El ejemplo uruguayo
El pa¨ªs sudamericano ha luchado de forma eficiente contra la pandemia. La actitud de su presidente, Luis Lacalle Pou, apelando a la responsabilidad de sus ciudadanos ha tenido mucho que ver
?Por qu¨¦ no se ha publicitado m¨¢s la manera tan eficiente como Uruguay ha luchado contra el coronavirus? Es verdad que se trata de un peque?o pa¨ªs, de apenas tres millones y medio de habitantes, aplastado por vecinos tan enormes como Brasil y Argentina. Pero a estos gigantes les hubiera ido bastante mejor si, en vez de hacer lo que han hecho para detener (o incentivar, se dir¨ªa m¨¢s bien, en el caso brasile?o) la pandemia, hubieran seguido el ejemplo uruguayo.
Luis Lacalle Pou, el nuevo presidente de Uruguay, acababa de tomar el poder despu¨¦s de derrotar al izquierdista Frente Amplio, qu...
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?Por qu¨¦ no se ha publicitado m¨¢s la manera tan eficiente como Uruguay ha luchado contra el coronavirus? Es verdad que se trata de un peque?o pa¨ªs, de apenas tres millones y medio de habitantes, aplastado por vecinos tan enormes como Brasil y Argentina. Pero a estos gigantes les hubiera ido bastante mejor si, en vez de hacer lo que han hecho para detener (o incentivar, se dir¨ªa m¨¢s bien, en el caso brasile?o) la pandemia, hubieran seguido el ejemplo uruguayo.
Luis Lacalle Pou, el nuevo presidente de Uruguay, acababa de tomar el poder despu¨¦s de derrotar al izquierdista Frente Amplio, que hab¨ªa acumulado 15 a?os de gobierno, con equivocaciones notables en pol¨ªtica econ¨®mica, pero respetando la libertad de expresi¨®n y las elecciones libres. El martes 13 de marzo se conocieron los primeros cuatro casos confirmados de coronavirus en el pa¨ªs. Enfrentando las presiones de la oposici¨®n de izquierda e incluso la de su propia alianza de blancos y colorados, Lacalle Pou se resisti¨® a imponer una cuarentena, como han hecho tantos pa¨ªses en el mundo. Apel¨® a la responsabilidad de los ciudadanos y declar¨® que nadie que quisiera salir a la calle o seguir trabajando ser¨ªa impedido de hacerlo, multado o detenido, y que no habr¨ªa subida de impuestos porque la empresa privada jugar¨ªa un papel central en la recuperaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs, luego de la cat¨¢strofe. S¨®lo se suspender¨ªan las clases en los colegios y habr¨ªa cierre de fronteras, de momento.
La vicepresidenta de Uruguay, Beatriz Argim¨®n, declar¨® a la prensa: ¡°Para nosotros, la libertad del individuo es muy importante, el presidente nunca quiso tomar una medida que no tuviera en cuenta ese aspecto fundamental que es nuestra filosof¨ªa de vida¡±. El resultado de esta pol¨ªtica, que no quiso aprovecharse del virus, como algunos Gobiernos democr¨¢ticos en Europa y en Am¨¦rica Latina, para restringir las libertades y promover su agenda pol¨ªtica sin las incomodidades de una oposici¨®n parlamentaria, no puede haber sido m¨¢s positiva. Tengo frente a m¨ª los resultados del ¨²ltimo informe emitido en Montevideo, se?alando que los fallecidos en Uruguay por obra de la plaga son 23 personas, los contagiados 826 y los recuperados 689. Dif¨ªcil imaginar un balance menos tr¨¢gico. Es cierto que Suecia, que sigui¨® una pol¨ªtica semejante a la de Uruguay, ha tenido muchos contagios y muertos que lamentar, sobre todo en residencias de ancianos, y, acaso, la ciudadan¨ªa local actuara de manera menos prudente y responsable que los uruguayos. Suecia ha tenido super¨¢vit en su balance del a?o, de modo que los estragos econ¨®micos de la pandemia lo afectar¨¢n mucho menos que a pa¨ªses que, para combatirla, paralizaron su econom¨ªa y deber¨¢n ahora enfrentar las consecuencias.
El gran problema que enfrenta Uruguay es su frontera con Brasil, una ciudad que ambos pa¨ªses comparten, y donde, con el caos brasile?o que ha creado Bolsonaro, los contagios del coronavirus se multiplican. Lacalle Pou visit¨® dos veces la ciudad fronteriza de Rivera y, para saber si se ha contagiado del virus, ha guardado varios d¨ªas de aislamiento voluntario.
Conozco a Luis Lacalle Pou, he coincidido con ¨¦l en encuentros de liberales y dem¨®cratas, y no me extra?a que haya sido esta excepci¨®n a la regla apenas asumiera el poder, luego de una campa?a electoral formidable. Es un hombre joven, de principios, amante de la libertad y de las ideas del verdadero progreso, que, con su valiente actitud frente a esta plaga que se abate contra el mundo, puede ahorrar a Uruguay buena parte de la cat¨¢strofe econ¨®mica que se cernir¨¢ sobre los pa¨ªses donde los Gobiernos, aterrados con la pandemia y la impopularidad, se apresuraron a cerrar f¨¢bricas y tiendas e imponer un confinamiento sever¨ªsimo, o a anunciar subidas de impuestos y nacionalizaciones, sin pensar que todo ello contribuir¨ªa a agravar la tragedia econ¨®mica, una de las herencias de la plaga y, acaso, la m¨¢s dif¨ªcil de subsanar.
Recuerdo mucho mi primera visita a Uruguay, en 1966. Era una ¨¦poca de dictaduras militares a diestra y siniestra en Am¨¦rica Latina. Una de las excepciones a esta tendencia era Uruguay, y otras, Chile y Costa Rica. Todo era civilizado y notable en este peque?o pa¨ªs de clase media, donde no se ve¨ªan los gigantescos contrastes econ¨®micos y sociales que aparec¨ªan por doquier en Am¨¦rica Latina. Todo me sorprend¨ªa: lo bien escritos que estaban sus peri¨®dicos y revistas, la excelencia de sus teatros, la magn¨ªfica librer¨ªa-anticuario de Linardi y Risso, donde encontr¨¦ primeras ediciones de Onetti y de Borges, y su pl¨¦yade de brillantes escritores y cr¨ªticos ¡ªJuan Carlos Onetti, Rodr¨ªguez Monegal, Idea Vilari?o, ?ngel Rama, Mario Benedetti, Ida Vitale, Mart¨ªnez Moreno, y muchos m¨¢s¡ª y un semanario, Marcha, que dedicaba la tercera parte de sus p¨¢ginas a la cultura y jugar¨ªa luego un gran papel en toda Am¨¦rica Latina. Levantaba la moral de un sudamericano llegar a ese pa¨ªs. Lo m¨¢s admirable en ¨¦l era su democracia, la m¨¢s genuina de todo el continente.
?Qu¨¦ llev¨® a los j¨®venes uruguayos a revolucionar aquel pa¨ªs ejemplar desatando la acci¨®n armada de los Tupamaros? El ejemplo cubano, por supuesto, el delirante sue?o de bajar el para¨ªso a la tierra a punta de disparos. Las acciones armadas y el terrorismo de izquierda fueron aplastados y el Ej¨¦rcito ¡ªqui¨¦n lo hubiera dicho de Uruguay¡ª estableci¨® una dictadura implacable en lo que hasta entonces parec¨ªa la excepci¨®n a las malas costumbres pol¨ªticas latinoamericanas. Durante muchos a?os Uruguay no fue ni sombra de lo que hab¨ªa sido, y hasta Onetti, probablemente el escritor m¨¢s indiferente a la pol¨ªtica y a la revoluci¨®n en la historia de Am¨¦rica Latina, fue a parar a la c¨¢rcel y se salv¨® (gracias a Espa?a) de pasar largos a?os en prisi¨®n. Al final, terminar¨ªa en Madrid; no quiso regresar a su pa¨ªs cuando ces¨® la dictadura y la democracia restablecida decidi¨® condecorarlo.
Todo aquello ha quedado atr¨¢s y el paso por el poder del Frente Amplio, esa coalici¨®n de todas las izquierdas, ha servido por lo menos para dejar claro que es posible en Am¨¦rica Latina un Gobierno de izquierda sin que sucumba la libertad. Otros pa¨ªses latinoamericanos lo han demostrado tambi¨¦n, con Gobiernos de derecha que, a diferencia de las caricaturas que les inflige la izquierda, tambi¨¦n respetan la ley, la cr¨ªtica de la prensa y garantizan elecciones libres. Y, sobre todo, no roban, una propensi¨®n que comparten (all¨¢ y aqu¨ª) pol¨ªticos de todas las ideolog¨ªas.
Con Luis Lacalle Pou, Uruguay puede ir todav¨ªa m¨¢s lejos, a pesar del coronavirus. Si hay alguien que puede dirigir una transformaci¨®n profunda de su pa¨ªs, gracias a las ideas democr¨¢ticas, es ¨¦l, como ha mostrado en estos d¨ªas dif¨ªciles en los que inici¨® su gesti¨®n resistiendo las presiones para que siguiera el ejemplo de tantos Gobiernos que creyeron combatir el flagelo de la pandemia con acuartelamientos obligatorios y cierres de oficinas y de f¨¢bricas, lo que siempre agrava la pobreza y no se diga si vienen acompa?ados de barbaridades como nacionalizaciones y subidas de impuestos. Ser¨ªa formidable para Am¨¦rica Latina que de la tierra de Jos¨¦ Enrique Rod¨®, cuyas ideas fueron una religi¨®n para los j¨®venes del siglo pasado en todo el continente, saliera, como en estos d¨ªas, el ejemplo de una sociedad que, construida sobre el principio insoslayable de la libertad, asegure la justicia social apoyada en una econom¨ªa de mercado, que garantice un alto nivel de vida al conjunto de ciudadanos, premie a los que contribuyen m¨¢s al progreso com¨²n, permita la libre competencia y promueva la cultura, en un ambiente de controversia civilizada. En momentos tan dif¨ªciles como los que vive el planeta, so?ar no cuesta nada.