?Y ahora qu¨¦ hacemos con Biden?
El relevo en la Casa Blanca todav¨ªa no acaba de acomodarse en el ¨¢nimo del presidente mexicano, que se sent¨ªa muy c¨®modo con Trump
En papeles el Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha reconocido por fin a Joe Biden como mandatario electo de Estados Unidos. Pero es un hecho que el relevo en la Casa Blanca todav¨ªa no acaba de acomodarse en el ¨¢nimo del presidente mexicano. Por muchas razones se sent¨ªa muy c¨®modo con Donald Trump, en una alianza tan improbable como ficticia, pero alianza al fin, que ambos intentaron usar en su propio provecho. Pero al margen de sus mutuos intereses, lo cierto es que creci¨® entre ellos una empat¨ªa y una relaci¨®n personal que AMLO extra?ar¨¢.
Desde luego ambos ten¨ªan razones pol¨ªtica...
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En papeles el Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha reconocido por fin a Joe Biden como mandatario electo de Estados Unidos. Pero es un hecho que el relevo en la Casa Blanca todav¨ªa no acaba de acomodarse en el ¨¢nimo del presidente mexicano. Por muchas razones se sent¨ªa muy c¨®modo con Donald Trump, en una alianza tan improbable como ficticia, pero alianza al fin, que ambos intentaron usar en su propio provecho. Pero al margen de sus mutuos intereses, lo cierto es que creci¨® entre ellos una empat¨ªa y una relaci¨®n personal que AMLO extra?ar¨¢.
Desde luego ambos ten¨ªan razones pol¨ªticas para acercarse al otro. Para Trump, L¨®pez Obrador constitu¨ªa un recurso para resolver el flujo migratorio de centroamericanos que pasan por M¨¦xico y cuyo volumen hab¨ªa superado la emigraci¨®n mexicana. Y quiz¨¢ a¨²n m¨¢s importante, particularmente en los dos ¨²ltimos a?os: AMLO era un personaje clave en la tarea de aumentar el n¨²mero de votos latinos al acercarse la campa?a de reelecci¨®n. En ambos aspectos nuestro presidente super¨® las expectativas del republicano. No solo acept¨® cumplir el papel de ¡°cadenero¡± en la gesti¨®n y retenci¨®n de centroamericanos, tambi¨¦n se prest¨® a promover la figura de Trump al arranque de la campa?a de reelecci¨®n. En una medi¨¢tica visita a la Casa Blanca el mexicano cubri¨® de elogios a su colega, quien los explot¨® al m¨¢ximo en la publicidad electoral.
Probablemente AMLO lo consider¨® un precio aceptable a cambio de sacar adelante su propia agenda con respecto a Estados Unidos: por un lado, y aunque con remiendos restrictivos, consigui¨® la ratificaci¨®n del Tratado de Libre Comercio, que Trump deseaba cancelar. Por otro lado, logr¨® neutralizar la hostilidad del l¨ªder, quien hab¨ªa amenazado limitar las importaciones procedentes de M¨¦xico y el afincamiento de empresas estadounidenses en nuestro territorio. Quiz¨¢ el mayor logro de AMLO con respecto a Trump no est¨¢ en lo que consigui¨®, que no es poca cosa, sino en lo que evit¨®.
As¨ª pues, si bien es cierto que ambos ten¨ªan razones pol¨ªticas para usarse mutuamente, tambi¨¦n exist¨ªan empat¨ªas personales que facilitaron el camino. A pesar de obvias diferencias ideol¨®gicas y or¨ªgenes sociales que no pueden ser m¨¢s contratantes entre un neoyorkino de cuna millonaria y un tabasque?o de clase media baja, encontraron razones para entenderse y respetarse. Ambos se ve¨ªan a s¨ª mismos como outsiders que lograron imponerse y tomar por asalto a las respectivas maquinarias pol¨ªticas vigentes, ambos profesan un estilo proclive al voluntarismo personal y desconf¨ªan del entramado institucional, las comunidades intelectuales, los t¨¦cnicos y los especialistas. Nada resume esta empat¨ªa de mejor manera que la confianza que desarrollaron para resolver personalmente con una llamada telef¨®nica cualquier cosa que entorpeciera la relaci¨®n entre los dos Gobiernos.
Nada de este estilo prevalecer¨¢ con Joe Biden, un pol¨ªtico y funcionario profesional, formado en la costumbre de llevar los asuntos p¨²blicos a trav¨¦s de canales institucionales y relaciones multilaterales. Para el nuevo Gobierno las relaciones entre ambos pa¨ªses no depender¨¢n de lo que pueda o no lograr una llamada telef¨®nica, sino de una agenda fragmentada en una mir¨ªada de frentes: migraci¨®n, drogas, frontera, aspectos ambientales, aguas, comercio, inversiones, mano de obra, derechos humanos y un largo etc¨¦tera. Cada uno de estos temas ser¨¢ conducido por instancias especializadas que remitir¨¢n al Pent¨¢gono, al Departamento de Justicia, al Senado, al Departamento de Estado y a la Casa Blanca, entre otras dependencias.
Hay razones pues para que L¨®pez Obrador se sienta inc¨®modo con el arribo de un nuevo Gobierno en Washington. Particularmente porque en el ambiente en el que arranca la Administraci¨®n de Biden flotan a¨²n las atenciones que se prodigaron mutuamente AMLO y Trump, en ocasiones en detrimento de la campa?a electoral del dem¨®crata. Tampoco ayudar¨¢ a limar asperezas la decisi¨®n del Gobierno mexicano para restringir las actividades de los agentes de la DEA o el ofrecimiento de L¨®pez Obrador de otorgar asilo a Julian Assange, sobre quien Biden se expres¨® cr¨ªticamente cuando era vicepresidente. En conjunto ambos temas, aunque respondan a su propia l¨®gica, ser¨¢n percibidos como una declaraci¨®n de distanciamiento de Palacio Nacional con respecto a la nueva Casa Blanca.
Probablemente, la actitud de L¨®pez Obrador ir¨¢ cambiando paulatinamente, consciente como lo es de la necesidad de una relaci¨®n fluida y amigable con Estados Unidos, raz¨®n que el propio presidente ha externado para justificar su buena voluntad para con Trump. Pero siempre es un enigma anticipar en qu¨¦ situaciones se impone el esp¨ªritu pragm¨¢tico de L¨®pez Obrador y en cu¨¢les prevalecen sus posiciones ideol¨®gicas o sus fobias y filias personales. En todo caso, en estas primeras semanas el mexicano no ha ocultado un dejo de frustraci¨®n por el fin de una relaci¨®n privilegiada e inesperada con el presidente que se va.
La manera en que Donald Trump se aferra al poder y el infierno en que est¨¢ transformando la toma de posesi¨®n de Biden, no ayudar¨¢n para la construcci¨®n de una relaci¨®n positiva con todos los amigos del expresidente. Y sin duda, hasta ahora AMLO es percibido como un amigo del enemigo.
El penoso espect¨¢culo de las masas enardecidas intentando entrar en el Congreso pasar¨¢ factura a los republicanos y al trumpismo en particular. A muchos estadounidenses orgullosos de sus tradiciones democr¨¢ticas les escandalizar¨¢ el intento de violentar el proceso por parte de sus seguidores. Ser¨ªa prudente que el presidente mexicano comenzara a tomar distancia, de cara a la opini¨®n p¨²blica internacional, de este personaje impresentable, por m¨¢s razones que en su momento haya tenido para cortejarlo.
Pero tampoco habr¨ªa que llevar las cosas demasiado lejos. La actitud institucional que puede esperarse del Gobierno dem¨®crata en sus relaciones con M¨¦xico despersonalizar¨¢ la carga emocional que suponen estos antecedentes. Como suele decirse, Estados Unidos no tiene amigos (o enemigos, habr¨ªa que agregar), tiene intereses. Esperemos que nuestro presidente tambi¨¦n lo entienda y no abra un frente de conflicto donde no lo hab¨ªa.