Defensa de palabra
La negra saliva con la que insulta el an¨®nimo sicario pretende volverse pu?etazo, pero el pa?o intacto de los Justos solo se palpa de veras con palabras plenas
Intentar¨¦ defender con palabras lo que se antoja aclarar con los pu?os. Elvira Lindo y Antonio Mu?oz Molina han sido atacados mas no intimidados e insultados desde el anonimato no solo en el amenazante formato de una carta depositada en el buz¨®n de su casa, sino quiz¨¢ tambi¨¦n entre las cambiantes pantallas de lo que el propio Antonio llama redes fecales, esas plataformas que han degenerado en portales del odio (por ejemplo, esa rama del inmenso ¨¢rbol donde se supone que podemos piar todos en concordia a contrapelo de la diatriba constante, el insulto gratuito y la no tan velada amenaza). En sobre sellado con celo, el an¨®nimo acosador ha logrado despertar en la pareja de mis amigos esa nefanda sensaci¨®n que aqueja a tantos en este mundo donde cualquier transe¨²nte es sospechoso y uno se queda mirando al buz¨®n como una ligera raja en la realidad por donde invaden nuestra intimidad tanta palabrer¨ªa innecesaria de la publicidad, pero tambi¨¦n y por lo visto las palabras an¨®nimas de la ira.
Elvira y Antonio son de palabra, son de palabras y ambos han florecido como personas y pareja en la sintonizaci¨®n de los p¨¢rrafos y p¨¢ginas que leen como sustento diario y con los libros que nos han compartido perge?ando a deshoras todas las virtudes del pensamiento andante, de la prosa de imaginaci¨®n, del arte de narrar y volar en tiempos y espacios que parecer¨ªan lejanos. Ambos han sellado un ejemplo de la decencia callada y el sobrio pensamiento de quien apuesta por lo ecu¨¢nime en medio de tanta violencia vehemencia¡ y s¨ª, lamentablemente parecen reptar los frustrados autores alimentados por la envidia y el encono, ya por las redes o en fojas que se dobaln pulcramente para esconderse en sobres an¨®nimos.
A¨²lla con amenazas huecas el pr¨®fudo del psiqui¨¢trico y el desolado deprimido, tiene el anonimato a mano no solo porque es capaz de intentar su apellido, sino porque no tiene m¨¢s que una cara ovoide y mal planchada con la que babea la bilis con la que escribe insultos, bravatas y amenazas. Entre colmillos de una soledad lamentable, el hacedor de estos males no repara en el da?o conc¨¦ntrico que provocan su gamberradas, en la preocupaci¨®n de quienes nos rodean y en el coraje que crece entre quienes nos quieren y procuran, dispuestos como estas l¨ªneas a radiografiar la mala leche de los acosadores para flagelarlos ante es espejo de su propia estulticia, all¨ª donde ellos mismos miren sin poder hacer nada la decantaci¨®n de su est¨²pido empe?o.
?Qu¨¦ gana el an¨®nimo acusador con la cobarde artima?a de fingir que es muchos? ?Qu¨¦ goce puede digerir de veras una cuadrilla de enconados cuyo fervor no puede expresarse en p¨²blico o tribuna alguna? ?C¨®mo ronronea con su mascota el agrio imb¨¦cil que cree haber cumplido un deber autoritario con denostar al pr¨®jimo, vapulear pel¨ªculas que no ha visto en pantalla o novelas que dizque ley¨® al vuelvo? Nada¡ absolutamente nada.
O algo. Quiz¨¢ lo ¨²nico que se desprende de estas noticias cada vez m¨¢s tristemente comunes y compartidas es que en realidad no est¨¢n solos quienes reciben el agrio tufo del odio en cualesquiera de sus formas y, aunque tampoco andan tan solos los solitarios gandallas que tiran piedras como si fueran orgasmos, siempre estar¨¢ muy por encima de la putrefacci¨®n del rijoso la clara dignidad de quien camina con la mirada leyendo al mundo y los pasos como prosa; hablo de pensamiento por encima de la necedad hueca del intolerante, hablo de la paciencia que lidia como birlibirloque la desesperaci¨®n del demente, hablo de la callada serenidad de quien opta por la sobriedad ante la embriaguez azucarada de los enanos y cobardes¡ e intento hablar en defensa de quienes ejercen y transpiran una vida de letras en pareja y en persona a contrapelo del esfumado energ¨²meno que no tiene ni la palabra con la que lo nombran.
La negra saliva con la que insulta el an¨®nimo sicario ¨Co aquel que sin verg¨¹enza alguna hace p¨²blico lo podrido de su coraz¨®n¡ªpretende volverse pu?etazo, empell¨®n o navaja, pero el pa?o intacto de los Justos solo se palpa de veras con palabras plenas, palabras como aliento, palabras sin¨®nimas o mejor a¨²n, solo se tocan esas almas con el abrazo que intento enviarles.
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