El excepcionalismo de EE UU en la era Trump
La pol¨ªtica exterior del actual inquilino de la Casa Blanca se ha basado en cuestionar el orden internacional que surgi¨® tras la II Guerra Mundial y en despreciar sus alianzas e instituciones
En mi estudio reciente de 14 presidentes desde 1945, Do Morals Matter?, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que los estadounidenses quieren una pol¨ªtica exterior moral, pero han estado divididos respecto de lo que eso significa. Los estadounidenses suelen creer que su pa¨ªs es excepcional porque definimos nuestra identidad no por la etnicidad, sino m¨¢s bien por una visi¨®n liberal de la sociedad y un estilo de vida basado en la libertad pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural. La Administraci¨®n del presidente Donald Trump ha roto con esa tradici¨®n.
Por supuesto, el excepcionalismo estadounidense se e...
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En mi estudio reciente de 14 presidentes desde 1945, Do Morals Matter?, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que los estadounidenses quieren una pol¨ªtica exterior moral, pero han estado divididos respecto de lo que eso significa. Los estadounidenses suelen creer que su pa¨ªs es excepcional porque definimos nuestra identidad no por la etnicidad, sino m¨¢s bien por una visi¨®n liberal de la sociedad y un estilo de vida basado en la libertad pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural. La Administraci¨®n del presidente Donald Trump ha roto con esa tradici¨®n.
Por supuesto, el excepcionalismo estadounidense se enfrent¨® a contradicciones desde el principio. A pesar de la ret¨®rica liberal de los fundadores, el pecado original de la esclavitud qued¨® registrado en la Constituci¨®n de Estados Unidos en un acuerdo que permiti¨® la uni¨®n de los Estados del norte y del sur.
Y los estadounidenses siempre han tenido discrepancias sobre c¨®mo expresar valores liberales en la pol¨ªtica exterior. As¨ª que este excepcionalismo fue a veces una excusa para ignorar el derecho internacional, invadir otros pa¨ªses e imponer Gobiernos a sus pueblos.
Pero este excepcionalismo estadounidense tambi¨¦n ha inspirado esfuerzos internacionales de tipo liberal para promover un mundo m¨¢s libre y m¨¢s pac¨ªfico a trav¨¦s de un sistema de derecho y organizaciones internacionales que protegen la libertad dom¨¦stica moderando las amenazas externas. Trump les ha dado la espalda a ambos aspectos de esta tradici¨®n.
En su discurso inaugural Trump declar¨®: ¡°Estados Unidos primero¡ Buscaremos la amistad y la buena voluntad de las naciones del mundo, pero lo hacemos con la conciencia de que todas las naciones tienen el derecho de anteponer sus propios intereses¡±. Tambi¨¦n dijo: ¡°No aspiramos a imponerle nuestro modo de vida a nadie, sino hacerlo brillar como un ejemplo¡±. Tuvo un buen argumento: cuando Estados Unidos resulta ejemplar, puede aumentar su capacidad de influir en los dem¨¢s.
Tambi¨¦n hay una tradici¨®n intervencionista y de cruzada en la pol¨ªtica exterior estadounidense. Woodrow Wilson persegu¨ªa una pol¨ªtica exterior que diera en el mundo seguridad a la democracia. John F. Kennedy instaba a los estadounidenses a favorecer la diversidad en el mundo, pero mand¨® 16.000 tropas de su pa¨ªs a Vietnam, y ese n¨²mero creci¨® a 565.000 en la presidencia de su sucesor, Lyndon B. Johnson. De la misma manera, George W. Bush justific¨® la invasi¨®n y ocupaci¨®n de Irak por parte de Estados Unidos con una Estrategia de Seguridad Nacional que promov¨ªa la libertad y la democracia.
Por cierto, desde el fin de la Guerra Fr¨ªa, Estados Unidos ha participado en siete guerras e intervenciones militares. Sin embargo, como dijo Ronald Reagan en 1982, ¡°los reg¨ªmenes plantados con bayonetas no echan ra¨ªces¡±.
En los a?os treinta, la opini¨®n p¨²blica estadounidense cre¨ªa que la intervenci¨®n en Europa hab¨ªa sido un error y se volvi¨® hacia dentro, hacia un aislacionismo estridente. Con la II Guerra Mundial, el presidente Franklin Roosevelt, su sucesor, Harry S. Truman, y otros aprendieron la lecci¨®n de que Estados Unidos no pod¨ªa permitirse replegarse hacia dentro una vez m¨¢s. Tomaron conciencia de que el propio tama?o de Estados Unidos se hab¨ªa convertido en una segunda causa de excepcionalismo. Si el pa¨ªs con la econom¨ªa m¨¢s grande no tomaba la delantera en la producci¨®n de bienes p¨²blicos globales, nadie m¨¢s lo har¨ªa.
Los presidentes de posguerra crearon un sistema de alianzas de seguridad, instituciones multilaterales y pol¨ªticas econ¨®micas relativamente abiertas. Hoy, este ¡°orden internacional liberal¡± ¡ªel cimiento b¨¢sico de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos durante 70 a?os¡ª est¨¢ siendo cuestionado por el ascenso de nuevas potencias como China y por una nueva ola de populismo en el interior de las democracias.
Trump apel¨® con ¨¦xito a este estado de ¨¢nimo en 2016 cuando se convirti¨® en el primer candidato presidencial de un partido pol¨ªtico importante en cuestionar el orden internacional que surgi¨® despu¨¦s de 1945 liderado por Estados Unidos, y el desd¨¦n por sus alianzas e instituciones ha definido su presidencia. Sin embargo, una encuesta reciente del Consejo de Chicago sobre Asuntos Globales demuestra que m¨¢s de las dos terceras partes de los estadounidenses quieren una pol¨ªtica exterior con una mirada hacia fuera.
El sentimiento del pueblo de Estados Unidos est¨¢ a favor de evitar las intervenciones militares, pero no de retirarse de alianzas o de una cooperaci¨®n multilateral. El pueblo estadounidense no quiere regresar al aislacionismo de los a?os treinta.
El verdadero interrogante que enfrentan los norteamericanos es si Estados Unidos puede o no abordar exitosamente ambos aspectos de su excepcionalismo: la defensa de la democracia sin bayonetas y el respaldo de las instituciones internacionales. ?Podemos aprender a defender los valores democr¨¢ticos y los derechos humanos sin intervenci¨®n militar y cruzadas, y al mismo tiempo ayudar a organizar las reglas e instituciones necesarias para un nuevo mundo de amenazas transnacionales como el cambio clim¨¢tico, las pandemias, los ciberataques, el terrorismo y la inestabilidad econ¨®mica?
Ahora mismo, Estados Unidos fracasa en ambos frentes. En lugar de tomar la delantera en el fortalecimiento de la cooperaci¨®n internacional en la lucha contra la covid-19, la Administraci¨®n de Trump culpa a China por la pandemia y amenaza con retirarse de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud.
China tiene muchas explicaciones que dar, pero convertir esto en una suerte de partido de f¨²tbol pol¨ªtico en la campa?a electoral presidencial de Estados Unidos de este a?o es pol¨ªtica dom¨¦stica, no pol¨ªtica exterior. No hemos terminado a¨²n con la pandemia, y la de la covid-19 no ser¨¢ la ¨²ltima.
Por otra parte, China y Estados Unidos producen el 40% de los gases de efecto invernadero que amenazan el futuro de la humanidad. Sin embargo, ninguno de los dos pa¨ªses puede resolver estas nuevas amenazas a la seguridad nacional por s¨ª mismos. Por ser las dos econom¨ªas m¨¢s grandes del mundo, Estados Unidos y China est¨¢n condenados a una relaci¨®n que debe combinar competencia y cooperaci¨®n. Para Estados Unidos, el excepcionalismo hoy incluye trabajar con los chinos para ayudar a producir bienes p¨²blicos globales, defendiendo al mismo tiempo valores como los derechos humanos.
?sas son las cuestiones morales que los estadounidenses deber¨ªan discutir de cara a la elecci¨®n presidencial de este a?o.
Joseph S. Nye, Jr. es profesor en la Universidad de Harvard y autor de Do Morals Matter? Presidents and Foreign Policy from FDR to Trump.
? Project Syndicate, 2020.