Una historia de platillos voladores
Una secta pol¨ªtica ha sido convencida en Nicaragua de que la pandemia no existe del todo y es solo un ardid pol¨ªtico del enemigo
Me fascinan las viejas historias que comienzan como novelas: ¡°en 1975, Marshall Applewhite, un profesor de m¨²sica, y su pareja Bonnie Nettles, enfermera de profesi¨®n, decidieron contactar a los extraterrestres y buscaron seguidores que pensaran como ellos. Publicaron avisos en busca de reclutar disc¨ªpulos, a los que llamaban tripulantes¡±. Lograron reunir inicialmente 30, que abandonaron sus hogares y sus trabajos para seguirlos; pero luego este n¨²mero continu¨® creciendo, y llegaron a conquistar a centenares.
Esta pareja de iluminados cre¨ªa ciegamente que seres de una estrella lej...
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Me fascinan las viejas historias que comienzan como novelas: ¡°en 1975, Marshall Applewhite, un profesor de m¨²sica, y su pareja Bonnie Nettles, enfermera de profesi¨®n, decidieron contactar a los extraterrestres y buscaron seguidores que pensaran como ellos. Publicaron avisos en busca de reclutar disc¨ªpulos, a los que llamaban tripulantes¡±. Lograron reunir inicialmente 30, que abandonaron sus hogares y sus trabajos para seguirlos; pero luego este n¨²mero continu¨® creciendo, y llegaron a conquistar a centenares.
Esta pareja de iluminados cre¨ªa ciegamente que seres de una estrella lejana hab¨ªan arribado a la tierra en un pasado remoto, dejando a algunos de ellos como colonos. De aquellos viajeros llegados en platillos voladores proviene la humanidad, y nuestros ancestros regresar¨ªan un d¨ªa a recoger a sus descendientes para llev¨¢rselos con ellos.
Marshall y Bonnie educaron a sus disc¨ªpulos en ciencias ocultas, astrolog¨ªa, misticismo y teosof¨ªa, ti?endo siempre su discurso de citas b¨ªblicas, y les dieron a leer libro tras libro de literatura esot¨¦rica y de ciencia ficci¨®n, lleg¨¢ndolos a convencer de que su vida futura verdadera se hallaba en el firmamento, adonde volar¨ªan alg¨²n d¨ªa. Y era obligatorio ver los cap¨ªtulos de la serie Star Trek, porque en los di¨¢logos de los personajes hab¨ªa mensajes ocultos que enviaban los alien¨ªgenas, dirigidos a los miembros de la secta.
Ambos se consideraban la reencarnaci¨®n de los dos testigos del Apocalipsis de San Juan, elegidos para subir al cielo en una nube. Cuando Bonnie, la sacerdotisa, muri¨® en 1985, v¨ªctima de c¨¢ncer, Marshall, el supremo sacerdote, convenci¨® a sus disc¨ªpulos de que una nave espacial hab¨ªa venido a buscarla.
Para 1996, la secta hab¨ªa adoptado el nombre de ¡°La puerta del cielo¡±. Tomaron alquilada una mansi¨®n rural al norte de San Diego, en California, y como para entonces se acercaba a la tierra el cometa Hale-Bopp, el gran sacerdote decidi¨® que era la hora de partir en la estela del cometa. Eran 39. Se tomaron una dosis generosa de fenobarbital mezclado con vodka y jugo de manzana, y para que no quedaran dudas de que su viaje no ten¨ªa regreso, se colocaron bolsas de pl¨¢stico en la cabeza.
Applewhite fue uno de los ¨²ltimos en subir a la escotilla de la nave espacial. Su cuerpo fue encontrado por la polic¨ªa, recostado en la cama del dormitorio principal. No hubo un solo sobreviviente. Todos hab¨ªan pasado a otro plano de vida.
Mi fascinaci¨®n frente a esta historia tiene mucho que ver con los dos extremos de que est¨¢ compuesta: la seducci¨®n fan¨¢tica que una pareja de simples mortales puede llegar a ejercer sobre un grupo de personas, capaces de persuadirlas de que unas creencias, por extravagantes que parezcan, son m¨¢s importantes que la vida misma; y la disposici¨®n del reba?o, as¨ª adoctrinado, a dar m¨¢s peso a un conjunto de ideas estrafalarias, al fin y al cabo, una ideolog¨ªa, que al temor natural ante la propia muerte.
Y m¨¢s fascinado a¨²n al encontrar que los platillos voladores han aterrizado en Nicaragua. Una secta pol¨ªtica ha sido convencida aqu¨ª de que la pandemia fatal que anda suelta sin control por las calles, sembrando la muerte porque el Gobierno se niega a ponerle freno, no existe del todo y es solo un ardid pol¨ªtico del enemigo.
Los fan¨¢ticos de esta secta letal comenzaron por rechazar la existencia del virus y repitieron la propaganda oficial de que quien usara mascarillas era un agente subversivo, promoviendo la consigna de que los m¨¦dicos y enfermeras no ten¨ªan por qu¨¦ usar medios de protecci¨®n en los hospitales, y hubo casos en que la polic¨ªa despoj¨® de los tapabocas a los transe¨²ntes.
El sectario sigue sin vacilaciones la consigna de que los muertos por causa del virus ten¨ªan otras enfermedades previas, y estar¨¢ dispuesto a alterar o falsificar las estad¨ªsticas, para negar la pandemia. O no vacilar¨¢ en seguir alentando, a¨²n en la fase de descontrol que vivimos, las campa?as destinadas a atraer gente hacia los mataderos en que se convierten las celebraciones callejeras, las fiestas folcl¨®ricas, las concentraciones pol¨ªticas.
Todas son formas de suicidio colectivo. Todas son formas de subirse al platillo volador. Diputados, ministros, alcaldes, ediles, jefes de polic¨ªa, activistas de barrio, militantes de base del FSLN, que se burlaban de quienes preven¨ªan contra los riesgos mortales de exponerse a la pandemia o promov¨ªan, despreocupados, el contagio, a¨²n a trav¨¦s de pol¨ªticas represivas, hoy est¨¢n muertos, o sufren su agon¨ªa, intubados en los hospitales que ya no disponen de plazas para los enfermos contaminados.
Pero nada de eso es lo peor. Lo peor es que viendo caer al que est¨¢ lado, ni siquiera el miedo hace cambiar de actitud ni de discurso al tripulante, mientras desde arriba le sigan pasando la consigna de la negaci¨®n.
Una perversi¨®n que, desgraciadamente, se extiende con su aliento pest¨ªfero hacia miles de inocentes, que, sin ser parte de la secta de los dichosos elegidos, resultan sacrificados por el fanatismo, desprotegidos de toda pol¨ªtica de contenci¨®n del virus y de distanciamiento social, y m¨¢s bien inducidos a contaminarse; empezando por el personal m¨¦dico, entre el que hay ya numerosas v¨ªctimas.
Todos los ciudadanos indefensos, convertidos en tripulantes obligados de la nave espacial que vuela hacia la muerte.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y Premio Cervantes 2017.