El ¡°impuesto criminal¡± en M¨¦xico amenaza el ¡®nearshoring¡¯

En septiembre del a?o pasado, despu¨¦s de una reuni¨®n con funcionarios de la Casa Blanca, el Canciller mexicano Marcelo Ebrard se mostr¨® entusiasmado por las oportunidades de trabajo que pudiera traer el programa de semiconductores del pa¨ªs vecino. ¡°Se le hizo la invitaci¨®n a M¨¦xico al nuevo paquete de inversi¨®n que Estados Unidos acaba de anunciar en seminconductores, electromovilidad¡±, dijo el funcionario a reporteros. EE UU espera se gasten hasta 28...

En septiembre del a?o pasado, despu¨¦s de una reuni¨®n con funcionarios de la Casa Blanca, el Canciller mexicano Marcelo Ebrard se mostr¨® entusiasmado por las oportunidades de trabajo que pudiera traer el programa de semiconductores del pa¨ªs vecino. ¡°Se le hizo la invitaci¨®n a M¨¦xico al nuevo paquete de inversi¨®n que Estados Unidos acaba de anunciar en seminconductores, electromovilidad¡±, dijo el funcionario a reporteros. EE UU espera se gasten hasta 280.000 millones de d¨®lares en esfuerzos para traer la producci¨®n de chips semiconductores de China a sus pa¨ªses aliados.

Un par de d¨ªas despu¨¦s, un grupo de investigadores publicaron un estudio titulado ¡°Extorsi¨®n empresarial y seguridad p¨²blica en Tijuana: ?qui¨¦n protege a qui¨¦n?¡±. Especialistas del centro de investigaci¨®n independiente M¨¦xico Eval¨²a, junto con el Center for International Private Enterprise (CIPE), la Universidad de California San Diego y el Global Initiative Against Transnational Organized Crime (GI-TOC) encontraron, entre otros hallazgos, que el cobro por ¡°pagos de protecci¨®n¡± que el crimen organizado exige a negocios va desde $400 pesos semanales hasta 3.000 d¨®lares por mes, luego de un pago inicial de 5.000 d¨®lares. Lo llaman el ¡°impuesto criminal¡± y aquellas empresas que est¨¦n pensando en aprovechar el programa estadounidense para mover sus operaciones de producci¨®n de semiconductores deben tener en cuenta las implicaciones que tiene el llamado nearshoring.

El caso de Tijuana tiene sus particularidades, explica Cecila Farf¨¢n, jefa de seguridad en el Centro de Estudios M¨¦xico-Estados Unidos de la Universidad de California San Diego, pero no es exclusivo. Un comportamiento similar se ha visto en diferentes versiones a lo largo de la frontera. ¡°No me sorprender¨ªa ni me parecer¨ªa raro que ciertas empresas hagan el c¨¢lculo y digan ¡®no me conviene instalarme ah¨ª justo por este tema¡¯¡±, dice la acad¨¦mica. ¡°Entiendo que los empresarios lo que quieren es hablar bien de su ciudad, y obviamente, en el caso de Tijuana, la ciudad no es solamente la violencia de la que hablamos, pero s¨ª hago un llamado a la comunidad empresarial de quitarse las anteojeras¡± para ver la situaci¨®n por completo.

Es probable que las empresas que se muden a M¨¦xico en la perspectiva de cinco a?os sigan enfrentando riesgos relacionados con la seguridad como el robo de carga y extorsi¨®n, escribieron en un texto en julio los analistas de la firma S&P Global Emily Crowley, Jose Sevilla-Macip y Rafael Amielen. ¡°Los casos de extorsi¨®n denunciados aumentaron un 28% de un a?o para otro en todo el pa¨ªs durante la primera mitad de 2022, y los centros de fabricaci¨®n de Guanajuato y Nuevo Le¨®n informaron el mayor aumento en la incidencia¡±.

Los componentes automotrices representan m¨¢s de un tercio de toda la carga ferroviaria robada, apuntaron los analistas, refiri¨¦ndose a una de las exportaciones m¨¢s importantes del pa¨ªs. ¡°Si bien es probable que los puntos conflictivos delictivos var¨ªen durante la pr¨®xima d¨¦cada en respuesta a los despliegues de las fuerzas de seguridad y la din¨¢mica delictiva regional, es probable que los niveles nacionales de actividad delictiva se mantengan elevados¡±, dijeron los expertos de S&P Global.

El cobro de piso funciona como un ciclo vicioso, explica Farf¨¢n M¨¦ndez. Para poder determinar su autoridad, los criminales tienen la necesidad de que sus amenazas sean cre¨ªbles, por lo que ejercen violencia y as¨ª logran que los negocios paguen el derecho de piso. En este sentido, se paga por que no haya violencia pero inevitablemente la hay. Los tijuanenses lo vivieron con terror el 12 de agosto, cuando el crimen organizado bloque¨® v¨ªas, quem¨® veh¨ªculos y llev¨® a cabo balaceras en diferentes partes de la ciudad de manera simult¨¢nea. Como resultado, seg¨²n datos de la oficina local de la c¨¢mara de comercio Coparmex, extranjeros cancelaron el 90% de sus citas m¨¦dicas, parte del turismo especializado que atrae grandes ingresos a la ciudad.

Uno de los problemas es la narrativa que se utiliza para contar al mundo c¨®mo es la violencia, opina Farf¨¢n M¨¦ndez. ¡°En Tijuana, por ejemplo, tienes dos ciudades. Por un lado, est¨¢ una Tijuana muy integrada con la econom¨ªa de California y por otro est¨¢ la Tijuana olvidada, donde adem¨¢s el discurso es que es una zona violenta, en donde los criminales se matan entre ellos por temas de drogas. Es un discurso y una narrativa que se queda muy atorada en el tema del narcotr¨¢fico, que la verdad no lo reflejan necesariamente todo lo que est¨¢ ocurriendo¡±, dice la especialista.

Una manera en que las empresas se han adaptado a esta realidad se refleja en el incremento de servicios de consultoras de seguridad, firmas de an¨¢lisis e inteligencia que ofrecen a los empresarios mapas de riesgo para aprender a sobrellevar la amenaza del crimen de manera que no afecte sus operaciones. Los datos m¨¢s recientes del Instituto Nacional de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica arrojan que, en 2022, empresas y negocios gastaron 70.000 millones de pesos en medidas preventivas contra el crimen. El costo total de la inseguridad y el delito a empresas fue de 120.000 millones de pesos, equivalente al 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB). La extorsi¨®n y el robo o asalto de mercanc¨ªa, dinero, insumos o bienes fueron los delitos con mayor incidencia.

¡°Esta promesa de traer estas actividades a M¨¦xico, sobre todo en un contexto donde Estados Unidos y China est¨¢n confrontados, pareciera ser una oportunidad con grandes incentivos econ¨®micos¡±, dice Farf¨¢n M¨¦ndez, ¡°pero, mientras nieguen que tambi¨¦n hay estas realidades en las ciudades, no s¨¦ qu¨¦ tan viable puede ser¡±.

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