La reaparici¨®n militar
Como una derivaci¨®n de la pandemia, los soldados comienzan a desempe?ar un nuevo papel en la escena p¨²blica de Am¨¦rica Latina
La historia de Am¨¦rica Latina ha sido una historia armada. La guerra de la independencia fue apenas un detalle en esa larga inercia. La tradici¨®n autoritaria se fue tejiendo de golpes militares e insurgencia guerrillera, en un ciclo patol¨®gico tan extenso que parec¨ªa haberse vuelto cr¨®nico. Para dicha de toda la regi¨®n, la democracia se consolid¨® a partir de los a?os ochenta. Sin embargo, el protagonismo pol¨ªtico de las armas reaparece. No solo en Venezuela, donde entre Hugo Ch¨¢vez y Diosdado Cabello construyeron la plataforma castrense en la que se sostiene, gracias a complicidades impresenta...
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La historia de Am¨¦rica Latina ha sido una historia armada. La guerra de la independencia fue apenas un detalle en esa larga inercia. La tradici¨®n autoritaria se fue tejiendo de golpes militares e insurgencia guerrillera, en un ciclo patol¨®gico tan extenso que parec¨ªa haberse vuelto cr¨®nico. Para dicha de toda la regi¨®n, la democracia se consolid¨® a partir de los a?os ochenta. Sin embargo, el protagonismo pol¨ªtico de las armas reaparece. No solo en Venezuela, donde entre Hugo Ch¨¢vez y Diosdado Cabello construyeron la plataforma castrense en la que se sostiene, gracias a complicidades impresentables, Nicol¨¢s Maduro. Con una modulaci¨®n distinta, tambi¨¦n en Brasil el Ej¨¦rcito ocupa un rol inesperado. Son casos particulares. Pero es interesante observarlos, porque se recortan sobre un panorama en el cual, como una derivaci¨®n de la pandemia, los soldados comienzan a desempe?ar un nuevo papel en la escena p¨²blica.
Jair Bolsonaro fue diputado durante siete mandatos. Pero su carrera hacia la Presidencia brasile?a fue presentada como una marcha militar. A pesar de que hab¨ªa dejado los cuarteles de joven, en 1988, con el grado de capit¨¢n. El mismo Bolsonaro exager¨® esa condici¨®n profesional con manifestaciones ideol¨®gicas. Por ejemplo, una insistente reivindicaci¨®n del golpe militar de 1964, aplaudido como una eficiente barrera frente al avance del marxismo. ?l sigue militando en esa guerra.
La elaboraci¨®n de esta imagen puede haber sido anecd¨®tica en comparaci¨®n con otro proceso: el papel que las instituciones castrenses jugaron en la salida del Partido de los Trabajadores del poder. Los generales brasile?os acompa?aron, con la mayor discreci¨®n, el desplazamiento de Dilma Rousseff a trav¨¦s de un impeachment. Hubo una pol¨ªtica que los motiv¨® m¨¢s que otras: el impulso que Rousseff hab¨ªa empezado a dar a las presuntas violaciones a los derechos humanos cometidas por soldados durante los a?os sesenta y setenta. La c¨²pula del Ej¨¦rcito jug¨® tambi¨¦n un papel en la exclusi¨®n de Lula da Silva de la competencia presidencial en la que se impuso Bolsonaro. Horas antes de que el Superior Tribunal Federal de Brasil dictaminara si el l¨ªder del PT deb¨ªa ir tras las rejas o pod¨ªa esperar en libertad un nuevo pronunciamiento judicial, el 3 de abril de 2018, el general Eduardo Vilas Boas, comandante de esa fuerza, emiti¨® un tuit declarando que el Ej¨¦rcito compart¨ªa ¡°las ansias de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad y de respeto a la Constituci¨®n, a la paz social y a la democracia, as¨ª como se mantiene atento a sus misiones institucionales¡±. El impacto fue contundente. Los militares, asumiendo una tutela sobre el juego institucional que las normas no les conceden, vetaban la libertad de Lula. El propio Vilas Boas reconocer¨ªa m¨¢s tarde que con ese tuit se hab¨ªa puesto en el borde de la ley.
Una vez que lleg¨® al poder, llen¨® su Gabinete de uniformados. En la actualidad, seis Ministerios son ejercidos por compa?eros de armas del presidente. Entre ellos hay algunos muy relevantes. El jefe de la Casa Civil, que es un primus inter pares, es el general Walter Souza Braga Netto. Reemplaz¨® a Onix Lorenzoni. A diferencia de los que acompa?an a Bolsonaro desde un comienzo, este militar no es un viejo retirado. Su funci¨®n anterior era la de jefe del Comando Militar Este de las Fuerzas Armadas de Brasil. M¨¢s significativa todav¨ªa es la presencia de Luiz Eduardo Ramos en la decisiva Secretar¨ªa General de la Presidencia. Ramos es un general en actividad. El almirante Bento Costa Lima tampoco se retir¨® de la Armada brasile?a para desempe?arse como ministro de Minas y Energ¨ªa. Pero el caso de Ramos es m¨¢s expresivo: como secretario general tiene una influencia pol¨ªtica sin igual.
Esta participaci¨®n de oficiales en actividad obliga a revisar una hip¨®tesis inicial del Gobierno de Bolsonaro. La idea de que las Fuerzas Armadas no quer¨ªan involucrarse con el nuevo presidente por temor a que se politicen los cuarteles. O a que el experimento fracase con ellas adentro. Esa prescindencia fue desapareciendo a medida que el presidente entr¨® en un conflicto m¨¢s marcado con la dirigencia pol¨ªtico-parlamentaria, y se fue distanciando del Partido Social Liberal, con el que compiti¨® en las elecciones.
Aparte de los ministros, hay decenas y decenas de militares retirados ubicados en los rangos medios de la Administraci¨®n. El entorno cotidiano de Bolsonaro est¨¢ integrado por gente de uniforme. Esta propensi¨®n presenta un rasgo de familia muy notorio con Donald Trump. El presidente de los Estados Unidos tambi¨¦n prefiri¨® reclutar a sus colaboradores en los cuarteles y no en el Partido Republicano.
Muchos festejan la predilecci¨®n de Bolsonaro por sus antiguos colegas. Prefieren que se rodee de soldados y no de sus hijos, que no han sido bendecidos con el don de la sofisticaci¨®n pol¨ªtica, pero ejercen sobre ¨¦l una influencia incomparable. Entre quienes aplauden no est¨¢, sin embargo, el s¨²per ministro Paulo Guedes. Los militares disputan con ¨¦l la orientaci¨®n econ¨®mica del Gobierno. Guedes ve en ellos un obst¨¢culo importante para su programa de reducci¨®n del tama?o del Estado. El duelo sali¨® a luz hace pocos d¨ªas. Los generales, liderados por Braga Netto, presentaron un programa, Pro-Brasil, y Guedes contest¨® presentando, una vez m¨¢s, su renuncia. Bolsonaro sali¨® a respaldarlo en p¨²blico.
Las Fuerzas Armadas brasile?as esperan aumentar su gravitaci¨®n en la ecuaci¨®n oficial. El avance del coronavirus facilita su presencia. La pandemia exige un sistema sanitario, pero tambi¨¦n un aparato log¨ªstico que solo proveen los cuarteles. Esta dimensi¨®n de la crisis producida por la covid-19 est¨¢ aflorando en todo el mundo: en los Estados Unidos, China, Espa?a, Italia, Brasil o Argentina los uniformados no se reducen a m¨¦dicos o enfermeros. La urgencia humanitaria hace que los soldados vuelvan a salir a escena.
Para Bolsonaro es un enorme desaf¨ªo. Una cat¨¢strofe humanitaria podr¨ªa amenazarlo de verdad con un juicio pol¨ªtico que hoy es todav¨ªa te¨®rico. Ese eventual impeachment terminar¨ªa de cerrar el c¨ªrculo. Hamilton Mourao, el vice de Bolsonaro, su hipot¨¦tico sucesor, tambi¨¦n es general.