por esto perd¨ª todo¡±.
No hay nombres, nadie se identifica. ¡°Quien importa en la tribu es la comunidad, no la individualidad. Por eso no hay nombres en el documental, es un protagonista colectivo¡±, explica Pedro Ros, con un acento valenciano salpicado con expresiones chilangas, sentado en una terraza del Parque de las Am¨¦ricas, en Ciudad de M¨¦xico. Los yaquis constituyen un pueblo muy herm¨¦tico, que siente un gran arraigo por su tierra, ¡°que lejos de ser un territorio en paz sigue sufriendo un intento feroz de genocidio, porque la Tribu Yaqui tiene algo que no tiene ning¨²n pueblo ind¨ªgena de este pa¨ªs: un decreto presidencial de L¨¢zaro C¨¢rdenas [de 1940] que les reconoci¨® el territorio. Les pide a cambio que el usufructo del r¨ªo Yaqui sea 50% para M¨¦xico y el 50% para la tribu. Pero en la pr¨¢ctica no aprovechan ni un 5% del agua¡±.
M¨¢s que grabar un documental, Pedro Ros se convirti¨® en un activista de la lucha yaqui. Fue un testigo privilegiado de sus procesos, de su realidad. A lo largo de los cinco a?os que dur¨® el rodaje, desarroll¨® una fuerte amistad con muchos de los protagonistas. Las maneras de ser del cineasta y las de la tribu casaron a la perfecci¨®n: ¡°Ha sido un trabajo 100% de inmersi¨®n, colaborativo. Los yaquis son un pueblo que se vive a trav¨¦s de lo colectivo, y yo soy libertario, me gusta trabajar desde lo com¨²n, considero que la vida es en equipo, y tambi¨¦n el cine¡±. ¡°Creo que la esencia de lo yaqui est¨¢ reflejada en la pel¨ªcula, puedes entender y sentirte en su espacio cultural y emocional¡± a?ade.
Aunque un nivel de implicaci¨®n as¨ª, tambi¨¦n puede pasar factura. ¡°Yo nunca me imagin¨¦ que fueran a asesinar a Tom¨¢s [Rojo Valencia] y a Luis [Urbano]. Te deja un dolor que no se te va a ir en la vida. Eran mis amigos¡±, se emociona. ¡°Tom¨¢s era uno de los l¨ªderes medioambientalistas m¨¢s importantes de Am¨¦rica Latina. Era un fil¨®sofo. Un conocedor supremo de su cultura, sab¨ªa todo el organigrama, toda la estructura, todos los protocolos, hablaba la lengua a la perfecci¨®n. Era un luchador por su identidad, por su tierra. Un tipo muy complejo. Una vez ¨¦l me dijo ¡¯mira Sergi, yo soy capaz de sentarme con el diablo para defender a la Tribu Yaqui¡¯. Ten¨ªa una capacidad de an¨¢lisis pol¨ªtico incre¨ªble. Lo mismo te hablaba de Foucault que de la teor¨ªa del caos que de f¨ªsica cu¨¢ntica. Y, sin embargo, lo mataron¡±.
Todo empez¨® en 2014. Pedro Ros llevaba apenas un par de a?os en M¨¦xico, donde lleg¨® gracias a una beca de estudio. En el festival de Cumbre Taj¨ªn, donde estaba presentando su primer corto, presenci¨® por primera vez la danza del venado, un baile tradicional de la Tribu Yaqui. ¡°Me flip¨®. Es una brutalidad, una expresi¨®n art¨ªstica muy elevada¡±, recuerda. Despu¨¦s, la casualidad tuvo la culpa: la noche siguiente descubrieron que eran vecinos de tienda de campa?a en el camping en el que se alojaban. Pasaron el resto del festival juntos. El ¨²ltimo d¨ªa, uno detr¨¢s de otro, los yaquis fueron confes¨¢ndole al documentalista que eran adictos al cristal.
El festival acab¨® y no intercambiaron tel¨¦fonos. Los yaquis no ten¨ªan. Pedro Ros volvi¨® a su casa en Ciudad de M¨¦xico. Comenz¨® a investigar. ¡°Empec¨¦ a preguntarme por qu¨¦ un pueblo as¨ª tiene ese problema con la meta. Me entero de que existe el Acueducto Independencia, y de que est¨¢n en lucha contra ¨¦l. Pens¨¦: ¡®qu¨¦ buena estrategia, retirar agua y meter droga¡±. Y, entonces, se obsesion¨®. ¡°Pens¨¦, ¡®aqu¨ª hay una historia importante que alguien tiene que contar¡±. Dej¨® de dormir. Escrib¨ªa 24 horas al d¨ªa. Le¨ªa informes, notas de prensa, buscaba archivos, cualquier cosa que le ayudara a entender el pasado y el presente de ese pueblo tan fascinante.
Poco despu¨¦s detuvieron a dos l¨ªderes de la tribu y se organiz¨® una conferencia de prensa en la capital. Pedro Ros fue y solicit¨® una entrevista. As¨ª es como conoci¨® a Tom¨¢s Rojo Valencia, ¡°un personaje fundamental para los yaquis y para Laberinto Yo?eme¡±. Contra Rojo Valencia hab¨ªa una orden de aprehensi¨®n en Sonora. Escap¨® del Estado en el maletero de un coche y estuvo un a?o ¡°exiliado¡± en Ciudad de M¨¦xico. ¡°En ese a?o nos hicimos muy amigos. Convivimos much¨ªsimo. Compart¨ªamos los mismos ideales sobre el activismo¡±. Caminaban juntos por el monte, o quedaban para hablar de la vida, de pol¨ªtica, de los yaquis, de la pel¨ªcula, ¡°de todo¡±.
¡°Tom¨¢s [Rojo Valencia] fue uno de los primeros precursores de la pel¨ªcula¡±, contin¨²a Pedro Ros. ¡°Le cont¨¦ que quer¨ªa hacer un documental sobre la lucha de la Tribu Yaqui y los problemas que hab¨ªa en el territorio. Y Tom¨¢s era la persona en la que confiar. ?l me dijo: ¡®Ellos no nos conocen de nada Sergi. Se piensan que con metanfetamina van a terminar con nosotros. Tenemos que hacer esa pel¨ªcula¡±. Y empezaron a trabajar.
La primera vez que Rojo Valencia llev¨® a Pedro Ros a su comunidad fue la Semana Santa de 2015, una de las celebraciones espirituales m¨¢s importantes del pueblo yaqui. Normalmente, a la comunidad no le gusta que haya testigos extra?os en sus tradiciones. Pero necesitaban que el resto del pa¨ªs se enterara de su situaci¨®n. Al principio el documentalista no pudo usar su c¨¢mara, lo ten¨ªa prohibido. Cuando se acabaron las dos semanas acordadas, se present¨® ante las autoridades tradicionales, el ¨®rgano de Gobierno m¨¢s elevado de los yaquis, y solicit¨® quedarse unos d¨ªas m¨¢s y poder grabar. Aceptaron. Despu¨¦s de eso, volvi¨® una decena de veces.
Todas las ocasiones iba acompa?ado de alg¨²n yaqui. Ellos colaboraban con lo que pod¨ªan, hac¨ªan de ayudantes improvisados, ¡°los soldados ven¨ªan a cuidarme por la noche, siempre se quedaba uno a dormir conmigo¡±. La pel¨ªcula se financi¨® gracias a un fondo del Instituto Mexicano de Cinematograf¨ªa de un mill¨®n de pesos (algo menos de 47.000 euros). El resto, lo puso de su bolsillo, de amigos, de familiares y a trav¨¦s de un crowfunding. ¡°Ha sido una p¨¦rdida de dinero, pero no hay nadie que haya trabajado en esta pel¨ªcula por la pasta, todos han trabajado por la Tribu Yaqui¡±, aclara.
La ¨²ltima vez que estuvo era 2019. Cumpliendo una promesa, acudi¨® a la comunidad a estrenar la pel¨ªcula. ¡°Hicimos cuatro presentaciones y la ¨²ltima hubo m¨¢s de 1.500 personas, una locura¡±. A pesar de que con la cinta ha ganado varios premios en festivales especializados, asegura que ese momento fue la mejor experiencia cinematogr¨¢fica de su vida. ¡°Llev¨¦ 500 sillas pensando que eran demasiadas y, no mames, se quedaron cortas. Hab¨ªa gente en caballos, en bicicletas, en motonetas, en camionetas, gente de pie... espectacular¡±.
Este martes, el presidente mexicano, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, pedir¨¢ perd¨®n p¨²blicamente a la Tribu Yaqui, en un acto en V¨ªcam, en el que tambi¨¦n se firmar¨¢ el Plan de Justicia del Pueblo Yaqui, que planea una inversi¨®n de 580 millones de d¨®lares para ¡°resarcir injusticias cometidas hist¨®ricamente¡±. ¡°Si L¨®pez Obrador quiere conocer el territorio yaqui lo que tiene que hacer es ver la pel¨ªcula, estoy seguro de que alcanzar¨ªa a comprender mucho mejor los problemas de la tribu¡±, opina Pedro Ros.
Dice el mito fundacional de los yaquis, que un d¨ªa, cuando la tribu a¨²n no conoc¨ªa la guerra ni el fuego, un ¨¢rbol parlante les transmiti¨® un mensaje: vendr¨¢n hombres de fuera a imponer sus costumbres; los yoris, el hombre blanco. De ah¨ª en adelante, la vida de la tribu estuvo destinada a defender su tierra. ¡°La luz no ha vuelto a brillar igual. La guerra no ha terminado¡± ¡ªnarra una voz en off¡ª. ¡°Desde entonces, los yoris nos dan caza. Hoy estamos inmersos en el laberinto yo?eme. Un desierto sin muros de caminos infinitos. No habr¨¢ paz hasta no encontrar la salida¡±.
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