?Censurar al poderoso?
Trump no est芍 ※silenciado§: La libre expresi車n no es ni puede ser sin車nimo de impunidad
Dos son los argumentos principales a los que recurren quienes est芍n en desacuerdo con el cierre de las cuentas en redes sociales del todav赤a presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que fue consumado por las principales empresas del sector este fin de semana, luego de la toma violenta del Capitolio por sus seguidores.
El primero de estos argumentos postula que despojar a Trump...
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Dos son los argumentos principales a los que recurren quienes est芍n en desacuerdo con el cierre de las cuentas en redes sociales del todav赤a presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que fue consumado por las principales empresas del sector este fin de semana, luego de la toma violenta del Capitolio por sus seguidores.
El primero de estos argumentos postula que despojar a Trump de sus redes equivale a censurarlo y silenciarlo, y asienta que la libertad de expresi車n no deber赤a estar sujeta al criterio (y, por tanto, a los intereses) de unas pocas corporaciones privadas. El segundo, que se pretende m芍s progresista, propone que la medida del cierre es in迆til, pues no servir芍 para desaparecer ※la ra赤z§ del problema, es decir, el hecho de que 75 millones de personas votaran a un radical de derecha, a quien no le importa mentir, violar las leyes y agredir al Estado que jur車 guiar con tal de conservar el poder. ※Los trumpistas seguir芍n all赤§, dictaminan, agoreros.
Me parece que, vistos de cerca, ambos razonamientos son d谷biles y pecan de una enorme falta de perspectiva, por no decir que, directamente, carecen de sentido com迆n.
El primero, el que se indigna por la presunta violaci車n al derecho a la libre expresi車n de Trump, pasa por alto el hecho de que las redes sociales no son derechos p迆blicos y universales, sino servicios privados y voluntarios, y que un usuario puede ser bloqueado lo mismo si usa Twitter para lanzar amenazas que si juega al Fortnite e insulta a sus contendientes.
Su repercusi車n ser芍 todo lo inmensa que se quiera, pero utilizar las redes es (o debiera ser) un mero recurso de un gobernante y no el eje de su presencia en el escenario pol赤tico. Trump no est芍 ※silenciado§: puede hacer ruedas de prensa, dar declaraciones, enviar comunicados a los medios, emitir mensajes en una web propia, etc谷tera. Lo que no puede, sin afrontar las consecuencias, es quebrantar los t谷rminos de uso de un servicio privado (y durante demasiado tiempo lo hizo, en realidad).
No olvidemos que un mensaje televisado de Trump ya fue cortado por la mayor赤a de las cadenas hace apenas unas semanas, justo despu谷s de las elecciones, cuando el presidente comenz車 a invocar el supuesto fraude electoral del que hab赤a sido v赤ctima# y del que no existe una sola prueba (y esto no lo digo yo, sino decenas de fallos judiciales en cortes de todos los niveles en EU). Trump y sus colaboradores no son, ni de lejos, las primeras personas en perder sus cuentas de redes. Las empresas dan de baja cada d赤a cientos y cientos de cuentas ligadas al terrorismo, a las mafias de tr芍fico humano, al abuso, al discurso de odio, etc谷tera. Vamos: si hacer ciberbullying ya es motivo suficiente para ser echado, ?qu谷 creen que va a suceder con la mentira pol赤tica y la incitaci車n a un delito que deja un reguero de muertos?
Y bueno, lo de arg邦ir el ※derecho a la injuria§ de Trump ya es pecar de tonto: el ※derecho a la injuria§ (a la s芍tira, la caricatura, etc谷tera) no significa lo mismo que los llamados a la violencia. Y, en todo caso, se trata de un recurso ciudadano para contrapesar al poder, no de un arma del poder (?recuerdan que Trump no es un pobre corderito acallado, sino el presidente de una potencia?) para resultar todav赤a m芍s aplastante#
A迆n m芍s flaco es el segundo argumento, ese que dice que de nada sirve cancelar las cuentas de redes de Trump porque sus partidarios ※seguir芍n all赤§. Pero no se trata de eso. Nadie tendr赤a por qu谷 impulsar que los millones de partidarios de Trump desaparezcan de la faz de la tierra: la democracia implica la convivencia o coexistencia entre grupos antag車nicos. Y los trumpistas tampoco se esfumar芍n si los tribunales procesan al multimillonario por las numerosas faltas de las que se le acusa. No: lo 迆nico que puede exigirse es que los seguidores del a迆n presidente y el resto de los ultraderechistas respeten y cumplan las leyes y reglamentos. Y que enfrenten las consecuencias de romperlos como har赤a cualquier otra persona. La libre expresi車n no es ni puede ser sin車nimo de impunidad.