El inconstitucionalista
Las democracias no mueren a manos de un aut¨®crata o de un dictador, que las destruye en solitario, las democracias siempre mueren por la complicidad, negligencia, ignorancia e ingenuidad de toda una generaci¨®n
En M¨¦xico, la llegada al poder de un proyecto m¨¢s o menos de izquierda coloc¨® al pa¨ªs ante las puertas de la consolidaci¨®n democr¨¢tica. Era el momento de una indispensable alternancia hacia una opci¨®n pol¨ªtica con mayor ¨¦nfasis en lo social, que redondeara el ciclo de la transici¨®n, pero que, sobre todo, permitiera corregir los excesos de varios gobiernos que abandonaron la agenda social del pa¨ªs. El contexto de pobreza y desigualdad, hac¨ªan indispensable un giro a la izquierda.
En ese contexto, muchas reformas y cambios eran necesarios. Pero pocos tan importantes como la necesidad de avanzar en una reforma de fondo al Poder Judicial de la Federaci¨®n. Una indispensable consolidaci¨®n del Estado de derecho.
La idea se plante¨®, pero lamentablemente desde el principio, con enorme torpeza pol¨ªtica, se rompieron las formas y la distancia en la divisi¨®n de poderes. El Poder Judicial, sin facultad constitucional para iniciar leyes ni reformas constitucionales, emprendi¨® un proceso de negociaci¨®n y colaboraci¨®n con el Poder Ejecutivo y el Legislativo, y una redacci¨®n cerrada, autoritaria, poco cuidadosa, que alteraron la asepsia y la legitimidad del documento, cuestionadas incluso por miembros de alto nivel del propio Poder Judicial y del Senado de la Rep¨²blica.
Finalmente, la iniciativa se plante¨® en el Senado y avanz¨® hasta la votaci¨®n de la Ley Org¨¢nica del Poder Judicial de la Federaci¨®n el 15 de abril. Ese d¨ªa, en el ¨²ltimo minuto y aparentemente de la nada, un senador del Partido Verde, aliado del presidente, sube una modificaci¨®n al proyecto de la ley org¨¢nica que est¨¢ a punto de votarse de manera definitiva, para agregar un art¨ªculo transitorio, que ampl¨ªa por dos a?os m¨¢s el periodo del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n.
Se vota por la mayor¨ªa del partido en el poder, de sus aliados, con la triste omisi¨®n de varios senadores de la oposici¨®n y, as¨ª, una reforma aparentemente inocente contraviene y reforma de manera vulgar y vergonzosa un precepto claro de la Constituci¨®n.
El art¨ªculo 97 p¨¢rrafo quinto de la Contituci¨®n mexicana dice: ¡°Cada cuatro a?os, el pleno elegir¨¢ de entre sus miembros al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n, el cual no podr¨¢ ser reelecto para el per¨ªodo inmediato posterior.¡±
Es un p¨¢rrafo en el que no hay nada que interpretar, solo hay que leerlo. No hay ambig¨¹edad, ni obscuridad alguna. Si quer¨ªan esa reforma necesitaban forzosamente modificar la Constituci¨®n, lo que tiene otras formalidades y mayor¨ªas. Pero no lo hicieron as¨ª.
Las mejores opiniones jur¨ªdicas y constitucionales del pa¨ªs, salieron por distintas v¨ªas a hacer notar lo grave, abierta y burda de la inconstitucionalidad del texto aprobado, pero, sobre todo, el hecho de reformar una ley para favorecer claramente a una persona en funciones.
Una pr¨®rroga grosera, que adem¨¢s lastima la autonom¨ªa y la divisi¨®n de poderes. Y que anula cualquier cortes¨ªa de pluralidad democr¨¢tica y de participacion social. Un esc¨¢ndalo pol¨ªtico y constitucional.
El presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador sali¨® varias veces a defender la reforma. A decir que el presidente de la Corte, Arturo Zald¨ªvar, era el ¨²nico capaz de conducir la transformaci¨®n del Poder Judicial, pero sobre todo a dejar en claro que ¨¦l ¡°entend¨ªa que la reforma era constitucional¡±, cuando no hab¨ªa nada que entender, cuando solo bastaba con leer y tener nociones b¨¢sicas de civismo y derecho.
Todo es indignante y preocupante: el precedente y la captura.
El precedente que abre la posibilidad de alterar la duraci¨®n de uno de los cargos m¨¢s importantes de la Rep¨²blica. Y la sospecha de que, as¨ª como se plante¨® una reforma a la Constituci¨®n en el Estado de Baja California para ampliar el plazo del gobernador Jaime Bonilla, esta sea otra f¨®rmula para ampliar el plazo de cualquier otro funcionario, sobre todo el del propio presidente de la Rep¨²blica, cuyo periodo termina en 2024, y que tiene expresamente prohibida la reelecci¨®n.
La captura de la Suprema Corte, que tiene en su panza, congelada y sin resolver, buena parte de las reformas de la llamada Cuarta Transformaci¨®n del presidente L¨®pez Obrador.
Adem¨¢s de la intromisi¨®n en la vida interna de la Corte. Es una reforma que invade las facultades constitucionales del Poder Judicial, la autonom¨ªa de elecci¨®n de su presidente y que ofende a los 10 ministros restantes, a los que hace parecer indignos de confianza, e incapaces, para conducir una reforma al Poder Judicial.
Y de paso se siembra la noci¨®n de indispensabilidad de un solo hombre. Premisa falsa en toda democracia y tan necesaria para las narrativas autoritarias.
Pero sin duda lo m¨¢s grave de todo, fue la participaci¨®n, el c¨¢lculo y el silencio de Zald¨ªvar. No sali¨® inmediatemente a frenar el desprestigio de la institucion que encabeza y de la toga que porta. Se quiso justificar diciendo que no se pronunciaba en los medios porque era un tema del que seguramente tendr¨ªa que conocer como ministro. Y se repiti¨® con vacuidad que los ministros hablan por sus sentencias. Lamentablemente, ese no fue el criterio de un ministro presidente de alto perfil medi¨¢tico y pol¨ªtico (para decirlo de manera elegante) que lo mismo intent¨® hacer conferencias de prensa ¡°vespetinas¡±, que dio entrevistas a cualquier tipo de medios de comunicaci¨®n, que es articulista semanal, que tuitea lo mismo a favor de Bolivia que de su amiga secretaria, o que aparece en eventos pol¨ªticos, no protocolarios, con el Presidente, y que dec¨ªa publicamente que era su amigo. La Corte para ser aut¨®noma, necesitaba tambi¨¦n parecerlo. El silencio necesario de hoy, era sin duda el de ayer. No hubo antes el silencio y el recato que hoy tanto necesitaba y que tanto lo delataba.
Zald¨ªvar la dej¨® correr. Las democracias no mueren solas¡ El responsable de velar por la constitucionalidad fue incapaz de entender la gravedad e inconstitucionalidad que en su favor se plante¨®.
El 22 de abril, en una sesi¨®n lamentable, a la vista de todos y a ciencia y conciencia de su evidente insconstitucionalidad, fue aprobada la reforma tambi¨¦n en la C¨¢mara de Diputados y ya solo falta la firma y publicaci¨®n por parte del presidente de la Rep¨²blica. Una vez m¨¢s se argument¨® en el pleno, hoy con mayor gravedad, que por encima de la ley est¨¢ la justicia y que eso justifica la violanci¨®n de la Constituci¨®n. Qu¨¦ preocupante.
Zald¨ªvar, que tendr¨¢ que excusarse de conocer este asunto en el pleno, si llega a su conocimiento, por ser ¨¦l mismo parte directamente interesada y claramente favorecida, perdi¨® la oportunidad de fijar ante los medios un gran posicionamiento en favor del Estado de derecho y la Constituci¨®n. Era el gran momento de colocarse del lado de la democracia y de las instituciones. De crear un episodio ¨¦pico en el que se hubiera convertido realmente en el fiel de la balanza, sin pelearse con nadie, actuando con claridad y firmeza. Algunos la llamamos dignidad.
Era el momento en el que la mayor reforma al Estado de derecho posible era cumplir sencillamente con ¨¦l, por encima de intereses y protagonismos pol¨ªticos particulares. Pura pedagog¨ªa constitucional. Ni modo. Hay tiempos que llaman a grandeza. Pero hay hombres que no llegan a tiempo a su cita con la historia. Fue el caso de Arturo Zald¨ªvar. Es doloroso y decepcionante.
Un gran constitucionalista transformado en inconstitucionalista. Qu¨¦ triste metamorfosis.
Qu¨¦ preocupante todo para la democracia mexicana, qu¨¦ riesgo tan grande para la Rep¨²blica, qu¨¦ grave l¨ªnea roja la que est¨¢ cruzando la izquierda mexicana, qu¨¦ preocupante la deriva autoritaria de un Gobierno del que tantos esperaban tanto.
En M¨¦xico algo se rompi¨®. Hubo muchas se?ales y anuncios previos, que anunciaban el talante autoritario. Pero era tan grande la oportunidad de transformaci¨®n institucional con un sesgo de lo social, que parec¨ªa imposible que se desperdiciara de esa manera.
M¨¦xico necesita de la izquierda. La sigue necesitando. Pero la izquierda que necesita M¨¦xico debe ser democr¨¢tica, constitucional e institucional. No est¨¢ M¨¦xico para intentonas revolucionarias, demag¨®gicas, ni golpistas. As¨ª no es la transformaci¨®n.
Sabino Bastidas Colinas es abogado, analista y consultor pol¨ªtico.
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