El Trumpismo que viene
Las elecciones intermedias no pintaron de rojo el mapa de las gubernaturas o del poder legislativo. Pero no nos enga?emos, que no sea por goleada no significa que no sea una derrota para Joe Biden
Los sectores progresistas en Estados Unidos celebran, con toda raz¨®n, que las elecciones intermedias de este martes no se hayan convertido en una masacre para el partido Dem¨®crata, como anticiparon los sondeos. En el momento de cerrar estas l¨ªneas no est¨¢ claro qu¨¦ partido dominar¨¢ en la C¨¢mara de representantes y en la de senadores, y lo m¨¢s probable es que tome varios d¨ªas saberlo a ciencia cierta, pero lo m¨¢s probable es que concluya en alguna suerte de precari...
Los sectores progresistas en Estados Unidos celebran, con toda raz¨®n, que las elecciones intermedias de este martes no se hayan convertido en una masacre para el partido Dem¨®crata, como anticiparon los sondeos. En el momento de cerrar estas l¨ªneas no est¨¢ claro qu¨¦ partido dominar¨¢ en la C¨¢mara de representantes y en la de senadores, y lo m¨¢s probable es que tome varios d¨ªas saberlo a ciencia cierta, pero lo m¨¢s probable es que concluya en alguna suerte de precario equilibrio: los dem¨®cratas manteniendo por las justas la C¨¢mara de senadores, los republicanos posiblemente la de representantes. En todo caso, las llamadas elecciones intermedias no pintaron de rojo el mapa de las gubernaturas o del poder legislativo. Pero no nos enga?emos, que no sea por goleada no significa que no sea una derrota para Joe Biden y el partido azul. Si se hubiera tratado de una elecci¨®n presidencial, la Casa Blanca habr¨ªa cambiado de manos en estos comicios.
?Qu¨¦ perspectivas se abren para M¨¦xico con el escenario que dejan estos resultados? En lo inmediato, pocos cambios. Los dos a?os restantes de la presidencia de Biden estar¨¢n acotados por una mayor influencia de los republicanos en el poder legislativo de la que exist¨ªa en la primera mitad de su gobierno, con todo el desgaste que ello supone. Eso y la proximidad de las precampa?as presidenciales provocar¨¢ una actitud de cautela por parte de la Casa Blanca, muy poco propicia para alguna sacudida significativa en materia migratoria, fronteriza, drogas, inversiones o estrategia comercial. Con todo, el ambiente que rodea estos temas podr¨ªa ser m¨¢s hostil, como resultado del avance republicano, lo cual ejercer¨¢ presiones sobre el gobierno en su trato con M¨¦xico. Esperemos que la escalada de esa presi¨®n sea moderada y, en su caso, manejable.
Sin embargo, el horizonte a mediano plazo es mucho m¨¢s preocupante, particularmente si la presidencia vuelve a cambiar de manos en 2024. Y no es que se trate de los republicanos, sino del hecho de que estos republicanos ser¨ªan trumpistas o neotrumpistas, es decir el propio Donald o, peor a¨²n, alguien que lo rebase por la derecha.
Sol¨ªa decirse que pese a ser m¨¢s progresistas, al menos en teor¨ªa, los dem¨®cratas no necesariamente conven¨ªan a M¨¦xico, en particular por lo que toca a temas migratorios. Los intereses sindicales, que constitu¨ªan buena parte de la base social de ese partido, eran los sectores m¨¢s reacios a la apertura de fronteras tanto en lo que respecta al comercio como al ingreso de mano de obra del sur. Se afirmaba que los republicanos, mucho m¨¢s pendientes de los negocios no ten¨ªan tales pruritos y actuaban con mayor apertura sobre estos temas. En consecuencia, se asegura que los gobiernos de los Bush fueron m¨¢s propicios para nosotros que el de Obama, por ejemplo, al margen de las simpat¨ªas que esas figuras pudieran generar en nuestra opini¨®n p¨²blica.
El tema es debatible cuando se incorporan otras variables, pero incluso asumiendo as¨ª, habr¨ªa que decir que el trumpismo ha sacudido buena parte de estas nociones. America First las borr¨® al hacer un gui?o a los intereses de las zonas obreras tradicionales, golpeadas por la apertura o simplemente por el cambio tecnol¨®gico, pero con la mano de obra inmigrante como chivo expiatorio. La nueva derecha republicana, poderosamente influida por el trumpismo, ha adoptado como lema de campa?a una mayor agresividad hacia la migraci¨®n y abriga muchas reservas sobre la integraci¨®n econ¨®mica indiscriminada con nuestro pa¨ªs. Si bien es cierto que la enorme desconfianza hacia las mercanc¨ªas de China nos favorece, todos aquellos servicios y productos mexicanos que sean percibidos como una competencia del empleo, la industria o la agricultura locales, tender¨¢n a ser objeto de un mayor escrutinio. Y, por lo dem¨¢s, la tendencia intervencionista, que siempre ha caracterizado a los republicanos, lejos de haber cambiado de exacerbar¨¢, con algunas implicaciones en temas de circulaci¨®n de armas, combate a las drogas o asuntos de inseguridad fronteriza.
La agresividad contra M¨¦xico durante la primera presidencia de Donald Trump, y ojal¨¢ la ¨²nica, de alguna manera termin¨® siendo matizada por las relaciones personales entre los mandatarios de los dos pa¨ªses y por un contexto que impuso otras prioridades a la Casa Blanca (las interminables pol¨¦micas de Trump en materia de pol¨ªtica dom¨¦stica, la confrontaci¨®n con China y en algunos temas con Europa, y el estallido del Covid en su ¨²ltimo a?o de gobierno). La inesperada empat¨ªa entre Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador y el pol¨ªtico neoyorquino conjuraron las amenazas m¨¢s puntuales sobre los intereses mexicanos. La cancelaci¨®n del TLC o su reanudaci¨®n en condici¨®n leoninas, el aumento de tarifas de manera unilateral o el intervencionismo de la DEA, por ejemplo, pudieron arreglarse en el contexto de la buena relaci¨®n entre ellos. No podemos olvidar el significativo espaldarazo que L¨®pez Obrador otorg¨® a Trump, en plena campa?a de reelecci¨®n, llam¨¢ndole amigo de los mexicanos en Washington, de cara al voto latino.
El problema es que esa relaci¨®n ya no existir¨¢ el 20 enero de 2025, cuando el pr¨®ximo presidente despache en la Casa Blanca. Un segundo periodo de Joe Biden hace irrelevante ese antecedente, y en tal caso podr¨ªamos esperar m¨¢s de lo mismo cuatro a?os adicionales, aunque probablemente en un contexto m¨¢s desfavorable por el peso de ese republicanismo radical en las c¨¢maras y en las gubernaturas. Pero en este momento no es el escenario m¨¢s probable, por desgracia.
El regreso de Donald Trump o una versi¨®n igualmente radical, podr¨ªa constituir muy malas noticias sin el parapeto que represent¨® la relaci¨®n con AMLO y sobre todo trat¨¢ndose de una segunda versi¨®n en un contexto mucho m¨¢s radicalizado. Tal escenario constituir¨ªa una dura prueba para el presidente mexicano que haya llegado a Palacio Nacional apenas unas semanas antes. Esperemos que llegado el caso, estos sombr¨ªos pron¨®sticos (los m¨¢s probables) nos encuentren m¨¢s unidos que ahora, porque podr¨ªan ser tormentosos.
@jorgezepedap
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