Las defensoras
La esperanza est¨¢ en no estar solas, en saber que somos mucha gente
Entretejo las voces de mujeres que me hablaron de su lucha defendiendo el territorio y cuidando y celebrando la vida en Campeche, Oaxaca, Puebla, Veracruz, CDMX, Estado de M¨¦xico, Jalisco, y Sonora. Ellas se nombran: Leydi Pech, el Colectivo de mujeres de Ayutla mixe, las mujeres del colectivo MARE (Mujeres y abejas nativas en red), las mujeres de la uni¨®n de ejidos y comunidades en defensa del agua, la tierra y la vida Atolcahua Ixtacamaxtitl¨¢n Puebla, Cristina Barros, mujer de la comunidad ?atho en el Municipio de Huixquilucan, Evangelina Robles, Myrna Valencia.
Que nuestra voz llegue...
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Entretejo las voces de mujeres que me hablaron de su lucha defendiendo el territorio y cuidando y celebrando la vida en Campeche, Oaxaca, Puebla, Veracruz, CDMX, Estado de M¨¦xico, Jalisco, y Sonora. Ellas se nombran: Leydi Pech, el Colectivo de mujeres de Ayutla mixe, las mujeres del colectivo MARE (Mujeres y abejas nativas en red), las mujeres de la uni¨®n de ejidos y comunidades en defensa del agua, la tierra y la vida Atolcahua Ixtacamaxtitl¨¢n Puebla, Cristina Barros, mujer de la comunidad ?atho en el Municipio de Huixquilucan, Evangelina Robles, Myrna Valencia.
Que nuestra voz llegue all¨¢ a donde pueda ser escuchada. Nuestra lucha por el territorio la mayor¨ªa de las veces no es entendida porque nuestro pensamiento est¨¢ colonizado y es muy dif¨ªcil que adem¨¢s de resistir hay que educar y vislumbrar el mundo que queremos tener. Adem¨¢s de que, como mujeres, hay que enfrentar el machismo y el patriarcado desde una visi¨®n ind¨ªgena.
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Nosotras somos parte de las periferias de la Ciudad de M¨¦xico, vivimos en la Sierra de las Cruces, ah¨ª est¨¢n nuestras tierras comunales, ah¨ª est¨¢ el bosque, uno de los ¨²ltimos pulmones que oxigenan a la ciudad. Seguimos siendo otom¨ªes, ind¨ªgenas escondidas en oficios, como el de trabajadoras de limpieza, empleadas de oficinas, o alguna otra labor impuesta por las din¨¢micas citadinas. Aunque hist¨®ricamente han querido desaparecernos, seguimos aqu¨ª en nuestro territorio, en nuestro suelo que es el bien com¨²n. En estos momentos hay una lucha silenciosa para su defensa. Para nosotras significa todo: ah¨ª est¨¢ la historia de las abuelas que extra¨ªan la fibra de maguey para tejer con ixtle en el telar de cintura. La historia de mi madre campesina. Ah¨ª, en esos cerros est¨¢n cientos de a?os guardados de nuestra vida como otom¨ªes.
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Ah¨ª en ese lugar est¨¢n nuestros recuerdos, nuestra infancia donde se trabaj¨® hombro a hombro con nuestros bisabuelos, abuelos, padres. Conozco el manantial de agua que abastec¨ªa a toda mi comunidad y que nos arrebataron sin importarles poner en riesgo la vida de toda mi comunidad, vulnerando nuestros derechos, como el acceso al agua. Es un lugar hermoso no s¨®lo por lo que no ves, sino por lo viva que te hace sentir estar ah¨ª. Nuestro manantial es tan importante para nosotros que en varios momentos se han celebrado distintas ceremonias en el lugar antes de que fuera invadido, secuestrado.
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Me encuentro en territorio maya de nuestros ancestros, en el municipio Hopelch¨¦n del estado Campeche. Hoy la selva, los animales, las plantas medicinales, las abejas nativas y todo eso que cuidaron con mucho orgullo por muchos a?os nuestros abuelos se encuentra gravemente afectado por un modelo de desarrollo que est¨¢ acabando no s¨®lo con los ¨¢rboles: se est¨¢ perdiendo todo un conocimiento y toda una identidad del pueblo maya.
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Ac¨¢ somos yoremes, conocidos en todo el territorio nacional como mayos. Estoy en la lucha por el territorio por el pueblo de Cohuirimpo y en la lucha por la tierra ejidal que es parte del territorio en mi pueblo, Buaysiacobe, en el municipio de Erchojoa que es parte de los 8 pueblos Mayos.
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Ver ese cielo despejado con el brillo de las estrellas, ver el amanecer del nuevo d¨ªa despejado sin ruido de maquinarias y s¨®lo el canto de los gallos, los tropeles de caballos, el canto de los p¨¢jaros, el ladrido de los perros, el bramido de las vacas, ?amo mi forma de vida! Ese t¨¦ de toronjil para conciliar el sue?o, ese t¨¦ de hierbabuena con manzanilla que salgo a cortar en mi casa. C¨®mo no defender mi pueblo de una empresa devastadora. C¨®mo no defender esos cerros que recorr¨ª toda mi ni?ez pastoreando mi ganado, subi¨¦ndome a los arboles, cortando la le?a, jugando con mis primas. Amo mi historia de vida y por eso la defendemos.
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Hacemos trabajo colaborativo con comunidades nahua y con la comunidad ind¨ªgena de mezcala en las orillas del lago Chapala y la comunidad wirraritari. En la regi¨®n se ha ido enfatizando la defensa del territorio de empresas transnacionales sobre todo que invaden tierras de ejidos en el sur de Jalisco, una de ellas, Amway, invade 300 hect¨¢reas de la comunidad del ejido de San Isidro y junto con ella han ido llegando otras como Monsanto o Desert Glory. La gente tiene d¨¦cadas defendi¨¦ndose en los tribunales agrarios. Adem¨¢s, tambi¨¦n ocupan manantiales y generan una devastaci¨®n ambiental porque producen mercanc¨ªas agr¨ªcolas a partir de uso de paquetes tecnol¨®gicos muy t¨®xicos. Entonces las tierras, el agua, la misma gente que trabaja de jornaleros est¨¢n muy intoxicados, envenenados, contaminados. Al mismo tiempo los trabajos que generan violan los derechos de los trabajadores a tal punto que se han encontrado personas en situaci¨®n de esclavitud dentro de estas empresas. El gobierno da apoyos seg¨²n para el campo, pero en realidad son para estas empresas que invaden tierras y generan contaminaci¨®n. Y quien m¨¢s levanta a voz en contra de toda esta devastaci¨®n del medio ambiente y la salud son principalmente las mujeres.
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Porque se est¨¢n acabando los bosques en todas partes. Tambi¨¦n en la Sierra Sur de Oaxaca. Me dijeron: "Si vas a Santo Domingo, eso es ahora un desierto." Y la gente te dice: "Est¨¢s sentada sobre los centavos y no te das cuenta. Corte usted esa madera." Todo lo ven como negocio. Si conservas, te dicen que eres tonta. Esta desconexi¨®n la estamos transmitiendo a las nuevas generaciones. Nos duelen los proyectos que desbaratan el tejido comunitario y el arraigo. Este pensamiento de saqueo est¨¢ en la pol¨ªtica soberbia, y es lo que ahorita tenemos que ver.
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Lloro porque Los Tuxtlas est¨¢ seco, lloro porque soy mujer y soy de campo. No me valoran, piensan que somos ignorantes. Nosotras protegemos. Sabemos de plantas. A ver, que vengan, que vengan a tumbar un ¨¢rbol en la asamblea ejidal con nosotras ah¨ª dentro. Le dijeron a do?a Gaspar, de 80 a?os: ¡°Que se vayan esas mujeres, s¨®lo saben hacer tortilla¡±. Y ella respondi¨®: ¡°S¨¦ m¨¢s que t¨², yo no tumbo los bosques.¡±
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Nos agarr¨® la tristeza y sabemos qu¨¦ hacer con ella. Quien cuida abejas nativas est¨¢ cerca del bosque: eso cura, te recupera. No hay otra cosa que hacer m¨¢s que sembrar, cuidar. Aqu¨ª aguantaremos, aqu¨ª seguiremos porque las abejas son amigas, son aliadas y conservan la vida, porque son importantes por s¨ª mismas y porque tambi¨¦n tienen esas dobles jornadas invisibles sin reconocimiento, pero su trabajo ah¨ª est¨¢, como el nuestro. Estamos aqu¨ª sorprendidas y agradecidas con las abejas que dan alimento, que curan el territorio, y que curan a la madre tierra, porque sin ellas: nada. Lloramos, oramos, pensamos en nuestros hijos, desayunamos, vamos al vivero, hacemos lo que tenemos que hacer, llenamos la carretilla de plantas, hacemos todo lo que toda la vida hacemos, vamos a la comunidad. Eso nos salva, volvemos a agarrar el hilo de la vida.
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Soy vecina de La Magdalena Contreras y la Superv¨ªa Poniente que finalmente se hizo, pasa a unas cuadras de donde vivo, el prop¨®sito de mi participaci¨®n no fue exclusivamente defender mi zona, sino defender los suelos de conservaci¨®n de la Ciudad de M¨¦xico. Considero que frente a varios de los m¨¢s importantes problemas que se viven en la ciudad; falta de agua, inundaciones, hundimientos y mayor vulnerabilidad de las colonias que est¨¢n asentadas en las orillas de lo que es el gran lago que se forma en la Cuenca de M¨¦xico, la ¨²nica soluci¨®n es tener una visi¨®n integral de lo que es la Cuenca de M¨¦xico, evitar el crecimiento de la ciudad sobre los suelos de conservaci¨®n, captar el agua de lluvia en los bosques que rodean la ciudad para que se logre recargar el acu¨ªfero y plantear soluciones distintas a sacar a trav¨¦s de grandes sistemas de drenaje como el T¨²nel Emisor Oriente (TEO), que se llevan el agua de lluvias mezclada con aguas industriales y provenientes de las descargas de aguas negras rumbo al Golfo de M¨¦xico, dejando a su paso una temible estela de contaminaci¨®n que desemboca en el mar. Incluyo la defensa de Xochimilco por lo que significa desde el punto de vista hist¨®rico, por la posibilidad de su contribuci¨®n al abasto de alimentos a la ciudad y por la presencia de agua en esa zona. Proyectos como el Puente Vehicular Perif¨¦rico Sur-Canal Nacional, son la ant¨ªtesis de lo que deber¨ªa hacerse para una ciudad sustentable.
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Somos nosotras las que sostenemos a lo interno, somos las que llegamos y estamos al frente cuando hay alguna tensi¨®n, somos las que nos atrevemos a cuestionar alguna decisi¨®n, aunque nuestra voz no sea tan escuchada.
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Somos las cuidadoras del arraigo. Llegamos desde temprano, solas o acompa?adas, pero llegamos. Llegamos tambi¨¦n entre bostezos, que reflejan las dobles o triples jornadas que como mujeres realizamos a diario. Bostezos que son tambi¨¦n la huella de nuestro trabajo invisible o no reconocido. Llegamos as¨ª, con esa carga y nos preguntamos ¡°?Ay dios, a qu¨¦ vinimos?¡±. Vinimos a amamacharnos, pues.
No queremos heredar un mundo desolado. Queremos que nuestros hijos tambi¨¦n sientan ese orgullo como hoy lo estoy sintiendo yo, que puedan decir que esto es algo que se defendi¨®: hoy lo estamos cuidando. Creo que vivir bien es lo m¨¢s importante. Pero no quiere decir que vivir bien es tener m¨¢s dinero para nosotros: vivir bien es que nosotros podamos respirar aire limpio, tomar agua limpia, tener a mis abejas, que no me est¨¦n fumigando todos los d¨ªas. Eso es vivir bien. Eso es un desarrollo: que podamos estar sanos, que podamos producir nuestros propios alimentos de forma sana. Que nuestros hijos migren a las grandes ciudades con un riesgo enorme, si les violan sus derechos como jornaleros, eso no es un desarrollo.
El territorio es uno y las luchas tambi¨¦n deben ser una en ese sentido: cualquier proyecto, ya sea tren, parque e¨®lico, soya, cualquier proyecto que llega a un territorio y afecta los medios de vida de las personas que estamos ancestralmente en esos territorios no es un proyecto de desarrollo. Nosotros siempre lo hemos visto as¨ª. Creo que el proyecto del tren es uno m¨¢s que se suma para seguir violando nuestros derechos, para seguir un proyecto de despojo. Creo que esa es la parte que nosotros reclamamos: si es un proyecto de desarrollo que va a beneficiar la vida de los pueblos mayas entonces quienes tienen que proponer el proyecto somos nosotros. No que nos vengan a imponer. Justamente ese es el problema: nos imponen proyectos que van contra nuestra forma de vida, que van en contra de nuestra cultural en contra de nuestra manera de percibir y ver la vida. Nos mantenemos vivos a¨²n, porque esos conocimientos los aplicamos en el d¨ªa al d¨ªa. Eso se contrapone con lo que llega impuesto y que no podemos comprender porque no nace ni parte desde la forma de mi conocimiento, mi forma de vida, mi forma de aprovechar mi recurso natural.
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Desde hace algunos a?os han ido fragmentando las tierras comunales de los poblados del municipio, comprando l¨ªderes locales para que acepten la venta y la expansi¨®n inmobiliaria en la zona. Nuestro bosque para ellos significa un buen mercado de bienes ra¨ªces por lo que cada vez es m¨¢s grande el acecho de las empresas en colusi¨®n con las autoridades municipales. Pero nos organizamos para realizar la fiesta, es lo que aglutina, es el centro que sostiene la vida de la comunidad. Desde ah¨ª los saberes se comparten y son el lazo que une y hace correspondencia con las comunidades vecinas.
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Defendemos la vida misma, si se tratara de un territorio pareciera ser tan simple de dejar ir, pero no lo es. Hasta el momento seguimos viviendo de esa fuente de vida que es nuestro manantial que se encuentra dentro de un territorio que es parte de otro gran territorio que es nuestro municipio de Ayutla.
La lucha que enfrentamos es sobrevivir por la falta de agua, arrebatada de manera ruin, lo que nos ha orillado a organizarnos como mujeres para evitar un enfrentamiento armado, porque sabemos que la violencia genera m¨¢s violencia.
Yo soy un poco corta en edad, pero el compartir conocimiento sobre mi pueblo con mis compa?eras, me hace amar con m¨¢s intensidad mi comunidad. Es por eso que creo que es muy importante defender a como podamos el territorio que da vida a mi comunidad, porque como muchas, no queremos que nuestr@s hij@s y las dem¨¢s generaciones sufran y pasen esta situaci¨®n que se ha hecho muy compleja.
Logremos lo que podamos har¨¢ que en un futuro pueda decirles a mis hijos que luch¨¦, que intent¨¦ todo lo que estuvo en mis manos.
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Nos duele, en relaci¨®n con nuestro territorio y las abejas nativas, la producci¨®n de alimentos con agroqu¨ªmicos. Nos preocupa que vayan al agua. Nos duele que se haya roto la conexi¨®n de la comunidad de animales humanos con animales no humanos. Nos duele estar divididas, con estos corazones partidos en dos. Nos duele ese ¨¢rbol, que me dec¨ªa: "Defi¨¦ndeme". La desconexi¨®n entre el campo y la ciudad. Que todo tenga un precio: las abejas, la miel, nuestros bosques, la selva, nuestras vidas, nuestros territorios. Nos duele la indolencia. La indiferencia. Esta falta de conexi¨®n. Me duele que estamos siempre al final, como mujeres. Al final de las preocupaciones en salud frente a enfermedades despu¨¦s de 70 a?os de agrot¨®xicos. Al final cuando toca comer, cuando toca cuidar, cuando toca sanarse. Nos hacen crecer con la mentalidad de que somos menos que los hombres. Nos han hecho sumisas. Pero ya es tiempo que como red de meliponicultoras digamos: "?Ya basta!".
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Los empresarios e inversionistas ven el dinero: por ah¨ª pasa el r¨ªo, y el r¨ªo lo han enajenado. Lo cercan y donde la gente tenia libre acceso para sus tradiciones como ir y ba?ar a San Juan por ejemplo ya no se puede porque est¨¢ cercado el rio. Luchamos mucho en contra de los mismos caciques y aun as¨ª presentaron el proyecto de drenaje a escasos diez metros del lecho del r¨ªo. Pusimos demanda ante Derechos Humanos tuvimos acompa?amiento del Concejo Nacional Indigenista, de Serapaz para proteger el territorio. Hab¨ªa que introducir tecnolog¨ªa alternativa y nunca nos escucharon. Organizaron grupos de choque y hicieron lo que les da la gana con recursos ind¨ªgenas. Se siente una nostalgia tremenda porque tambi¨¦n se coloc¨® una obra de agua potable con tinaco elevado y con motores y bomba dentro del centro ceremonial a espalda del templo cuando hab¨ªa otros espacios donde ponerlo. Es la impunidad y el atropello a los derechos ind¨ªgenas. Como mujeres tenemos un reto muy grande de conquistar estos espacios que nos han sido negados. Estamos llevando otro tipo de estrategias, hablar de nuestros problemas para atender una superaci¨®n espiritual, mental y personal para abrir las conciencias para pr¨®ximas luchas.
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Nuestra lucha es pacifica, visible, porque participamos en diferentes lugares. Es organizada. Es intensa y desagradable porque no nos respetan nuestros derechos, sentimos impotencia, agresi¨®n, discriminaci¨®n en la comunidad, coraje. Sentimos tristeza y desesperanza. Cuando hay resultados se siente aliento, alegr¨ªa y ganas de seguir luchando. Esto nos da fuerza para seguir defendiendo. Se han unido m¨¢s personas porque se han dado cuenta de lo importante que es el territorio.
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Hicieron muestreo de orina de ni?os aqu¨ª en el valle del Grullo y dieron positivo a una serie de por lo menos 7 qu¨ªmicos en orina y en algunos casos hasta en la sangre. Los ni?os ya ten¨ªan un par de a?os mostrando s¨ªntomas de intoxicaci¨®n. Las madres de familia lo hab¨ªan denunciado y todo mundo minimizaba esos s¨ªntomas. Ellas son imparables. Uno de los principales argumentos es que esas transnacionales generan ¡°alimentos¡± pero nada se queda localmente, nada es para consumo ni local ni nacional, adem¨¢s no son alimentos, nosotros les decimos productos del campo llenos de agrot¨®xicos y rob¨¢ndose el agua.
La pandemia nos ha regresado a nuestra tierra, nos ha hecho volver a respirarla, sentirla, volver a buscar el v¨ªnculo con ella. Est¨¢ abonando a la organizaci¨®n o puede ser una esperanza y alivio para nuestro pueblo.
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Ha sido m¨¢s insistente la lucha porque no podemos cumplir con las medidas de prevenci¨®n por no contar con agua. A pesar de esto hemos realizado esfuerzos con diferentes acciones para prevenir el contagio: campa?a de lavado de manos con gel antibacterial y muy poquita agua, perifoneo de las recomendaciones b¨¢sicas e higiene, uso del cubrebocas al salir a la calle, filtros sanitarios, sanitizaci¨®n de veh¨ªculos, adecuaci¨®n de consultorio y cuarto de aislamiento para caso sospechoso Covid-19. El Covid ha afectado en todo en esta lucha se agrega a la vulnerabilidad en la que nos encontramos. Es un factor que utiliza el gobierno para condicionar o sustentar posibles soluciones que s¨®lo benefician a su imagen y que en nada aportan a la justicia que merecemos.
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La pandemia est¨¢ sirviendo para que est¨¦n sucediendo m¨¢s eventos m¨¢s acciones en el territorio de los pueblos mayas. Aunque nosotras alcemos la voz y denunciemos no nos hacen caso porque ¡°no es el momento¡±. Es muy lamentable. Es cuando m¨¢s tenemos que estar atentos. En las granjas y las maquiladoras donde muchas familias son jornaleras es donde se est¨¢n dando los brotes, se est¨¢n enfermando y muriendo. ?Qu¨¦ necesidad hay que las familias de los campesinos estemos encerrados trabajando en esas fabricas de los otros cuando nuestros abuelos nos heredaron estos territorios, esta capacidad para hacer nuestros propios medios de vida? ?porqu¨¦ la gente en vez de estar sembrando su milpa se tienen que ir de jornaleros a las granjas a las fabricas a las maquilas? ?qu¨¦ va a suceder si no defendemos nuestro territorio? Que la gente ya no va a tener ese medio de vida tan importante que le arraiga a su comunidad, se exponen a trabajar en esas grandes empresas donde est¨¢n los problemas de salud. A m¨ª me da mucho orgullo ver c¨®mo las comunidades se han organizado, han puesto sus retenes y filtros para cuidarse. Cuando escuchamos que dicen llama el 911, nos da pena ajena. En mi pueblo no hay ni se?al de celular c¨®mo voy a hablar al 911. ?Por favor!
Nuestro ¨²nico hospital que tenemos para 36 comunidades no tiene medicamentos, no tiene doctores y eso lo sabemos las comunidades por eso estamos tomando medidas para cuidarnos para protegernos. Muchos nos estamos manteniendo, produciendo lo que tenemos en nuestros traspatios, con todo lo que tenemos estamos haciendo frente a este problema, que es un problema que nos est¨¢n trayendo. Yo creo que el gobierno no ha logrado entender que en nuestro pa¨ªs habemos comunidades alejadas que estamos mirando esta situaci¨®n de otra forma. ?Qu¨¦date en tu casa? ?Pues d¨®nde voy a ir? Estoy en mi casa, en mi pueblo; yo no me muevo, no voy a la ciudad. No estoy en lugares aglomerados. Si yo voy a trabajar en mi milpa, con la abeja, no me voy a enfermar. Pero el problema es que lo poco que queda es lo que nos est¨¢n tratando de quitar y despojar para que nos quedemos como los otros que dependen de la granja, de la maquila, que nos volvamos jornaleros. Esa hect¨¢rea, si la tengo segura, me hace ser libre, no dependo. Puedo hoy guardarme, eso me da salud esas ganas de seguir viviendo, luchando.
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El periodo de contingencia nos afectado much¨ªsimo porque hay procesos agrarios que tenemos abiertos, con abogados democr¨¢ticos. Est¨¢bamos haciendo la labor de orientar a la gente y que la tierra no debe enajenarse porque es un patrimonio familiar.
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Este virus por lo menos a nosotros nos recuerda la vulnerabilidad que hay en respecto a la situaci¨®n de salud. Esto que venimos denunciando de los efectos de la salud por todos los agroqu¨ªmicos en los alimentos industriales son la raz¨®n de la hipertensi¨®n, de la diabetes, obesidad, de la inflamaci¨®n y debilitaci¨®n del sistema inmune entonces es todav¨ªa m¨¢s importante la defensa de la vida campesina y de los modos de producci¨®n campesinos porque si no modificamos estas formas de producir y de alimentarnos vamos a ser cada vez mas vulnerables ante enfermedades y pandemia. Una cosa importante para sumarse es no creer que el modo industrial de producir alimentos nos est¨¢ alimentando. Algo muy importante es consumir en los peque?os mercados, directamente a los productores. Eso es un apoyo mutuo: apoyan la defensa de la vida campesina y apoyan la posibilidad de estar m¨¢s sanos para si mismos.
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A pesar de que en estos d¨ªas de pandemia el diputado de Morena, Eraclio Rodr¨ªguez present¨® ante la C¨¢mara una reforma a la Ley de Variedades Vegetales (LFVV) que proh¨ªbe el libre intercambio de semillas entre campesinos, condenando a quien lo haga a penas que incluyen c¨¢rcel y altas multas, hay una respuesta activa que va contra la reforma y que con vigor se opondr¨¢ a esta reforma.
Hoy por la ma?ana, lleg¨® una vecina con una flor, para intercambiarla. Ella hace unos d¨ªas se llev¨® unos frutos de zarza. Mi esperanza justo reside en las relaciones que hacen que los lazos comunitarios se vean fortalecidos, acciones as¨ª de chiquititas que nutren y hacen andar la vida en comunidad.
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Como comunidad estamos ¨ªntimamente vinculadas con el territorio, pues constituye una parte fundamental de identidad y espiritualidad profundamente arraigadas a nuestra cultura e historia, a una forma de vida colectiva en nuestra comunidad. Todas las ma?anas las mujeres nos levantamos con esas ganas de seguir luchando por nuestros bienes naturales. En especial por el agua, porque significa vida para nuestra comunidad. Sin agua Ayutla es torturado d¨ªa a d¨ªa, las mujeres vivimos con la angustia de buscar e ir por agua para preparar los alimentos de nuestras familias, ba?ar a las ni?as y ni?os, lavar la ropa, los trastes... La pasi¨®n de mis compa?eras a quienes veo como todo un ejemplo a seguir, me conforta su seguridad, su solidaridad, su humildad de dar y no esperar nada a cambio. Me animan a no darme por vencida, por m¨ª, por mi familia y por mi comunidad. Gracias a ellas he conocido el esp¨ªritu de vivir en comunidad. A estas alturas, en mi fe en algo m¨¢s grande que un sistema de justicia ineficiente, ahogado en una burocracia cruel que nos limita a poder acceder a ¨¦l y recibir justicia. Tengo esperanza en los esp¨ªritus de nuestros ancestros. Los mismos que nos permitieron que no murieran m¨¢s hermanos aquel 5 de junio. Esperanza en los que se van sumando a esta lucha ocupando el lugar de los que van perdiendo las fuerzas necesarias para seguir. La esperanza en cada una de mis compa?eras todos los d¨ªas, cuando siguen de pie y con ganas de seguir luchando a pesar de todas las puertas que hemos tocado en el gobierno federal y estatal sin respuesta a nuestra petici¨®n de que nos reconecten el agua y cesen las violaciones a nuestros derechos humanos que vivimos desde hace tres a?os.
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La esperanza que yo veo es que estamos nosotras las mujeres incorporadas en esas luchas. No digo que los hombres no est¨¦n luchando, pero creo que nosotras tenemos una percepci¨®n distinta de la vida. Siento que eso es algo muy valioso. Que nuestros hijos se est¨¢n incorporando en los procesos de lucha tan j¨®venes, eso me da esperanza. Los partidos pol¨ªticos han entrado y se han encargado de quebrar todo un sistema de organizaci¨®n que las comunidades ten¨ªan por muchos a?os, pero cuando algo pasa que nos llega y nos toca, inmediatamente vuelve a florecer. Se pierde el partido y el color, lo que nos une es esto: c¨®mo nos cuidamos, volver a eso que nos ense?aron nuestros abuelos, eso que funciona. Todo eso que parece que est¨¢ perdido, est¨¢ vivo aun, y en los momentos dif¨ªciles sale y esta presente.
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Por las noches cuestiono qu¨¦ tanto avanzamos. Muchas veces la fe llega a disminuir al ver que no hay logros. Con la contingencia y las dependencias cerradas, veo que los que quieren acaparar y cuidar sus intereses econ¨®micos no pierden el tiempo, y a nosotras nos tienen a la espera. Me levanto por las ma?anas y me voy al patio trasero de mi casa: antes la vista era el monte, los mezquites y si me acercaba ve¨ªa los conejos correr o los reba?os de los vecinos que todav¨ªa cr¨ªan cabras y borregas. Ahora es ver un gris, una nebulosa que digo ?se va a quitar? Vivir para que esa nebulosa se quite, que se cambie por el verde que estaba acostumbrada a ver, eso me inspira a seguir.
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Mi amor a la vida, a mi pa¨ªs, a mi ciudad, a la naturaleza, al campo, a quienes ah¨ª trabajan para que podamos alimentarnos y la responsabilidad que siento ante mis nietos, y en general hacia las futuras generaciones. Luchar para que lo que llega a la mesa sea sano, empezando por una buena tortilla no industrializada, combatiendo el consumo de refrescos y de productos chatarra que producen obesidad y diabetes y provocan que la poblaci¨®n sea m¨¢s vulnerable, como lo hemos visto en estos d¨ªas.
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Nos da esperanza apoyar con talleres sobre las plantas medicinales, de producci¨®n de hortalizas y de animales (gallinas) que ayuden a la econom¨ªa y aprender nuevas cosas que fortalezcan nuestra vida y la lucha para seguir defendiendo el territorio.
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La esperanza est¨¢ en no estar solas, en saber que somos mucha gente: en cada localidad, en cada rancho, cuando nos volteamos a ver y nos escuchamos sabemos que somos una canasta tejida donde todos juntos vamos fortaleciendo la posibilidad de generar un cambio real en la sociedad.