Contraste
Existe una vacuna contra la rabia, pero no contra el odio; contra el c¨®lera, pero no contra el cabreo; tampoco contra el resentimiento, la frustraci¨®n y la mala baba
A causa del confinamiento impuesto por la peste los ciudadanos han dejado por un tiempo de expeler basura en el espacio, pero nunca como hasta hoy a un cielo tan limpio y a un aire tan puro se ha sumado por contraste un ambiente social tan sucio aqu¨ª abajo. La nube t¨®xica de odio, cabreo y resentimiento que genera la pol¨ªtica de este pa¨ªs ha invadido la calle. Contra esta infecci¨®n de la moral colectiva no hay ant¨ªdoto, vacuna ni mascarilla prevista. De pronto los p¨¢jaros sorprendidos por un silencio tan extra?o han recobrado el territorio natural que hab¨ªan perdido. Por primera vez se han vis...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
A causa del confinamiento impuesto por la peste los ciudadanos han dejado por un tiempo de expeler basura en el espacio, pero nunca como hasta hoy a un cielo tan limpio y a un aire tan puro se ha sumado por contraste un ambiente social tan sucio aqu¨ª abajo. La nube t¨®xica de odio, cabreo y resentimiento que genera la pol¨ªtica de este pa¨ªs ha invadido la calle. Contra esta infecci¨®n de la moral colectiva no hay ant¨ªdoto, vacuna ni mascarilla prevista. De pronto los p¨¢jaros sorprendidos por un silencio tan extra?o han recobrado el territorio natural que hab¨ªan perdido. Por primera vez se han visto verderones, abubillas, palomas torcaces, gorriones, estorninos, mirlos y jilgueros bajar confiados al asfalto y la extraordinaria transparencia de la atm¨®sfera ha multiplicado la alegr¨ªa con que chillan los vencejos. Tambi¨¦n los ¨¢rboles, las plantas, las flores han recuperado una gloria lavada por las pasadas lluvias. Este esplendor vegetal nos retrotrae en la memoria a los tiempos en que la gente viv¨ªa en medio de una austeridad aseada y a una vida sencilla que se correspond¨ªa con un mar limpio, con la luz incontaminada de los d¨ªas azules. Pero ahora a ras del suelo, inmersa en un ¨¦xtasis de rencor entre bandos, la pol¨ªtica se parece a un baile de bastones, en el que el Gobierno da palos de ciego, algunos en la cabeza de sus propios ministros y la oposici¨®n lo azota como lo hacen con el asno los m¨¢s zafios arrieros. Esta parece ser la tierra prometida de Ca¨ªn en la que los pol¨ªticos revientan de placer si el adversario fracasa. Para salvarse de este laberinto de rencor solo nos queda mirar el cielo limpio antes de que lo volvamos a emponzo?ar cuando el miedo concluya. Existe una vacuna contra la rabia, pero no contra el odio; contra el c¨®lera, pero no contra el cabreo; tampoco contra el resentimiento, la frustraci¨®n y la mala baba hay vacuna en Espa?a.