Provincias
Las grandes murallas desescaladoras impuestas a la metr¨®polis, artificialmente troceada en tres subzonas sanitarias, se derrumban
Los vecinos de la calle de la Riera Blanca, acera sur, ah¨ª donde avanza l¡¯Hospitalet, podr¨¢n hoy cruzar los 30 metros de calzada que les separan de la acera norte, ah¨ª donde empieza Barcelona. Ciudades vecinas, polos lejanos. Al final de tanta verborrea y geograf¨ªa patri¨®tica a cuenta de los confines del territorio, las plagas y las patrias, la Generalitat viene a reconocer que Barcelona ¡ªla urbe impermeable al neorruralismo¡ª es diferente. Y vuelve a consagrar, aproximadamente, a la provincia como unidad de medida en lo universal.
As¨ª que las grandes murallas desescaladoras impuestas a ...
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Los vecinos de la calle de la Riera Blanca, acera sur, ah¨ª donde avanza l¡¯Hospitalet, podr¨¢n hoy cruzar los 30 metros de calzada que les separan de la acera norte, ah¨ª donde empieza Barcelona. Ciudades vecinas, polos lejanos. Al final de tanta verborrea y geograf¨ªa patri¨®tica a cuenta de los confines del territorio, las plagas y las patrias, la Generalitat viene a reconocer que Barcelona ¡ªla urbe impermeable al neorruralismo¡ª es diferente. Y vuelve a consagrar, aproximadamente, a la provincia como unidad de medida en lo universal.
As¨ª que las grandes murallas desescaladoras impuestas a la metr¨®polis, artificialmente troceada en tres subzonas sanitarias, Barcelona propiamente dicha, el Area metropolitana Norte e ¨ªdem Sur, se derrumban. La ciudad es ciudad, y lo dem¨¢s, carlismo. Las tres ¨¢reas suponen adem¨¢s el grueso de la provincia barcelonesa, de su continuo tejido urbano, como el urdido a lado y lado de la Riera Blanca que circunda el Nou Camp.
O sea que volvemos a la ciudad, que era, en el imaginario oficial, la enemiga de la naci¨®n. Y m¨¢s o menos a la provincia, que era el despliegue del Estado centralista (liberal) frente al (Antiguo) R¨¦gimen de los reinos distintos. Quiz¨¢ la l¨®gica de la tonelada de masa humana por cent¨ªmetro cuadrado acaba imponi¨¦ndose a toda enso?aci¨®n de comunidades virginales. Y a las conveniencias de la planificaci¨®n administrativa: es posible que las regiones sanitarias sean eficaces en planificar el desastre actual, y los que vengan, pero los derrota la pulsi¨®n de proximidad de j¨®venes y ancianos que cada d¨ªa se empe?an en cruzar la Riera Blanca en pos de su farmacia o su panader¨ªa.
La elefantiasis burocr¨¢tica de nuestros Gobiernos tan pr¨®ximos aparece hoy rid¨ªcula. El territorio catal¨¢n se subdivide en 7 regiones sanitarias; en 5 demarcaciones para servicios sociales; en 9 para los Mossos; en 10, para la educaci¨®n; en 8 vegueries (las delegaciones de nuestros condes medievales), y en 42 comarcas para que los patriotas taponen a los municipios de izquierdas.
Cualquier compartimentaci¨®n es buena, aunque confunda al usuario sobre qui¨¦n le manda ¡ªo le sirve¡ª en cada quehacer, mientras no sea la provincia, que es lo propio del Estado opresor. Por eso se mont¨® el cisco a final de abril, cuando el Gobierno organiz¨® la desescalada por fases y... provincias.
Pero volvemos, pues el c¨®mputo provincial es la base del r¨¦gimen electoral en que el nacionalismo bas¨® su poder. Y eso, tan antinacional, conviene mucho. No se toca en medio siglo.