?rase una vez
La covid-19 ser¨ªa providencial si obligara al Gobierno y la oposici¨®n a confinarse indefinidamente, expiar culpas y dejar de vivir del cuento y las estafas a la democracia
?rase una vez un pa¨ªs cruzado por el Orinoco, que tuvo la desgracia de atesorar las mayores reservas de crudo pesado del planeta y de ser arrasado por la epidemia de la galbana y la corrupci¨®n. En aquel para¨ªso, a la gente se le pagaba por dormir y se azotaba a los hombres empe?ados en trabajar, como en Jauja. Los ¨¢rboles daban arepas en vez de frutas, y la carne mechada, los frijoles negros y las tajadas fritas de pl¨¢tano atiborraban las ollas; maracas, cerveza y ron, a capricho. El futuro no importaba porque el subsuelo financiaba la molicie.
El hallazgo de tierra tan fabulosa hab¨ªa a...
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?rase una vez un pa¨ªs cruzado por el Orinoco, que tuvo la desgracia de atesorar las mayores reservas de crudo pesado del planeta y de ser arrasado por la epidemia de la galbana y la corrupci¨®n. En aquel para¨ªso, a la gente se le pagaba por dormir y se azotaba a los hombres empe?ados en trabajar, como en Jauja. Los ¨¢rboles daban arepas en vez de frutas, y la carne mechada, los frijoles negros y las tajadas fritas de pl¨¢tano atiborraban las ollas; maracas, cerveza y ron, a capricho. El futuro no importaba porque el subsuelo financiaba la molicie.
El hallazgo de tierra tan fabulosa hab¨ªa acaecido siglo y medio antes, cuando un terremoto derrumb¨® viviendas y agriet¨® almacenes geol¨®gicos de hidrocarburos. La explotaci¨®n comercial del l¨ªquido viscoso atrajo a EE UU que se impuso ense?ando colmillos, tecnolog¨ªa y d¨®lares. Los lugare?os le complacieron con privilegios para no ser devorados, hasta que un jerarca nacionaliz¨® la industria petrolera y el dolce far niente.
La democracia del emporio era de quita y pon entre dos partidos, una instrumentalizaci¨®n ventajista del pluralismo que garantizaba estabilidad y petrod¨®lares para obra p¨²blica, joropo y un Estado monstruoso. Los presidentes otorgaban plata y concesiones a su antojo pues los contrapesos institucionales eran decorados. Mientras la capital del vergel abr¨ªa m¨¢s restaurantes franceses que Nueva York, y los ranchos desaguaban g¨¹isqui escoc¨¦s, los espadones adiestrados por el Norte en el genocidio limpiaban el ¨¢rea de bolcheviques.
Pero los ¨¢rboles que granaban perdices languidecieron con el desplome del barril, y florecieron los arrebatos y la delincuencia. La poblaci¨®n morena carg¨® contra la oligarqu¨ªa blanca denunciando haber sido enga?ada con baratijas durante el reparto de plusval¨ªas. Les areng¨® un gallo de pelea que mand¨® al carajo a los yanquis y a la mitad de sus compatriotas. Vendi¨® al resto una democracia a sus ¨®rdenes, que el pobrer¨ªo compr¨® porque la divisi¨®n de poderes del bipartidismo les hab¨ªa parecido un camelo de ricos, y el caudillo repart¨ªa carn¨¦s de la revoluci¨®n con cupones. Aquella geograf¨ªa se fue agostando y brot¨® el resentimiento cuando el campeador arruin¨® la conciliaci¨®n y la tesorer¨ªa regalando despensas, insultos e imposibles. Le sucedi¨® un aprendiz sitiado por su propia incompetencia y el bandolerismo del imperio americano, que dict¨® la muerte por inanici¨®n del pa¨ªs para recuperarlo como protectorado en nombre de la libertad y la democracia.
Carro?eros sobrevuelan las ruinas del Ministerio del Petr¨®leo, con el estatus de Estados benefactores. Sue?an con conseguir alguna ristra de los perros atados con longanizas. La covid-19 ser¨ªa providencial si los alejara, obligando al Gobierno y la oposici¨®n del yacimiento a confinarse indefinidamente para expiar culpas, dinamitar las reservas de crudo y dejar de vivir del cuento y las estafas a la democracia.