A Julio C¨¦sar Cervantes le buscaban bajo tierra, pero su cad¨¢ver estaba en una facultad de medicina
La familia del hombre, desaparecido en 2021, ha enfrentado una cadena de errores administrativos y la crisis forense que atraviesa el pa¨ªs entero, con m¨¢s de 70.000 cuerpos sin identificar en las morgues
La historia de Julio C¨¦sar Cervantes empieza por el final, en su funeral. Ten¨ªa 47 a?os y una leve discapacidad cuando desapareci¨® en Ciudad de M¨¦xico. Era 20 de septiembre de 2021 y hab¨ªa salido a la tienda a comprar un refresco. Su familia no volvi¨® a saber nada de ¨¦l hasta ahora. La polic¨ªa encontr¨® el cuerpo sin vida en una banqueta de la delegaci¨®n de Coyoac¨¢n, a principios de este a?o. ¡°Creo que despu¨¦s de muerto lo sacaron de donde lo tuvieran y lo fueron a aventar ah¨ª¡±, dice la madre. Las autoridades han tardado 10 meses en devolver el cad¨¢ver a la familia porque el cuerpo hab¨ªa sido donado sin consentimiento a la escuela de medicina del Instituto Polit¨¦cnico Nacional (IPN). El Instituto de Ciencias Forenses de la capital, el Incifo, nunca cotej¨® la informaci¨®n gen¨¦tica que la familia hab¨ªa entregado en caso de encontrar a Julio C¨¦sar. La larga cadena de errores, omisiones y negligencias que se cometieron son una muestra m¨¢s de la enorme crisis forense que vive M¨¦xico, con m¨¢s de 70.000 cuerpos sin identificar en las morgues y m¨¢s de 110.000 desaparecidos, seg¨²n las organizaciones de la sociedad civil. Las familias, mientras tanto, ante la desesperaci¨®n y la falta de atenci¨®n de las autoridades, se lanzan a la calle a buscar a los suyos con la esperanza de encontrarlos y llevarlos de nuevo a casa.
Es martes, 12 de noviembre de 2024. El cortejo f¨²nebre avanza por la avenida Constituyentes y entra por la segunda puerta del pante¨®n capitalino de Dolores, el m¨¢s grande del pa¨ªs. Decenas de personas se congregan entre las tumbas para acompa?ar a la familia de Julio C¨¦sar Cervantes. El mariachi entona los primeros acordes de despedida y un grupo cristiano eleva una plegaria por el alma del fallecido. ¡°Se?or, acompa?a a tu hijo Julio C¨¦sar y dale la paz de tu descanso eterno¡±, dice uno de los pastores presentes en la ceremonia. Laura Caba?as y Leopoldo Cervantes se abrazan y lloran desconsolados frente al ata¨²d de su hijo. Junto a ellos, el grupo de madres buscadoras Una Luz en el Camino, al que pertenece Caba?as, ha llegado para acompa?arla y rezar a su lado. ¡°Julio C¨¦sar, por fin te hemos encontrado, promesa cumplida¡±, dice Jaqueline Palmeros, presidenta del colectivo. Todas ellas buscan a sus hijos. Estos grupos se han convertido en un lugar donde las familias encuentran el acompa?amiento y la solidaridad que muchas veces no reciben de las autoridades.
Mientras tanto, varias preguntas que rodean a la desaparici¨®n y muerte del hombre siguen sin resolverse: ?Qu¨¦ fue lo que verdaderamente le sucedi¨® a Julio C¨¦sar Cervantes? ?Por qu¨¦ nadie avis¨® a la familia cuando encontraron el cuerpo si hab¨ªa una denuncia por desaparici¨®n? ?C¨®mo es posible que tres a?os despu¨¦s llevara la misma ropa con la que desapareci¨®? Como en la mayor¨ªa de casos de desaparici¨®n, el dolor y la desesperanza de no saber se mezclan con el maltrato de las autoridades y una extensa burocracia que vuelve a¨²n m¨¢s tortuoso el camino de las v¨ªctimas. ¡°El trabajo de las madres buscadoras es la prueba de que el Estado no funciona¡±, se?ala Tania del R¨ªo, soci¨®loga y autora del libro Las buscadoras.
Laura Caba?as responde el tel¨¦fono dos d¨ªas despu¨¦s de haber enterrado a su hijo con m¨¢s preguntas que respuestas, pero sobre todo, con una gran indignaci¨®n por el trato que ella y su familia han recibido. De acuerdo con una investigaci¨®n pericial independiente, la familia sostiene que Julio C¨¦sar fue torturado antes de morir. A lo largo de la conversaci¨®n repite varias veces: ¡°No se vale¡±, el sin¨®nimo en M¨¦xico para decir que algo no es justo. ¡°No se vale¡±, repite. ¡°Yo que estuve picando piedra con pico, pala y varilla por los cerros, busc¨¢ndole, y estaba en una escuela de Medicina, mientras lo hurgaban como rana. Es indignante y me llena de coraje¡±, dice la mujer con un gran enfado.
Fall¨® la investigaci¨®n sobre la desaparici¨®n, fall¨® la investigaci¨®n gen¨¦tica y fallaron las autoridades judiciales. Tambi¨¦n, una vez m¨¢s, la forma en la que el sistema trata a las v¨ªctimas. Las dependencias policiales donde recogieron el cad¨¢ver cotejaron las huellas con el extenso archivo digital del Instituto Nacional Electoral (INE) donde emergi¨® la identidad de Julio C¨¦sar. Por eso se enter¨® la familia del paradero del hombre, en la otra punta de la ciudad, aunque relativamente cerca. ¡°Vinieron del INE a mi casa para comunic¨¢rmelo y para decirme que acudiera al Incifo¡±, dice la se?ora Caba?as. La sorpresa fue may¨²scula cuando quisieron reclamar el cuerpo, era viernes 1 de noviembre, festivo por ser D¨ªa de Muertos. ¡°Me dijeron que era festivo y que mejor me presentara el martes 5. ?Usted cree que una madre que est¨¢ buscando a su hijo va a esperar cuatro d¨ªas despu¨¦s de todo lo que hemos pasado?¡±, vuelve a decir indignada.
Acompa?ada de sus abogados, la Comisi¨®n de B¨²squeda y otras integrantes del colectivo, Caba?as lleg¨® al Incifo a reclamar el cuerpo de su hijo. ¡°Me dijeron: ¡®Julio C¨¦sar estuvo aqu¨ª, pero ya no est¨¢¡¯, porque hab¨ªan donado su cuerpo a la escuela de Medicina del Polit¨¦cnico¡±, explica. El Instituto de Ciencias Forenses de Ciudad de M¨¦xico mantiene un convenio de colaboraci¨®n con universidades p¨²blicas y privadas para la donaci¨®n de cuerpos sin identificar para fines de docencia e investigaci¨®n. ¡°La doctora que nos atendi¨® me dijo que le diera ¡®gracias a Dios¡¯ porque ¡®al menos¡¯ iba a poder enterrar a mi hijo y que podr¨ªa haber acabado en la fosa com¨²n¡±, agrega. ¡°No quiero ni pensar a cu¨¢ntas personas les ha podido pasar eso mismo¡±, dice la mujer.
Aunque no llevaba identificaci¨®n, la madre reconoci¨® de inmediato a Julio C¨¦sar por las fotograf¨ªas que le mostraron. Era ¨¦l. Tra¨ªa la misma ropa y los mismos tenis con los que desapareci¨®. Sin embargo, ella cree que todos estos a?os fue duramente maltratado. ¡°Si viera c¨®mo nos lo entregaron, pesaba 15 kilos y cuando desapareci¨® pesaba 90. Mi hijo ten¨ªa una leve discapacidad mental y era como un ni?o, un ser muy inocente¡±, dice con la voz desgarrada. ¡°Yo creo que lo dejaron morir de hambre, ten¨ªa golpes, quemaduras de cigarro y se?ales de que estuvo amarrado de pies y manos¡±, apunta.
La familia Cervantes Caba?as dice que emprender¨¢ acciones legales por toda la cadena de errores que se cometieron en el caso. ¡°Me duele el alma de saber c¨®mo masacraron a mi hijo y esto no se va a quedar as¨ª¡±, asegura. ¡°Quiero que las autoridades investiguen qu¨¦ sucedi¨® con ¨¦l y que se haga justicia. No quiero que le vuelva a pasar esto mismo a otras madres. No puede ser que yo estuviera buscando a mi hijo en Guerrero, en Quer¨¦taro, en Michoac¨¢n y ¨¦l estuviera en la morgue solo a 30 kil¨®metros de su casa¡±.