Nueva pol¨ªtica mexicana
A pesar de que las formas pol¨ªticas de las ¨²ltimas d¨¦cadas se consideraron propias del r¨¦gimen priista, se reiteraron de tal manera que dejaron su huella y permanencia en los sucesivos
Una de las caracter¨ªsticas del M¨¦xico reciente fue la tersura de sus procesos pol¨ªticos. Salvo en casos extremos, la mayor parte de los vencidos electoral o pol¨ªticamente pod¨ªan quedarse con la honra, los privilegios y los bienes adquiridos, fueran estos de procedencia l¨ªcita o il¨ªcita. En una especie de perd¨®n y olvido tanto general como reiterado, a lo largo de varios sexenios, el derrotado y sus familiares, amigos y cercanos, pod¨ªan irse con tranquilidad a gozar de lo habido y obtenido. Las excepciones a esta regla son conocidas. En algunos casos, los menos, ...
Una de las caracter¨ªsticas del M¨¦xico reciente fue la tersura de sus procesos pol¨ªticos. Salvo en casos extremos, la mayor parte de los vencidos electoral o pol¨ªticamente pod¨ªan quedarse con la honra, los privilegios y los bienes adquiridos, fueran estos de procedencia l¨ªcita o il¨ªcita. En una especie de perd¨®n y olvido tanto general como reiterado, a lo largo de varios sexenios, el derrotado y sus familiares, amigos y cercanos, pod¨ªan irse con tranquilidad a gozar de lo habido y obtenido. Las excepciones a esta regla son conocidas. En algunos casos, los menos, hubo asesinatos. En otros, tambi¨¦n escasos, destierros breves no muy inc¨®modos. Y en determinados momentos hubo c¨¢rcel que no signific¨®, necesariamente, la p¨¦rdida de la fortuna.
A pesar de que las formas pol¨ªticas de las ¨²ltimas d¨¦cadas llegaron a considerarse caracter¨ªsticas propias del r¨¦gimen pol¨ªtico priista, se reiteraron de tal manera que dejaron su huella y permanencia en los sucesivos reg¨ªmenes de la transici¨®n. Los coches, las casas en el pa¨ªs y en el extranjero, las cuentas bancarias, las obras de arte, los t¨ªtulos y premios, y tantos otros s¨ªmbolos del ¨¦xito logrado mediante el poder pol¨ªtico quedaron intocados. La regla dominante fue aceptar a quienes llegaban, permitirles el m¨¢s amplio ejercicio de sus atribuciones y callar sobre todo aquello que con anterioridad hubieran visto u o¨ªdo. Quien estuvo dispuesto a dejar el espacio a los reci¨¦n llegados pod¨ªa irse tranquilo para, tal vez, volver tan fresco y encumbrado como cuando tuvo que irse.
La pol¨ªtica mexicana dej¨® de ser cruenta para quienes participaban en sus formas y sus ritos y no, desde luego, para quienes como opositores pretendieron descarrilar las operaciones en marcha. La normalizaci¨®n de los silencios y los perdones hizo suponer a las ¨¦lites que sus participaciones se reduc¨ªan a unos recursos de sustituci¨®n bien acotados y regulados. A juegos en los que las derrotas no trascend¨ªan a la vida, el patrimonio, la honra o la libertad sino, en el peor de los casos, s¨®lo al orgullo. Pienso, sin embargo, que tan constre?idas condiciones ya perdieron su vigencia. Que est¨¢ de vuelta la pol¨ªtica descarnada. De situaciones en las que los procesos de cambio, electorales o no, implicar¨¢n c¨¢rcel, destierro u otros males.
Si bien es cierto que a lo largo del periodo presidencial de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador se han manifestado grandes contradicciones entre diversos grupos y personas, tambi¨¦n es verdad que buena parte de ellos no provienen de estos a?os. Las diferentes posiciones y luchas sobre el poder pol¨ªtico, econ¨®mico, social o cultural, por ejemplo, no iniciaron recientemente. La participaci¨®n de la delincuencia en m¨¢s ¨¢mbitos p¨²blicos, la aparici¨®n de nuevos actores y el desplazamiento de otros que contaban con posiciones relativamente s¨®lidas, la incapacidad para generar soluciones a los conflictos mediante mecanismos racionalizados, ejemplifican lo que acontece.
Lejos de suponer que aquello a lo que asistimos es nuevo, debemos admitir que es una combinaci¨®n de fen¨®menos y ajustes recientes con los existentes, con la variaci¨®n de que el vencedor no s¨®lo considerar¨¢ l¨ªcito tener lo que le es ¡°propio¡±, sino que con los derrotados debe hacer algo m¨¢s que privarlos del poder. Que por lo que ya han hecho o pueden llegar a hacer en su contra o de los suyos, por las redes que tienen constituidas o por otras razones semejantes, tienen que excluirlos del juego pol¨ªtico con algo m¨¢s que con la p¨¦rdida de los cargos o posiciones que ocupan. Considerar que quien hab¨ªa sido adversario o contrincante, ahora tiene la calidad de enemigo y, por ello, tiene que ser destruido. Que ha llegado el momento de mirar al otro desde la perspectiva tan bien se?alada por Carl Schmitt, un pensador que poco a poco ha ido recuperando una condici¨®n de gu¨ªa de conducta pol¨ªtica y no ya s¨®lo de reflexi¨®n sobre ella.
@JRCossio
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs