?L¨®pez Obrador en el punto de no retorno?
Se necesitar¨¢ otro milagro para que el presidente de M¨¦xico descienda del pedestal en el que ¨¦l mismo y sus aduladores lo han puesto
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador no ha traicionado sus banderas, pero en m¨¢s de un sentido se ha traicionado a s¨ª mismo. Sigue siendo fiel a su obsesi¨®n de beneficiar a los pobres y combatir la corrupci¨®n, pero al llegar al poder ha dejado de lado al hombre modesto y discreto que parec¨ªa ser. O quiz¨¢ simplemente traicion¨® al ser humano que hab¨ªamos construido en nuestra cabeza.
Supongo que hubieron muchas se?ales, pero a m¨ª me produjo una opresi¨®n angustiante en el pecho observar a un Andr¨¦s Manuel sonriente y feliz, dej¨¢ndose rodear por ni?os de primaria que cantaban un himno plagado de loa...
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Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador no ha traicionado sus banderas, pero en m¨¢s de un sentido se ha traicionado a s¨ª mismo. Sigue siendo fiel a su obsesi¨®n de beneficiar a los pobres y combatir la corrupci¨®n, pero al llegar al poder ha dejado de lado al hombre modesto y discreto que parec¨ªa ser. O quiz¨¢ simplemente traicion¨® al ser humano que hab¨ªamos construido en nuestra cabeza.
Supongo que hubieron muchas se?ales, pero a m¨ª me produjo una opresi¨®n angustiante en el pecho observar a un Andr¨¦s Manuel sonriente y feliz, dej¨¢ndose rodear por ni?os de primaria que cantaban un himno plagado de loas a su persona. El luchador social que yo aprecio habr¨ªa tenido un ataque de pudor ante la burda exaltaci¨®n del culto a la personalidad y de coraje ante la obvia manipulaci¨®n de los pupilos por parte de un maestro oportunista. Pero el Andr¨¦s Manuel que se observaba en el v¨ªdeo claramente disfrutaba del momento, consciente de estar siendo filmado, en una escena que en el mejor de los casos era una mala copia del Evangelio y, en el peor de ellos, una pieza propagand¨ªstica digna del regordete Kim Jong-Un de Corea del Norte.
Luego vinieron las desagradables muestras de servilismo en las ma?aneras de parte de personajes salidos del periodismo de aficionados, convertidos en s¨²bitas estrellas gracias a su disposici¨®n a madrugar y a hacer preguntas elogiosas y convenientes al soberano. ¡°Presidente de todos los mexicanos, siervo de la naci¨®n, ?qu¨¦ opina de la declaraci¨®n de los conservadores explotadores del pueblo que ayer afirmaron ¡? ¡± . Pens¨¦ que tales muestras de oportunismo y pobreza profesional ser¨ªan poco a poco desahuciadas por el sentido com¨²n de un hombre que, a mi juicio, ten¨ªa una trayectoria marcada por el decoro. Pero para mi sorpresa, al pasar los d¨ªas el presidente termin¨® d¨¢ndoles prioridad en las rondas de preguntas y no perdi¨® oportunidad de cargarlos de elogios y presumirlos como ejemplos de buen periodismo. Que califique de mala prensa a quienes le critican ya es preocupante, pero puede entenderse (que no justificarse) por la pasi¨®n pol¨ªtica. Que considere admirables las muestras de abyecci¨®n de las ma?aneras, en cambio, me parece que va m¨¢s all¨¢ de lo pol¨ªtico y tiene que ver con una fractura en un hombre cuya inteligencia y sentido de dignidad estaban por encima de eso.
Tuve la oportunidad de hacer un largo perfil biogr¨¢fico de L¨®pez Obrador para el libro Los Suspirantes 2006 y lo profundic¨¦ y actualic¨¦ para las versiones del 2012 y el 2018. Lo que encontr¨¦ fue un ser humano con virtudes y defectos, tozudo e implacable con sus principios y determinaciones, sencillo en sus planteamientos, austero, digno y honesto.
A los que profetizaban un Hugo Ch¨¢vez, yo contra argumentaba recordando su experiencia como alcalde de la Ciudad de M¨¦xico, la cual se caracteriz¨® por un esp¨ªritu pr¨¢ctico, negociador y emprendedor. En realidad mi mayor preocupaci¨®n resid¨ªa en la posibilidad de que al llegar al poder se dejara llevar por una actitud revanchista y punitiva en contra de los que le hab¨ªan boicoteado durante su trayectoria como opositor (las televisoras, los capitanes del dinero, los ex presidentes, etc.). Pero su discurso de toma de posesi¨®n sorprendi¨® a todos por su generosidad, su esp¨ªritu conciliador y su ¨¢nimo incluyente.
Para desgracia de muchos que votamos por Andr¨¦s Manuel y seguimos creyendo en sus banderas, ese discurso inaugural se fue debilitando con los meses. La borrachera del poder quiso otra cosa. Me hizo a?orar los cuentos de hadas que tras el beso de consumaci¨®n suelen terminar con el ¡°vivieron felices¡±. Los libretistas no tienen que batallar con la vanidad insufrible de la ex bella durmiente, las infidelidades del pr¨ªncipe azul o la anti clim¨¢tica y aburrida cotidianidad que termina por arruinar la luna de miel. Los cuentos felices tienen la virtud de terminar a tiempo. Los sexenios, no.
M¨¢s all¨¢ de aciertos y errores que todo ser humano comete, presidentes incluidos, me parece que algo se descompuso en el momento en que L¨®pez Obrador crey¨® posible decir sin rubor una frase como ¡°yo ya no me pertenezco¡±. No hay ninguna gloria en haber ganado la presidencia, como lo demuestran Fox o Calder¨®n, si no va acompa?ado de la capacidad de provocar un cambio real y no de palabra, como hasta ahora ha sucedido. No ayuda en nada que ¨¦l est¨¦ convencido de que sus frases van para el bronce y que sus textos son un regalo iluminado para la humanidad; en suma, cuando se convence de estar investido de una supuesta infalibilidad, tr¨¢tese de econom¨ªa, historia, ecolog¨ªa, pol¨ªtica, filosof¨ªa o humanismo. La humildad convertida en motivo de presunci¨®n.
Lo que no entiende el presidente es que nada asegura nada, y que sus pares en la historia podr¨ªan terminar siendo Luis Echeverr¨ªa y Jos¨¦ L¨®pez Portillo, y no Benito Ju¨¢rez o Francisco I. Madero, como ¨¦l cree. ?De qu¨¦ depende? De que la inseguridad p¨²blica, la pobreza o la corrupci¨®n disminuyan dr¨¢sticamente. Y esas, lejos de haber mejorado en a?o y medio, est¨¢n estancadas o van empeorando. Cada vez est¨¢ m¨¢s claro que no basta la buena voluntad del mandatario para que M¨¦xico se transforme y que se necesita el concierto de muchos actores (algunos de los cuales han sido maltratados y enajenados por el mandatario de manera gratuita). El presidente repite una y otra vez que no nos hemos dado cuenta de que ¡°esto ya cambi¨®¡±, pero no es as¨ª. Y all¨ª est¨¢n los asesinatos diarios para contradecirle, pr¨®ximamente el desempleo galopante y los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de los que nos vamos enterando. Lo que cambi¨®, y hay que reconoc¨¦rselo, es la voluntad pol¨ªtica del jefe del Estado de hacer un M¨¦xico m¨¢s justo para los desheredados. Pero deseo no es lo mismo que realidad por el simple hecho de que ¨¦l viva en Palacio.
No quisiera perder la esperanza. Era tan improbable la posibilidad de que las ¨¦lites permitieran la llegada al poder de un hombre comprometido con los que menos tienen, que se trata poco menos que de un milagro (quiz¨¢ de all¨ª las actitudes mesi¨¢nicas del personaje). Se necesitar¨¢ otro milagro para que el presidente descienda del pedestal en el que ¨¦l mismo y sus aduladores lo han puesto. Pelearse con las mujeres, con la prensa nacional y extranjera, con los ecologistas, con los inversionistas, con la parte de su Gabinete que no es servil e incondicional, con las clases medias, con intelectuales, cient¨ªficos y artistas y un creciente etc¨¦tera, puede haber sido imprescindible para producir un cambio y eliminar privilegios y distorsiones. Pero temo que muchos de esos desencuentros se originan por otra raz¨®n: la soberbia. La simple y llana convicci¨®n de creerse que es m¨¢s sabio que todos los dem¨¢s, y ufanarse de ello con el aplauso de su caterva de zalameros. ?Hay posibilidad de retorno?
?Es recuperable el estadista que lleva dentro sin que nos endilgue una supuesta superioridad moral? Y si el mejor AMLO no regresa ?vale la pena seguir apoy¨¢ndolo a pesar de sus deslices en aras de la bondad de sus banderas?