La otra marea verde
Las olas que desde hace tres a?os han venido haciendo en M¨¦xico las Fuerzas Armadas pueden no gustar, pero ya no deber¨ªan ser sorpresivas: es tiempo de empezar a discutir las implicaciones que enfrentaremos por haber metido a los soldados literalmente hasta en la cocina
Mi amigo, colega de estas p¨¢ginas y varias veces jefe Jorge Zepeda Patterson alguna vez analiz¨® si era posible vivir un d¨ªa en M¨¦xico sin pagarle, directa o indirectamente, un peso al emporio de Carlos Slim. Hoy propongo adaptar esa interrogante: cuando acabe la Administraci¨®n de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ?podremos pasar una sola jornada sin toparnos con el Ej¨¦rcito?
Solo entre marzo y abril pasado, el activista Alfredo Lecona enumer¨® en su cuenta de Twitter 35 tareas encargadas por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador a las Fuerzas Armadas. Lo mismo construyen los llamados bancos del Bienestar que operar¨¢n en las Aduanas.
Otra manera de ilustrar lo anterior es apuntar que no existe precedente de lo que vemos cada semana en Palacio Nacional: la voz de mandos de Ej¨¦rcito y Marino era inusual en el pasado mientras que hoy es regular en las conferencias ma?aneras. Para no ir m¨¢s lejos, este viernes ocuparon buena parte de ese espacio medi¨¢tico.
La proclividad del presidente para volver central al Ej¨¦rcito queda confirmada en el presupuesto 2022, que propone un aumento de 60% a la Guardia Nacional, compuesta y administrada en los hechos por la Secretar¨ªa de la Defensa Nacional. Junto con los recursos que se dar¨¢n a Pemex o al Tren Maya ¨Cque en parte construir¨¢ precisamente el Ej¨¦rcito¨C se trata de uno de los aumentos m¨¢s significativo de recursos p¨²blicos en el ejercicio presupuestal para el siguiente a?o.
Una parte de los votantes de L¨®pez Obrador en 2018 se dicen decepcionados de que el mandatario meta en todo tipo de labores, pero sustancialmente en las de seguridad, a soldados y marinos. Hay, sin embargo, quien a menudo recuerda que lo que ocurre con L¨®pez Obrador es que no lo leemos bien: aunque en su a?osa carrera hacia la presidencia de la Rep¨²blica s¨ª lleg¨® a plantear que los uniformados que realizaban tareas policiacas tendr¨ªan que volver a los cuarteles, en su libro program¨¢tico sobre 2018 el tabasque?o propuso todo lo contrario.
Parte del argumento esgrimido en ese volumen por quien ya estaba perfilado como favorito para ganar en las presidenciales recientes, fue que M¨¦xico ya no necesariamente requer¨ªa de la milicia para defender la soberan¨ªa; por tanto, propon¨ªa sumar a 220.000 soldados y 30.000 marinos al combate el crimen.
Hoy podemos deducir que una vez tomada la decisi¨®n de usar tal capacidad instalada para algo que no fuera su misi¨®n original, este mandatario con prisa por borrar el pasado no dud¨® en asignarle chambas de todo tipo, adem¨¢s de las de seguridad, a esa aceitada burocracia.
As¨ª que esta marea verde ¨Cverde porque la Marina no es tan preponderante en n¨²mero ni en protagonismo de esta transformaci¨®n¨C que desde hace tres a?os ha venido haciendo olas en M¨¦xico puede no gustar, mas ya no deber¨ªa ser sorpresiva: es m¨¢s bien tiempo de empezar a discutir las implicaciones que enfrentaremos, sobre todo cuando termine el periodo de L¨®pez Obrador, por haber metido a los soldados literalmente hasta en la cocina.
Caballer¨ªa versus elefante reum¨¢tico
En su libro 2018: La salida, L¨®pez Obrador anunci¨® claramente su prop¨®sito de integrar a las Fuerzas Armadas a las tareas de seguridad p¨²blica. En ese volumen editado por Planeta en 2017 se lee: ¡°Se sumar¨¢n el Ej¨¦rcito y la Marina al esfuerzo de garantizar la seguridad p¨²blica¡±. Enseguida, L¨®pez Obrador plantea que adem¨¢s de salvaguardar el territorio y preservar la soberan¨ªa ¡°es indispensable¡± incorporar la ¡°seguridad p¨²blica interior¡± a las misiones castrenses cl¨¢sicas.
Enseguida el hoy mandatario asentaba en su libro algo que podr¨ªa explicar la multiplicaci¨®n de las tareas encomendadas a los soldados. ¡°No debe desaprovecharse personal, experiencia e instalaciones para garantizar a los mexicanos el derecho a vivir sin miedos ni temores. Los tiempos han cambiado y es otra nuestra realidad¡±.
En suma, dice L¨®pez Obrador, ¡°se trata de aprovechar el conocimiento, la disciplina de esta fuerza, as¨ª como todos sus recursos materiales (veh¨ªculos, cuarteles e instalaciones), con el prop¨®sito de garantizar la seguridad de los mexicanos y serenar el pa¨ªs¡±.
Estamos leyendo al candidato que desde diciembre de 2018, ya como presidente, ha reiterado quejas sobre lo dif¨ªcil que resulta mover al aparato gubernamental. Su frase recurrente es sobre lo fatigoso de echar a andar a ese ¡°elefante reum¨¢tico¡± que es el Gobierno.
Dif¨ªcilmente alg¨²n mexicano podr¨ªa contradecir al presidente si de quejarse de la marcha de la burocracia se trata. El pa¨ªs nunca profesionaliz¨® a los funcionarios medios y altos ¨Cuna iniciativa al respecto no madur¨® en la alternancia y con L¨®pez Obrador ha quedado en letra muerta¨C. Pero estamos frente a un fen¨®meno m¨¢s complejo.
Entre otras cosas, L¨®pez Obrador pretende borrar toda huella del calderonismo y por tanto utilizar al Ej¨¦rcito para combatir al crimen le ha servido para eliminar la Polic¨ªa Federal, que tuvo un relanzamiento en el periodo presidencial que Andr¨¦s Manuel detesta.
Al mismo tiempo, con la Guardia Nacional ¨Cque integra a elementos castrenses y en menor medida a expolic¨ªas federales¨C el presidente ya puede acreditarse haber creado a una instituci¨®n nueva, man¨ªa sexenal inherente a todo presidente mexicano. Adem¨¢s lo hizo en tiempo r¨¦cord, y cont¨® para ello con el apoyo de las fuerzas pol¨ªticas de todo color que en febrero de 2019 le aprobaron un¨¢nimemente la creaci¨®n de ese cuerpo, que aunque se encuentra asignado a la Secretar¨ªa de Seguridad en realidad nunca ha caminado en la ruta de consolidarse como una fuerza civil.
En estos tres a?os, por el contrario, cada d¨ªa ha dado m¨¢s pasos hacia la militarizaci¨®n. Uno de los m¨¢s recientes ha sido la decisi¨®n de que sean polic¨ªas militares quienes, adscritos a la Guardia Nacional, realicen las labores de patrullaje en las carreteras del pa¨ªs, espacio que hab¨ªan seguido ocupando expolic¨ªas federales asimilados en el nuevo cuerpo de seguridad.
Adem¨¢s, a la Guardia Nacional se le ha dotado de cuarteles en todo el pa¨ªs, cosa que la Polic¨ªa Federal nunca tuvo, y cuenta con m¨¢s del doble de efectivos que los que la Polic¨ªa Federal tuvo el sexenio pasado. Y ahora, en el presupuesto que la Secretar¨ªa de Hacienda entreg¨® el mi¨¦rcoles al Congreso se propone que se aumente en 60% los recursos de una agrupaci¨®n que el presidente quiere ya, legalmente, trasladar a la Sedena.
El aumento en el presupuesto que se propone para la Guardia Nacional no tiene paralelo en los mecanismos que el propio Gobierno contempla para el fortalecimiento de las polic¨ªas de Estados y municipios. Es claro pues que el presidente ha decidido que el ¨²nico cuerpo de seguridad robusto en el pa¨ªs sea el que ha sido formado b¨¢sicamente con soldados, y que es manejado por militares.
Esta decisi¨®n no ha sido acompa?ada por una discusi¨®n p¨²blica, y menos una proactiva apertura oficial, sobre los mecanismos con los que la ciudadan¨ªa podr¨¢ monitorear la actuaci¨®n de la Guardia Nacional, tanto para evaluar sus resultados en t¨¦rminos de bajar los ¨ªndices de inseguridad, como de la forma en que procesen negligencias o violaciones a los derechos humanos.
Cost¨® mucho a la sociedad mexicana obligar a los anteriores gobiernos a que violaciones a la ley por parte de elementos castrenses fueran procesados con par¨¢metros civiles. El aumento de responsabilidades y presupuesto incrementa necesariamente los riesgos tanto de abusos de los militares como de actos de corrupci¨®n de estos.
Eso deber¨¢ estar en la mente de los legisladores si L¨®pez Obradoe, en efecto, env¨ªa al Congreso la iniciativa de ley para que la Guardia Nacional deje la simulaci¨®n de estar adscrita a la Secretar¨ªa de Seguridad. Si algo tendr¨ªa de afortunado el hecho de que llegue esa propuesta de ley al Legislativo es precisamente que se abre una oportunidad para reconocernos en la nueva realidad: la seguridad p¨²blica ser¨¢ fundamentalmente una labor realizada y dirigida por militares. Ya no es una propuesta en un libro de un candidato.
Porque antes de aprobar esa eventual ley es menester hacer preguntas, y ¨¦stas pueden estar formuladas en la narrativa que tanto gusta a L¨®pez Obrador: adem¨¢s de todas las implicaciones sobre la sujeci¨®n a controles democr¨¢ticos de las labores castrenses en la lucha contra la delincuencia, ?esa realidad, la de una seguridad militarizada, tiene reversa? ?O ser¨¢ una m¨¢s de las cosas que el presidente busca que sea muy dif¨ªcil de desmontar cuando ¨¦l se haya retirado de Palacio Nacional? Y si no tiene reversa, ?es eso lo que nos conviene para el futuro?
Si no fuera ya de suyo retador el abodar tales cuestionamientos, es necesario enmarcar estos en una realidad donde los generales y la tropa han sido introducidos a muchas labores y responsabilidades que no ten¨ªan antes del 2018. Con el consiguiente disfrute de presupuesto y poder.
L¨®pez Obrador podr¨¢ argumentar que ¨¦l no fue el presidente que sac¨® a los militares a las calles, e incluso podr¨ªa justificarse diciendo que contrario a sus antecesores ¨¦l s¨ª tuvo un amplio marco legal para desplazar por el pa¨ªs a 100.000 efectivos, mayormente de extracci¨®n castrense, en labores policiacas.
Pero en donde este mandatario no tiene precedente en la historia moderna es en la innovaci¨®n burocr¨¢tica que ha emprendido sistem¨¢ticamente, esa en la que tiene a los militares de constructores lo mismo de sedes de cajeros autom¨¢ticos que de un aeropuerto; o de aduaneros, vacunadores, distribuidores de gasolina, administradores de terminales a¨¦reas y, por supuesto, obreros para trazar y montar una l¨ªnea ferroviaria.
Si alg¨²n presidente hab¨ªa considerado antes como capacidad ociosa a las Fuerzas Armadas, solo este se ha atrevido a ponerlos a trabajar. Eso, sin embargo, puede cambiar la din¨¢mica en la que se hab¨ªan venido desempe?ado los militares, ajenos en t¨¦rminos generales desde el priismo a la disputa del poder, pero que con nuevas responsabilidades, tan cruciales como la seguridad o el manejo de v¨ªas de comunicaci¨®n tan importantes como un aeropuerto capitalino o el tren m¨¢s grande de pasajeros del pa¨ªs, necesariamente estar¨¢n atentos a procesos electorales donde se jugar¨¢ mucho m¨¢s que la definici¨®n de su comandante supremo.
De lo institucional a lo gubernamental
Cuando lleg¨® la primera alternancia una de las primeras buenas noticias de ese cambio en la presidencia de la Rep¨²blica en el a?o 2000 fue que se prob¨® que la institucionalidad de las Fuerzas Armadas iba m¨¢s all¨¢ de los periodos en donde gobernaba el PRI. En los tres sucesivos cambios presidenciales solo se comprob¨® esa caracter¨ªstica tanto de la Defensa como de la Marina.
Al comenzar la segunda parte del sexenio de L¨®pez Obrador tales cuerpos armados constituyen, en palabras del presidente, el sector que m¨¢s lo ha apoyado, como declar¨® hace un mes. L¨®pez Obrador defiende que en las obras que les encarga adem¨¢s son efectivos e incluso econ¨®micos.
Est¨¢n por verse ambas cosas, pero la eventual constataci¨®n de eso no ser¨¢ un tr¨¢mite sencillo. Las fuerzas armadas son proclives a la opacidad y ya veremos qu¨¦ tal responden cuando ¨®rganos como la Auditor¨ªa Superior de la Federaci¨®n o en su caso la Funci¨®n P¨²blica revisen sus cuentas. Y lo mismo aplica para situaciones en donde sean exhibidas por la prensa u organizaciones de la sociedad civil.
Los militares son ya los polic¨ªas de M¨¦xico. Pero en medio de las crisis por la pandemia, qui¨¦n nos dice que el presidente no les d¨¦ tambi¨¦n carreteras que alguien ya no pueda operar o incluso los meta a operar una l¨ªnea de aviaci¨®n.
Al emplear a las Fuerzas Armadas en toda clase de labores L¨®pez Obrador ha creado una nueva burocracia, una muy singular porque no tendr¨¢ sindicato pero tampoco vida democr¨¢tica interna.
Al respecto de esto ¨²ltimo, en el podcast La Vespertina Roberto Zamarripa recordaba hace dos semanas que la izquierda siempre pugn¨® por abrir los cuarteles para que los distintos partidos pudieran ser escuchados por las tropas. Si esa demanda ten¨ªa sentido en el pasado corporativista de tiempos del PRI, cu¨¢nto m¨¢s es peritenente hoy cuestionarse qu¨¦ ocurrir¨¢ en las venideras elecciones presidenciales con una milicia que ya es tambi¨¦n gobierno y no solo baluarte de la naci¨®n.
Por si fuera poco, esta integraci¨®n castrense a lo gubernamental ocurre en una Administraci¨®n que apela en todo tiempo al nacionalismo y a la apropiaci¨®n para s¨ª misma ¨Cy por tanto para sus aliados¨C de momentos claves la historia, hitos que no se entienden sin la participaci¨®n de los antecesores de la actual clase militar.
Esta marea verde que est¨¢ instal¨¢ndose en M¨¦xico traer¨¢ muchas interrogantes y retos. Ser¨ªa bueno empezar por reconocer que no parece que vaya a detenerse en los pr¨®ximos tres a?os, y que luego podr¨ªamos toparnos con ella de manera inexorable cada uno de nuestros futuros d¨ªas.
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