Aqu¨ª se fuma: un almuerzo en la ¨²nica cantina chilanga donde el humo a¨²n no es delito
El Gran Le¨®n de Oro, en la Ciudad de M¨¦xico, consigui¨® una suspensi¨®n temporal contra la nueva ley que proh¨ªbe fumar en las terrazas de los bares. Este mi¨¦rcoles un juez decide si prorrogar o anular el amparo
Bajo una vieja gorra calada, escondido detr¨¢s de unas gafas de montura plateada, enciende con parsimonia un puro a medio consumir. Las facciones delimitadas por una barba rala blanca, un reloj en la mu?eca, las venas marcadas en la piel; en la mesa del bar, frente a ¨¦l, se decide una partida de domin¨®. Podr¨ªa ser una versi¨®n mexicana y m¨¢s prosaica de Ra¨²l Castro. Y la verdad es que la imagen, definitivamente, parece de otra ¨¦poca. Sobre todo desde que ...
Bajo una vieja gorra calada, escondido detr¨¢s de unas gafas de montura plateada, enciende con parsimonia un puro a medio consumir. Las facciones delimitadas por una barba rala blanca, un reloj en la mu?eca, las venas marcadas en la piel; en la mesa del bar, frente a ¨¦l, se decide una partida de domin¨®. Podr¨ªa ser una versi¨®n mexicana y m¨¢s prosaica de Ra¨²l Castro. Y la verdad es que la imagen, definitivamente, parece de otra ¨¦poca. Sobre todo desde que el pasado 15 de enero una nueva reforma a la Ley General para el Control del Tabaco prohibi¨® fumar en espacios p¨²blicos, entre ellos, las terrazas de los restaurantes. Pero una cantina de la Ciudad de M¨¦xico, El Gran Le¨®n de Oro, corri¨® a interponer un amparo contra la medida. Fue el primer establecimiento del pa¨ªs en conseguir una suspensi¨®n temporal de la norma, que un juez decide este mi¨¦rcoles si extender o anular. Mientras tanto, y por si acaso, cae una calada m¨¢s.
La versi¨®n mexicanizada de Ra¨²l Castro, ocupado en lo suyo, no da su nombre ni apenas suelta una frase. De eso se encarga uno de sus compinches, Jorge Ignacio Guti¨¦rrez (71 a?os), que dispara conciso: ¡°Evidentemente, en virtud de la salud, estoy de acuerdo con la Ley, pero a nuestra edad es de los pocos placeres que nos podemos permitir¡±. Entonces le ofrece el pu?o al reportero para que lo choque, da por concluida la conversaci¨®n y vuelve a sumergirse en la partida.
La cantina se ha convertido para muchos en una especie de aldea gala en pie de guerra contra la nueva ley. Su gerente, que prefiere no dar su nombre, se muestra bastante m¨¢s comedido y le quita hierro al asunto: ¡°La ley fue muy repentina, muchos clientes estaban confusos y nos ped¨ªan poder fumar. No vemos m¨¢s afluencia [por haber presentado el amparo], de hecho est¨¢ bastante flojillo hoy. La gente si no fuma no est¨¢ a gusto, come y se va. En M¨¦xico hay mucha cultura de la sobremesa, la mayor¨ªa de restaurantes viven de eso. El tabaco obviamente es da?ino para la salud, pero es legal, igual que el alcohol. Mientras no moleste a terceros, no veo el problema¡±.
La realidad es que la medida, que tambi¨¦n proh¨ªbe la publicidad de los cigarros, ha distanciado a dos sectores poco cercanos de por s¨ª: la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, que ha alabado la ley, y la industria tabacalera, que la considera excesiva. V¨ªctor Arellano, el abogado de El Gran Le¨®n de Oro, en este caso se posiciona m¨¢s cercano a los segundos: ¡°Desde nuestro punto de vista, esa normativa va en contra de la libertad de comercio: restringe a un restaurante la prestaci¨®n de sus servicios por una medida que contraviene el desarrollo de la econom¨ªa. La norma reglamentaria va m¨¢s all¨¢ de la ley que da origen al reglamento, que permite que los prestadores de servicios de alimentos y bebidas tengan unas zonas al aire libre destinadas para esos comensales, para fumadores¡±.
El gerente asegura que acatar¨¢n la resoluci¨®n del juez, sea la que sea. Se?ala que, aunque en el Gran Le¨®n de Oro han sido los primeros en presentar amparo, hay muchos m¨¢s establecimientos por todo el pa¨ªs siguiendo sus pasos. Y dice que, en realidad, no le gusta demasiado todo el revuelo medi¨¢tico que se ha montado y el hecho de que mucha gente los considere unos abanderados contra la ley. ?l, confiesa, hace tiempo que dej¨® de fumar.
La cantina tiene una decena de mesas en la terraza, el ¨²nico lugar en el restaurante donde se permite el tabaco. El interior es mucho m¨¢s amplio, con espacio para centenares de comensales: decoraci¨®n sobria y moderna; unas cuantas televisiones que retransmiten un partido de la liga de f¨²tbol espa?ola; camareros que trasiegan bandejas con platos rebosantes y vasos de whiskey on the rocks para oficinistas de pelo engominado y trajes oscuros, la poblaci¨®n natural de estos lares a orillas de la avenida Insurgentes.
Este martes, la mayor¨ªa del aforo lo constituyen precisamente los trabajadores de los altos edificios contiguos. Pero a las tres de la tarde no se ve un cigarrillo encendido. Los comensales est¨¢n m¨¢s preocupados por degustar sus platos, una mezcla de cocina espa?ola y mexicana que lo mismo sirve pollo con mole que croquetas de rabo de toro. Un rato despu¨¦s, cuando ya solo queden los restos y las bebidas se apuren, se empezar¨¢ a escuchar el click de los encendedores.
En El Gran Le¨®n de Oro, si se pregunta, estos d¨ªas se escuchar¨¢n cosas como ¡°es una estupidez querer prohibir¡±; ¡°nos tratan como ni?os¡±; ¡°pinche cultura prohibitiva¡±; ¡°proh¨ªben fumar mientras quieren legalizar la marihuana¡±; ¡°el tabaco es un producto legal¡±; ¡°as¨ª vas a ir a un restaurante solo a comer e irte¡± o ¡°la ley no va a triunfar¡±. Todas estas declaraciones, en concreto, vienen de una mesa de cuatro abogados que trabajan cerca del restaurante, un grupo de compa?eros radicalmente opuestos a la medida.
Un poco m¨¢s all¨¢, otros dos compa?eros de trabajo que se identifican escuetamente como ¡°comerciantes¡±, Luis y Ram¨®n, apuran dos cocacolas acompa?adas de sendos cigarros. Dicen que hac¨ªa tiempo que no ven¨ªan a comer a la cantina, pero decidieron acudir cuando vieron en las noticias que el establecimiento permit¨ªa consumir tabaco en la terraza. ¡°Venimos por la fumada. La ley est¨¢ fatal, hay cosas mucho m¨¢s graves en el pa¨ªs que fumar o no fumar¡±, sostienen.
En la audiencia de este mi¨¦rcoles, un juez decidir¨¢ si prorrogar la suspensi¨®n que consigui¨® la cantina o directamente anularla. La resoluci¨®n definitiva, seg¨²n los c¨¢lculos de Arellano, se resolver¨¢ en unos seis u ocho meses. Ha comenzado la batalla legal por el humo.
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