Alito Moreno y Marko Cort¨¦s se tienen que ir
Si los l¨ªderes del PRI y el PAN no ceden el control, en pocos a?os sus organizaciones llegar¨¢n al cementerio donde ya reposan los sue?os perredistas
El resultado del 2 de junio plantea un descomunal reto porque a primera vista no se advierte d¨®nde podr¨ªa M¨¦xico echar mano para tener la oposici¨®n necesaria para intentar que el Gobierno vaya con tiento y responsabilidad en su prop¨®sito de cambiar de r¨¦gimen.
Tras los comicios mucho se ha hablado de la ganadora, del presidente, y del destino que espera a algunos de los perdedores, tanto a nivel de dirigentes como de organizaciones. Igualmente, se especula sobre el futuro de X¨®chitl G¨¢lvez y/o la marea rosa.
Dando por sentado que habr¨¢ mayor¨ªas constitucionales ¡ªya sea como producto neto de las urnas, de estirar la ley, o de labores pol¨ªticas de la presidenta electa para sumar legisladores que hoy no est¨¢n en el oficialismo¡ª, la cuesti¨®n ahora es qu¨¦ oposici¨®n habr¨¢.
La inconsciencia de los dirigentes de los dos partidos con mayor representaci¨®n en el Congreso y con m¨¢s entidades gobernadas supone la mejor noticia para el oficialismo, que se pellizca para ver si no es un sue?o eso de que esos pichones se aferran al cargo.
Que Alejandro Moreno (PRI) y Marko Cort¨¦s (PAN) se nieguen a asumir p¨²blicamente su fracaso y a dejar inmediatamente puestos de decisi¨®n condena a la pol¨ªtica mexicana al espect¨¢culo a golizas legislativas y medi¨¢ticas, y aleja la posibilidad de reorganizar la oposici¨®n para que, eventualmente y a pesar de ser marginal en t¨¦rminos num¨¦ricos, esta recupere autoridad entre el electorado.
No todos en el PRI y el PAN est¨¢n podridos, desde luego, pero sus actuales liderazgos son responsables no solo de la debacle de su candidata presidencial y de no pocos aspirantes a esca?os, curules, gubernaturas y ayuntamientos, sino de propiciar con sus conductas parte del ¨¦xito obradorista.
Se tienen que ir, si fueran patriotas, porque se necesita una nueva oposici¨®n, y con ellos en las dirigencias, o incluso en los liderazgos de las bancadas, que incre¨ªblemente a¨²n pretenden, ser¨¢ imposible que alguien crea que esos partidos entendieron la ra¨ªz del 2 de junio.
Entre las muchas razones de la aplastante victoria de Claudia Sheinbaum y aliados est¨¢ el hecho de que esa oposici¨®n arrastra un desprestigio profundo, y encima el electorado sabe que en 2018 tales partidos se rehusaron a toda expiaci¨®n de sus graves pecados.
Moreno y Cort¨¦s han tenido las respectivas riendas partidistas pr¨¢cticamente todo el sexenio, y ni este nuevo fracaso seis a?os despu¨¦s llevar¨¢ a que reconsideren su permanencia, ya no digamos a plantearse el salir de la pol¨ªtica, como ser¨ªa en un pa¨ªs normal.
El riesgo de un gandallismo por parte de Morena como due?o del Congreso crece porque la macromayor¨ªa despreciar¨¢ a interlocutores que carecen de respetabilidad y/o arraigo popular, gente que no cuenta con el aval directo de las urnas ni trayectoria atendible.
No pocos de los votos por candidatas y candidatos de la oposici¨®n fueron m¨¢s por temor que por afinidad. Los sufragantes de nariz tapada asum¨ªan que el PRIAN era lo que hab¨ªa, un ¡°mal menor¡±, cuando la prioridad era tratar de bajarle votos a Morena. Pero un mal.
Pasada la coyuntura, el problema es que las burocracias priistas y panistas est¨¢n en manos de quienes se niegan a comprender que su ¨²nica aportaci¨®n posible es salir del escenario, que todo lo dem¨¢s ser¨¢ en detrimento de la eventualidad de una recuperaci¨®n opositora.
Y aunque suena ruido de algunas escaramuzas internas en el PAN a favor de sacudir ese instituto, de revisar lo que pas¨®, son eso, estertores aislados. Si las llamadas a misa en el PRI suenan menos es porque, en efecto, son cada vez menos. Y el PRD muri¨®.
No sobra decir que la posibilidad de que X¨®chitl G¨¢lvez cree por s¨ª misma un movimiento o el embri¨®n formal (una asociaci¨®n pol¨ªtica, por ejemplo) de lo que eventualmente sea un partido es ignota y en todo caso tomar¨ªa a?os enhebrar eso y lograr influencia pol¨ªtica. A?os.
Igualmente, falta mucho, mucho, para ver si la marea rosa logra trascender el individualismo de no pocos de sus protagonistas. Y falta a¨²n m¨¢s para saber si entendieron que pod¨ªan convocar exitosamente a marchas, pero que carecen de cimientos territoriales. Son muy poco.
Queda finalmente la duda sobre Movimiento Ciudadano, que sin haber ganado lo que prometieron (desplazar al PRIAN, etc¨¦tera), su menor desprestigio, que disminuir¨ªa si se alejaran de Samuel Garc¨ªa, les hace candidatos a constituirse en oposici¨®n de calidad.
La interrogante sobre MC es si finalmente se asumen como opositores o como facilitadores del obradorismo, rol este ¨²ltimo jugado por los naranjas en la campa?a. Si ocurre lo primero, en una de esas cachan, como lo hicieron en el pasado, a legisladores de otros colores.
?Qu¨¦ har¨¢ el l¨ªder emecista Dante Delgado con la bisagra que tanto dese¨® para su partido ahora que est¨¢ en posibilidades de eviscerar a los desprestigiados liderazgos del PRI y el PAN? ?La aceitar¨¢ atrayendo talento que le empoderar¨ªa como negociador, o ser¨¢ el m¨¢s feliz al cohabitar con la supermayor¨ªa?
Otras y otros legisladores trabajan en agruparse para escapar a los r¨ªgidos formatos del Congreso mexicano, dise?ado para que los l¨ªderes de los partidos se adue?en del control. A saber si esos herejes lograr¨¢n un grupo plural que los a¨ªsle del percudido PRIAN.
La avasallante victoria de Morena es el mejor diagn¨®stico de la enfermedad que carcome a PRI y PAN. Si Marko Cort¨¦s (Jorge Romero incluido) y Alito Moreno no ceden el control, en pocos a?os sus organizaciones llegar¨¢n al cementerio donde ya reposan los sue?os perredistas.
De ocurrir ese escenario, esos panistas y priistas impedir¨¢n que por a?os la oposici¨®n se renueve, con esas u otras siglas, provocando de paso todo tipo de riesgos ante un movimiento hegem¨®nico que no perder¨ªa ni los debates parlamentarios, ya no digamos las votaciones.
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