Asalto en Michigan
Donald Trump est¨¢ erosionando el entramado institucional de EE UU
La irrupci¨®n de un grupo de manifestantes, algunos de ellos portando armas, en el Capitolio del Estado de Michigan mientras los congresistas debat¨ªan sobre la extensi¨®n de la declaraci¨®n de emergencia para frenar la expansi¨®n del coronavirus es una buena muestra de la profunda brecha pol¨ªtica y social existente en Estados Unidos que ha sido alentada irresponsablemente desde la misma Casa Blanca.
Los congresistas de Michigan discut¨ªan sobre la propuesta de la gobernadora, Gretchen Whitmer, para prolongar el estado de alarma en el tercer Estado del pa¨ªs con mayor n¨²mero de muertes por cor...
La irrupci¨®n de un grupo de manifestantes, algunos de ellos portando armas, en el Capitolio del Estado de Michigan mientras los congresistas debat¨ªan sobre la extensi¨®n de la declaraci¨®n de emergencia para frenar la expansi¨®n del coronavirus es una buena muestra de la profunda brecha pol¨ªtica y social existente en Estados Unidos que ha sido alentada irresponsablemente desde la misma Casa Blanca.
Los congresistas de Michigan discut¨ªan sobre la propuesta de la gobernadora, Gretchen Whitmer, para prolongar el estado de alarma en el tercer Estado del pa¨ªs con mayor n¨²mero de muertes por coronavirus, cuando se produjo una escena hasta ahora inconcebible en la democracia m¨¢s poderosa del mundo. Decenas de manifestantes que se opon¨ªan a la medida irrumpieron en el edificio y la polic¨ªa tuvo que retirarse hasta los accesos del hemiciclo y apostarse all¨ª para impedir que la sesi¨®n fuera interrumpida. Mientras los legisladores debat¨ªan, varias personas circulaban por la tribuna de invitados portando rifles y subfusiles de uso militar. En Michigan es legal portar y exhibir armas en el interior del Capitolio. La senadora dem¨®crata Dayna Polehaki asegur¨® que algunos de sus colegas en la C¨¢mara acudieron a la sesi¨®n con chalecos antibalas. La mayor¨ªa republicana rechaz¨® la ampliaci¨®n que fue finalmente aprobada por la gobernadora dem¨®crata mediante una orden ejecutiva.
Resulta imposible pasar por alto que los manifestantes exhib¨ªan carteles e insignias de apoyo al presidente Donald Trump, quien a mediados de abril anim¨® a sus partidarios en varios Estados gobernados por dem¨®cratas ¡ªentre ellos Michigan¡ª a lanzarse a las calles para desafiar el confinamiento ordenado por sus respectivos gobernadores. Una inaudita llamada a socavar el orden institucional porque fue realizada por el propio jefe del Estado, quien parece no entender tanto su responsabilidad en el cargo como el impacto que tienen las palabras que pronuncia desde el atril presidencial. Como muestra, basta la alarma desatada entre las autoridades m¨¦dicas despu¨¦s de que Trump sugiriera que las inyecciones con desinfectante eran eficaces contra la covid-19. M¨¢s de cien personas tuvieron que ser ingresadas tras esta afirmaci¨®n. Trump asegur¨® despu¨¦s que era un sarcasmo.
Tanto el confinamiento como la desescalada son objeto de discusi¨®n en todas las democracias que est¨¢n sufriendo la pandemia, pero lo que est¨¢ haciendo el actual inquilino de la Casa Blanca ¡ªque aspira a la reelecci¨®n presidencial en noviembre¡ª va mucho m¨¢s all¨¢ que la pol¨¦mica m¨¢s enconada producida en cualquier otro lugar. Porque Trump ha demostrado que su estrategia de voladura sistem¨¢tica del entramado institucional no solo afecta a las relaciones internacionales, sino al mismo funcionamiento de EE UU y de su democracia.