Los motivos del profesor Bagley
En ocasi¨®n del arresto en 2016 de dos sobrinos de Cilia Flores, la esposa de Nicol¨¢s Maduro, acusados de narcotr¨¢fico, Bagley declar¨® campanudamente que ambos eran apenas ¡° la punta del iceberg¡±
Hace ya mucho tiempo le¨ª un suelto del gran Juan Jos¨¦ Mill¨¢s que discurr¨ªa sobre el enigm¨¢tico mecanismo con que los temas se nos imponen a los columnistas.
Seg¨²n recuerdo, Mill¨¢s conclu¨ªa recomendando no desatender ese tema o asunto en apariencia insustancial, ese que apenas pasas a su lado se pega a los talones de tu mente y no cesa en su acoso hasta que te sientas a teclear sobre ¨¦l a ver d¨®nde te lleva.
Casi siempre el vago e importuno asunto te reclama desde la secci¨®n que antiguamente, en tiempos de ediciones impresas, llam¨¢bamos ¡°de sucesos¡±. Pero lo desechamos por juzgarl...
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Hace ya mucho tiempo le¨ª un suelto del gran Juan Jos¨¦ Mill¨¢s que discurr¨ªa sobre el enigm¨¢tico mecanismo con que los temas se nos imponen a los columnistas.
Seg¨²n recuerdo, Mill¨¢s conclu¨ªa recomendando no desatender ese tema o asunto en apariencia insustancial, ese que apenas pasas a su lado se pega a los talones de tu mente y no cesa en su acoso hasta que te sientas a teclear sobre ¨¦l a ver d¨®nde te lleva.
Casi siempre el vago e importuno asunto te reclama desde la secci¨®n que antiguamente, en tiempos de ediciones impresas, llam¨¢bamos ¡°de sucesos¡±. Pero lo desechamos por juzgarlo cominero y facil¨®n.
Una vez, en alguna sala de redacci¨®n, o¨ª a un respetado analista de la pol¨ªtica internacional decir que ¡°estaba marinando ideas¡± para un art¨ªculo de fondo. Un par de semanas m¨¢s tarde le¨ª su sesuda y bien averiguada recensi¨®n de un libro de asunto politol¨®gico que en aquel entonces andaba de boca en boca. En menos de 800 donosas palabras, el hombre que marinaba sus ideas hizo trizas al best seller. Qued¨¦ muy impresionado.
¡°He ah¨ª un secreto del oficio¡±, me dije. Si no eres un Julio Camba, m¨¢s te vale aprender a marinar muy bien tus ideas en lugar de vagar indeciso por el cortijo de las perdices con la escopeta quebrada en el codo.
Durante esta cuarentena he estado marinando un par de asuntos que, convencionalmente al menos, son de mucha entidad y exigen navegar en la red, consultar fuentes, tomar notas y, ?lo m¨¢s dif¨ªcil!, hacerse una idea propia. Pero me ha podido, lo confieso, el caso del profesor Bruce Bagley. ¡°No te resistas a ¨¦l¡±, parece decirme Mill¨¢s.
Desde que supe de las andanzas del profesor Bagley me roe la gana de escribir sobre ¨¦l pero las ideas que su caso deber¨ªan sugerirme no acuden a¨²n y ando m¨¢s disperso que de ordinario. As¨ª que, siguiendo a Mill¨¢s, mejor tomo carrerilla y me zambullo en el cuento.
Bruce Bagley es desde hace m¨¢s dos d¨¦cadas una de las m¨¢s respetadas autoridades en el estudio de lo que el narcotr¨¢fico, el paramilitarismo, la narcoguerrilla, los carteles y la guerra contra las drogas le han hecho a Am¨¦rica Latina.
Un vistazo al cat¨¢logo en l¨ªnea de la Biblioteca del Congreso de los EE UU arroja una impresionante lista de t¨ªtulos en los que Bagley figura bien como coautor, bien como compilador.
T¨ªtulos como Reconceptuando la seguridad de las Am¨¦ricas en el siglo XXI ( Lanham, Rowman & Litttlefield, 2015) o , yendo m¨¢s atr¨¢s en el tiempo, una Econom¨ªa pol¨ªtica del narcotr¨¢fico (compilador,Uniandes, Bogot¨¢, 1990).
Considerado un acad¨¦mico de alt¨ªsima competencia, su trabajo sobre los carteles mexicanos y colombianos lo ha llevado a figurar como experto en numerosos reportajes y documentales en torno al narcotr¨¢fico y la violencia latinoamericanos. A fines del a?o pasado, el profesor fue arrestado por el FBI y presentado ante un gran jurado neoyorquino que lo hall¨® culpable de abrir cuentas bancarias a su nombre ¡°con el expreso prop¨®sito de lavar dinero por cuenta de extranjeros corruptos¡±.
Los fiscales acusan a Bagley de recibir hasta tres millones de d¨®lares desde cuentas en Suiza y los Emiratos ?rabes Unidos. El dinero procede, al parecer, de manejos fraudulentos y sobornos registrados en la Venezuela de Maduro.
Una empresa de Bagley, dedicada a la asesor¨ªa financiera, elaboraba contratos falsos para justificar las transacciones. El fiscal federal de Manhattan afirma que Bagley retuvo el 10% de cada dep¨®sito parcial como comisi¨®n.
Convert¨ªa el resto del dinero en un cheque de gerencia que entregaba a un ciudadano colombiano cuyo nombre la acusaci¨®n mantiene en secreto. Bagley abri¨® la primera de sus cuentas en 2016.
Un c¨ªnico dir¨ªa que trescientos mil d¨®lares de comisi¨®n es poca cosa al lado de, por ejemplo, los mil millones de d¨®lares en sobornos que manej¨® el extesorero de la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela que hoy cumple una condena de 10 a?os en una prisi¨®n federal gringa.
Bagley, en efecto, era un escolar exitoso y bien asentado en el circuito de los conferencistas de post¨ªn; pod¨ªa agenciarse anualmente un buen dinero ?Estaba acaso en la misma situaci¨®n que el ficcional Walter White, el pobret¨®n profesor de qu¨ªmica de bachillerato con un c¨¢ncer de pulm¨®n inoperable que se dedica a cocinar metanfetaminas para pagar su quimioterapia? ?Qu¨¦ movi¨® a Bagley a corromperse, por qu¨¦ lo hizo?
?ltimamente su atenci¨®n de experto se hab¨ªa vuelto hacia el narcoestado venezolano. En ocasi¨®n del arresto en 2016 de dos sobrinos de Cilia Flores, la esposa de Nicol¨¢s Maduro, acusados de narcotr¨¢fico, Bagley declar¨® campanudamente que ambos eran apenas ¡° la punta del iceberg¡±.
Se me ocurre que de tanto mirar bajo la l¨ªnea de flotaci¨®n del iceberg, y abismado en el sistema que observaba, Bagley termin¨® fundido en ¨¦l, caso particular de una categor¨ªa humana prestigiada por la gran literatura, avatar del mito f¨¢ustico del profesor da?ado, manzana podrida en el barril de la academia.
Tal vez se anime a hablar del asunto en su pr¨®ximo libro.