Desastre generacional
Urge un plan de empleo juvenil consensuado con las empresas que incentive la contrataci¨®n de los m¨¢s j¨®venes y garantice legalmente su continuidad cuando lo merezcan
Dos crisis casi sucesivas, la financiera de 2008 y la de la covid-19 en 2020, separadas apenas por tres a?os de recuperaci¨®n parcial, han causado un da?o devastador en el empleo de los j¨®venes y en sus esperanzas de instalarse de forma segura en el mercado de trabajo. El da?o es global, pero castiga con especial virulencia a la econom¨ªa espa?ola, donde el paro juvenil llega al 33%, una tasa muy superior a la que sufren los trabajadores instalados de m¨¢s edad y mucho m¨¢s alta que la media europea. En ¨¦pocas de crecimiento de la renta y del PIB, los j¨®venes suelen ser las v¨ªctimas favoritas de l...
Dos crisis casi sucesivas, la financiera de 2008 y la de la covid-19 en 2020, separadas apenas por tres a?os de recuperaci¨®n parcial, han causado un da?o devastador en el empleo de los j¨®venes y en sus esperanzas de instalarse de forma segura en el mercado de trabajo. El da?o es global, pero castiga con especial virulencia a la econom¨ªa espa?ola, donde el paro juvenil llega al 33%, una tasa muy superior a la que sufren los trabajadores instalados de m¨¢s edad y mucho m¨¢s alta que la media europea. En ¨¦pocas de crecimiento de la renta y del PIB, los j¨®venes suelen ser las v¨ªctimas favoritas de la precariedad; la crisis v¨ªrica, cuyos efectos destructivos sobre el empleo de los m¨¢s j¨®venes se acumulan a las secuelas de la Gran Recesi¨®n de 2008, est¨¢ destruyendo adem¨¢s la confianza de una generaci¨®n, la que ten¨ªa entre 20 y 29 a?os en 2008 y hoy cuenta entre 32 y 41, de encontrar un lugar al sol en el mercado de trabajo.
Antes de las crisis, el mercado de trabajo hab¨ªa mostrado s¨ªntomas claros de incapacidad para sustituir a los trabajadores de m¨¢s edad por los m¨¢s j¨®venes; las dos crisis casi sucesivas agudizan el problema hasta convertirlo en una amenaza social. La resistencia de la estructura laboral para aceptar un flujo estable de nuevas incorporaciones al empleo fijo reduce la independencia de los j¨®venes, destruye la utilidad social de la educaci¨®n invertida en ellos, merma su independencia, impide que puedan acceder al mercado de la vivienda, priva a la econom¨ªa de un factor de crecimiento que debe ser renovado generaci¨®n tras generaci¨®n y aumenta la brecha de bienestar con Europa. Adem¨¢s, y no es lo menos importante, desconecta a los m¨¢s j¨®venes del consenso social y del compromiso con el sistema democr¨¢tico. Relegar a los j¨®venes es una fuente segura de empobrecimiento econ¨®mico y pol¨ªtico.
El desastre generacional merece una atenci¨®n que hasta ahora se le ha negado. Tiene que afrontarse con un acuerdo pol¨ªtico de largo alcance para aprobar las leyes educativas, laborales y sociales que encaucen y resuelvan el problema. La renta m¨ªnima ser¨¢ de gran ayuda, pero tiene que acompa?arse de una mejora persistente de la ense?anza, un plan de empleo juvenil consensuado con las empresas que incentive la contrataci¨®n de los m¨¢s j¨®venes y garantice legalmente su continuidad cuando lo merezcan, un cambio en la legislaci¨®n laboral para penalizar la cobertura de empleos estables con trabajadores precarios y un cambio m¨¢s profundo en la legislaci¨®n sobre vivienda, en especial sobre alquileres. El acuerdo no puede dejarse para pasado ma?ana; la econom¨ªa espa?ola no puede permitirse el lujo de seguir destruyendo generaciones y condenarse a la irrelevancia cr¨®nica.