La democracia contra el virus
Este virus est¨¢ actuando como una llamada de atenci¨®n sobre algunas de las disfunciones del sistema pol¨ªtico
Este virus est¨¢ actuando como una llamada de atenci¨®n sobre algunas de las disfunciones de la democracia. La primera y fundamental es su cortoplacismo. Est¨¢bamos advertidos de la posibilidad de una epidemia de estas caracter¨ªsticas, pero nadie hizo nada por prepararse frente a ella. El calculo del decisor democr¨¢tico pocas veces va m¨¢s all¨¢ de una legislatura; todos los recursos disponibles se ponen, pues, al servicio de decisiones cuya rentabilidad puede medirse en t¨¦rminos de ventajismo electoral.
Segundo, la dif¨ªcil traslaci¨®n de evidencias cient¨ªficas en decisiones pol¨ªticas. Para e...
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Este virus est¨¢ actuando como una llamada de atenci¨®n sobre algunas de las disfunciones de la democracia. La primera y fundamental es su cortoplacismo. Est¨¢bamos advertidos de la posibilidad de una epidemia de estas caracter¨ªsticas, pero nadie hizo nada por prepararse frente a ella. El calculo del decisor democr¨¢tico pocas veces va m¨¢s all¨¢ de una legislatura; todos los recursos disponibles se ponen, pues, al servicio de decisiones cuya rentabilidad puede medirse en t¨¦rminos de ventajismo electoral.
Segundo, la dif¨ªcil traslaci¨®n de evidencias cient¨ªficas en decisiones pol¨ªticas. Para empezar, porque muchas veces, como ahora es el caso, aquellas son provisionales. Hay que actuar pol¨ªticamente bajo cierto grado de incertidumbre respecto de las consecuencias de la decisi¨®n tomada. Pero el responsable es siempre el pol¨ªtico, nunca los cient¨ªficos. Lo c¨®modo es actuar como si fuera a la inversa.
Tercero, y esto es en parte consecuencia de lo anterior. En los Estados compuestos como el nuestro, ?qui¨¦n est¨¢ obligado a rendir cuentas, la Administraci¨®n central o las comunidades aut¨®nomas? En la situaci¨®n actual mi respuesta ser¨ªa que ambos, aunque tengo mis dudas despu¨¦s de ver el protagonismo del Gobierno en la gesti¨®n del estado de alarma y su direcci¨®n de las medidas sin apenas contar con ellas. Si se requiere su colaboraci¨®n, ?por qu¨¦ limitarse a transmitirles lo ya decidido?
Cuarto, el juego gobierno-oposici¨®n. ?Debe apoyar la oposici¨®n acr¨ªticamente al gobierno en nombre del inter¨¦s general? Desde luego, hay que admitir una cr¨ªtica constructiva, pero ?es l¨ªcito que la oposici¨®n juegue al ventajismo pol¨ªtico en momentos de aflicci¨®n y consternaci¨®n colectiva? Es curioso c¨®mo en EE UU las dos opciones pol¨ªticas ¡ªdesescalada o mantenimiento del confinamiento - siguen al pie de la letra las l¨ªneas de la confrontaci¨®n partidista. Aqu¨ª no se sabe bien, porque ni el Gobierno parece tener ning¨²n inter¨¦s en consultar con la oposici¨®n, ni esta es capaz de salirse de su guion anterior a la crisis. M¨¢s que hacer propuestas parece interesada en soldar los estados de ¨¢nimo y las emociones que cohesionan a los suyos.
Por ¨²ltimo, est¨¢ todo lo relativo a la necesaria limitaci¨®n de derechos de las situaciones excepcionales ¡ªese ¡°autoritarismo¡± del que a veces se habla¡ª, y la cuesti¨®n de las obligaciones c¨ªvicas de los ciudadanos. Ambos apuntan, a lo mismo, a la presencia o no de una s¨®lida cultura pol¨ªtica democr¨¢tica. En esta tan importante es velar por la defensa de los derechos como honrar los deberes c¨ªvicos. Al final todo resulta bastante claro: los pa¨ªses que mejor han combatido la pandemia son aquellos que m¨¢s ven¨ªan invirtiendo en servicios sociales, gozan de un buen liderazgo, de vertebraci¨®n territorial, de cooperaci¨®n gobierno¡ª oposici¨®n y de una ciudadan¨ªa responsable y unida. La ecuaci¨®n perfecta. Ser¨¢n tambi¨¦n los que mejor sepan salir de la pr¨®xima crisis econ¨®mica. Ya que hemos tenido una mala entrada, tengamos una buena salida. Conocemos la f¨®rmula, solo falta saber y querer aplicarla.