Un mural art¨ªstico en Tijuana contra la deshumanizaci¨®n de la deportaci¨®n
Especializada en estudios chicanos, la estudiante y poeta mexicana estadounidense Lizbeth De La Cruz Santana ha plasmado los rostros de deportados en el muro fronterizo que separa a M¨¦xico y Estados Unidos
A lo largo del muro fronterizo que limita la playa de Tijuana asoman 15 rostros en blanco y negro sobre un fondo azul. Son los de Tania, Chris, Isaac, Andy de Le¨®n¡, migrantes cuyos testimonios tambi¨¦n pueden ser escuchados a trav¨¦s de un c¨®digo QR que narra con la propia voz de los protagonistas sus historias, atravesadas por la deportaci¨®n.
¡°Cada una de ellas es diferente para borrar la idea de que todos los relatos de migraci¨®n son iguales¡±...
A lo largo del muro fronterizo que limita la playa de Tijuana asoman 15 rostros en blanco y negro sobre un fondo azul. Son los de Tania, Chris, Isaac, Andy de Le¨®n¡, migrantes cuyos testimonios tambi¨¦n pueden ser escuchados a trav¨¦s de un c¨®digo QR que narra con la propia voz de los protagonistas sus historias, atravesadas por la deportaci¨®n.
¡°Cada una de ellas es diferente para borrar la idea de que todos los relatos de migraci¨®n son iguales¡±, explica Lizbeth De La Cruz Santana, de 33 a?os, y la autora de esta obra art¨ªstica que surgi¨® de un proyecto de doctorado en la Universidad de California con el objetivo de documentar la experiencia de aquellos que, cuando eran solo unos ni?os, llegaron indocumentados a Estados Unidos y despu¨¦s fueron expulsados.
¡°Me centr¨¦ en la infancia, en los que llegaron de peque?os al pa¨ªs y que fueron deportados despu¨¦s de tener toda una vida all¨ª. Su lengua materna es el ingl¨¦s y M¨¦xico, un lugar desconocido¡±, dice la estudiante especializada en cultura chicana. Una que constituye hasta el 15% de la poblaci¨®n estadounidense, muchos de ellos ciudadanos deportados que fueron relegados a una segunda o tercera clase, y cuya identidad De La Cruz Santana ha tratado de rescatar en retales de tela pegadas a las columnas de hierro que bloquean el paso fronterizo terrestre m¨¢s transitado.
¡°Solo hasta que visit¨¦ por primera vez el muro, en el 2016, fui consciente de la visibilidad que ten¨ªa y me di cuenta que hab¨ªa que transformarlo, contar de otra forma esos relatos de desarraigo y separaci¨®n, convertir ese desprecio, rechazo e ignorancia que lo impregnaban en una narraci¨®n que contara la experiencia de migrantes desde el coraje y la esperanza¡±, afirma la autora del Mural de Playas de Tijuana.
A trav¨¦s de los tres elementos que configuran su trabajo, pintura, narrativa y tecnolog¨ªa ¡ªun c¨®digo QR que los visitantes pueden escanear con su celular para enlazar a una web en el que se detallan sus testimonios¡ª, la artista ha tratado de darle a cada historia un enfoque concreto. ¡°A todos los atraviesa una misma condici¨®n, la deportaci¨®n, pero cada memoria tiene algo espec¨ªfico, cada una aporta un punto de vista diferente¡±, asegura la mexicoamericana, quien hizo su doctorado inspirada en la idea de que las ¡°manifestaciones art¨ªsticas como la pintura, como una foto, tienen la capacidad no solo de ser un reflejo del mundo, sino de tener un compromiso con ¨¦l¡±. Por eso, centr¨® su proyecto, testigo y testimonio al mismo tiempo de la deshumanizaci¨®n que implican las pol¨ªticas migratorias entre los dos pa¨ªses, ¡°en expresar una narrativa que posibilite la inclusi¨®n, en espec¨ªfico, de quien se encuentra en una situaci¨®n de injusta vulnerabilidad, como la de aquellos que fueron deportados¡±, destaca de La Cruz, enumerando algunas de las vidas que inspiraron su iniciativa.
El jalisciense Chris Cuauhtli fue abandonado junto a sus hermanos en un orfanato por su padre luego de que su madre falleciera cuando cruzaba la frontera. Los ni?os fueron adoptados de forma ilegal en Sacramento, donde crecieron como indocumentados, pero su nueva familia nunca arregl¨® su situaci¨®n legal y acab¨® rechaz¨¢ndolos. A?os m¨¢s tarde, a sus 32 a?os, Chris fue deportado a Tijuana. Junto a su rostro pintado en la valla tambi¨¦n luce el de Tania Mendoza, quien lleva desde hace m¨¢s de una d¨¦cada atrapada en esta ciudad fronteriza sin ver a su hija; el retrato del veterano Andy de Le¨®n, expulsado despu¨¦s de vivir all¨ª m¨¢s de 50 a?os; y el de Isaac Rivera, que cruz¨® a Estados Unidos a los 4 a?os y fue deportado dos d¨¦cadas despu¨¦s. Cuando estall¨® la pandemia solicit¨® una visa humanitaria para visitar a sus padres enfermos con covid-19, pero esta le fue denegada y ellos murieron sin que su hijo pudiera despedirse. El suyo fue uno de los retratos vandalizados en 2020. ¡°Le hab¨ªan escrito en el rostro mensajes ofensivos y lo volvimos a pintar¡±, relata la activista, destacando la resistencia como un valor presente en las historias que ahora recoge ¡°ese muro de separaci¨®n, que a tantos les recuerda que no pueden regresar¡±.
La valla fronteriza es para De la Cruz una realidad que puede ser intervenida como las paredes, promoviendo la solidaridad frente a estad¨ªsticas, los rostros visibles frente a los marginados; las voces alzadas, amplificadas con tecnolog¨ªa, para rescatar a las que fueron ignoradas. ¡°Un muro que pueda convertirse en un s¨ªmbolo pol¨ªtico y social para dignificar vidas al tiempo que es cr¨ªtica de las crueles pol¨ªticas migratorias¡±, afirma De La Cruz en un castellano impecable que intercala con un perfecto ingl¨¦s, el que aprendi¨® en sus primeros a?os de vida creciendo en Estados Unidos, despu¨¦s de que su padre cruzara de forma ilegal la frontera en la que ha centrado su investigaci¨®n. ¡°A m¨ª me pas¨® a la inversa de las historias que recoge el proyecto mural. Nac¨ª en California y mis padres me llevaron a M¨¦xico con 5 a?os, despu¨¦s volvimos a Sacramento. Pero considero Jalisco parte de mi hogar: es la tierra a la que se aferran mis recuerdos infantiles aunque mi vida est¨¦ en Estados Unidos¡±, confiesa la chicana, centrada en estudiar la movilidad humana a trav¨¦s de una concepci¨®n pol¨ªtica del arte, una tarea que no le fue sencilla.
¡°Result¨® muy complicado que los mentores de la universidad entendieran el proyecto. La academia, sobre todo la estadounidense, es todav¨ªa muy tradicional. Asume como positivo la colaboraci¨®n con las comunidades, pero no la valora ni entiende del todo que tienen que cambiar unas din¨¢micas muy arraigadas. Como llegar a una comunidad, arrancar sus historias para investigar con ellas y nunca m¨¢s regresar all¨ª. Yo no quer¨ªa hacer lo mismo, utilizar a la gente. Tal vez no me resulta una pr¨¢ctica ¨¦tica porque tengo familiares indocumentados¡±, dice de la Cruz, ling¨¹ista contra la deshumanizaci¨®n de las pol¨ªticas migratorias, estudiante que tambi¨¦n echa un pulso a la academia a trav¨¦s de sus ensayos y versos que combinan spanglish y resistencia con la iron¨ªa m¨¢s aguda, fusi¨®n que mejor plasman algunos de sus poemas:
¡°An academic once told me que vine a arrasar con todas las becas but you see, they don¡¯t understand, no saben qu¨¦ es ser el producto de la migraci¨®n I¡¯m a proud daughter of immigrant parents endurance, resilience, it¡¯s in my blood. I came here to grow, don¡¯t dim my light. Academia is like entering into the serpent. I felt like I did not belong, that I was unworthy. I quickly realized students like myself, we were extinguished without estar. The ones who ¡°made it¡± tenemos los d¨ªas contados si no tenemos aliados que nos gu¨ªen en el camino para sembrar las semillas del ma?ana¡±
¡°Una acad¨¦mica me dijo una vez que vine a arrasar con todas las becas pero ya ves, ellos no entienden, no saben qu¨¦ es ser el producto de la migraci¨®n. Soy una orgullosa hija de padres inmigrantes resistencia, resiliencia, est¨¢ en mi sangre. Vine aqu¨ª para crecer, no apagues mi luz. La academia es como entrar en la serpiente. Sent¨ª que no pertenec¨ªa, que no era digna. R¨¢pidamente me di cuenta de que los estudiantes como yo, est¨¢bamos extinguidos sin estar. Los que logramos sobrevivir tenemos los d¨ªas contados si no tenemos aliados que nos gu¨ªen en el camino para sembrar las semillas del ma?ana¡±
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