El f¨²tbol, los bares, la escuela
En la desescalada, a la educaci¨®n se le otorga menos importancia que a otros sectores
Hay millones en juego. Transcurrida la emergencia sanitaria llega la negociaci¨®n de la reapertura. El virus amenaza con causar p¨¦rdidas irreparables en sectores clave de la econom¨ªa. S¨®lo el f¨²tbol representa el 1,8% del PIB en Espa?a, con m¨¢s de 200.000 personas empleadas en trabajos vinculados al deporte, el 1% de la poblaci¨®n activa. El par¨®n del f¨²tbol hace peligrar importantes actividades adyacentes. Tiene un enorme efecto domin¨®: si no se celebran los partidos, no se pagan los derechos de retransmisi¨®n y se paralizan los contratos publicitarios. Acelerar las fases y reiniciar la Liga par...
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Hay millones en juego. Transcurrida la emergencia sanitaria llega la negociaci¨®n de la reapertura. El virus amenaza con causar p¨¦rdidas irreparables en sectores clave de la econom¨ªa. S¨®lo el f¨²tbol representa el 1,8% del PIB en Espa?a, con m¨¢s de 200.000 personas empleadas en trabajos vinculados al deporte, el 1% de la poblaci¨®n activa. El par¨®n del f¨²tbol hace peligrar importantes actividades adyacentes. Tiene un enorme efecto domin¨®: si no se celebran los partidos, no se pagan los derechos de retransmisi¨®n y se paralizan los contratos publicitarios. Acelerar las fases y reiniciar la Liga para evitar un colapso vertical sin precedentes.
En nuestra econom¨ªa altamente terciarizada, todav¨ªa m¨¢s se la juega el turismo. Con el 15% producto interior bruto, el turismo es el sector que m¨¢s aporta a la econom¨ªa nacional, por delante de la construcci¨®n. Se trata de un sector intensivo en mano de obra y, al igual que el f¨²tbol, de su actividad dependen muchos otros sectores tambi¨¦n fundamentales como el ocio, el transporte, la restauraci¨®n y la hosteler¨ªa.
No es necesario ser una apasionada del f¨²tbol o del turismo de masas para entender lo que supone para nuestro sistema productivo una evoluci¨®n m¨¢s o menos acelerada de las fases hacia la nueva normalidad. Es comprensible la pugna entre territorios por abrir primero. Mientras mantenemos quiz¨¢ viva la esperanza de futuros alternativos, m¨¢s verdes, menos contaminantes o m¨¢s tranquilos, la urgencia de volver a poner el motor en marcha para evitar el batacazo eclipsa las discusiones de m¨¢s largo recorrido.
?Y la escuela? ?Qu¨¦ perdemos si no abre? El sector educativo representa algo m¨¢s del 4% del PIB, pero extra?amente consideramos que no significa una aportaci¨®n a la riqueza nacional. Computa como gasto. Nada parece peligrar si esperamos a septiembre, as¨ª que en las prisas por abrir, las escuelas quedan fuera. As¨ª de mal hacemos las cuentas. El primer dilema contable es c¨®mo se reactiva una econom¨ªa con los ni?os en casa. En nuestro pa¨ªs llevamos tres d¨¦cadas asimilando la participaci¨®n de las mujeres al mercado laboral a la participaci¨®n de los varones. La menor brecha de g¨¦nero en cuanto a participaci¨®n en el empleo se encuentra precisamente entre la franja de edad 25-45 a?os. La participaci¨®n de las mujeres hace tiempo que dej¨® de ser circunstancial a la situaci¨®n familiar. En Espa?a, las mujeres con estudios superiores que trabajan a tiempo parcial por motivos de cuidado infantil s¨®lo representan el 18%, frente a porcentajes superiores al 40% en pa¨ªses como Francia, Italia y Reino Unido. No sabemos muy bien a qui¨¦n fiamos el conflicto que supone conciliar la crianza con el empleo remunerado cuando una parte de la ecuaci¨®n contin¨²a paralizada mientras la otra inicia su apertura acelerada. Pero es esta una disyuntiva de car¨¢cter m¨¢s instrumental que no conviene confundir con el segundo dilema m¨¢s fundamental todav¨ªa: el que nos obliga a interrogarnos por el coste de postergar la reapertura de los centros educativos.
?C¨®mo aumenta la ense?anza digital la desventaja de ni?os y ni?as de hogares pobres? ?Qu¨¦ impacto tendr¨¢ en la salud f¨ªsica y mental un tan prolongado confinamiento? ?C¨®mo incide el cierre escolar en la capacidad de aprendizaje? ?C¨®mo influye la p¨¦rdida de espacios de sociabilidad? La escuela cumple una funci¨®n social que va mucho m¨¢s all¨¢ de la formativa, su ausencia nos priva de la principal herramienta que tenemos para combatir las desigualdades sociales en el tramo m¨¢s determinante de nuestro ciclo vital. Si hici¨¦ramos los c¨¢lculos bien, ver¨ªamos la cascada de problemas que se derivan de su cierre.
Cuando se cumplen 12 semanas desde el inicio del estado de alarma, la poca relevancia que ha tenido el cierre y la reapertura de las escuelas en el debate p¨²blico encuentra pocos paralelismos en Europa. Mientras acumulamos evidencia cient¨ªfica en contra de la idea de los ni?os como grandes vectores de transmisi¨®n de la enfermedad, el abismo que existe entre la rigidez de la escuela fr¨ªa y la laxitud del distanciamiento social en las terrazas, permanecer¨¢ en nuestra memoria colectiva como la historia de un profundo fracaso.
Para luchar contra la crisis sanitaria hemos visto un recinto ferial transformado en hospital, a la Unidad Militar de Emergencias en misiones humanitarias, hemos asistido a la medicalizaci¨®n de hoteles y a la reconversi¨®n de la industrial textil y manufacturera. Hemos visto a un Palacio de Hielo convertido en morgue. Una econom¨ªa de guerra para un pa¨ªs en crisis. Todo ese esfuerzo excepcional parado a las puertas de la escuela. Para solventar la crisis educativa no ha habido reclutamientos expr¨¦s, ni fondos adicionales, no hemos asistido a operaciones especiales o soluciones creativas. Nada de declaraciones solemnes en horas de m¨¢xima audiencia. Todo el aparato del Estado, y su complejo sistema de gobernanza multinivel, achicado e in¨²til. La suerte de casi nueve millones de almas, el 19% de la poblaci¨®n, en manos de familias y docentes. A la vez que estos ¨²ltimos reclaman justamente ser los grandes damnificados por la nueva era del taylorismo en las plataformas educativas online, nos est¨¢ llevando su tiempo entender que cuando los intereses entran en colisi¨®n, el vac¨ªo de representaci¨®n siempre est¨¢ en el mismo lugar.
Margarita Le¨®n es profesora de Ciencia Pol¨ªtica de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona.