Un virus federalizante
La pandemia ha mostrado que los diferentes niveles de administraci¨®n conforman un puzzle en el que deben encajar todas las piezas
Cuando pase el tiempo suficiente para tomar distancia habr¨¢ que hacer inventario de las lecciones que est¨¢ dejando la covid-19. Entre los asuntos pol¨ªticos que en Espa?a necesitaban una actualizaci¨®n estaba, sin duda, la organizaci¨®n territorial del Estado. El ejercicio de innovaci¨®n que fueron en su d¨ªa las comunidades aut¨®nomas se ha visto desbordado tras 40 a?os de pr¨¢ctica en los que el modelo no ha evolucionado de forma ordenada ni consensuada. Lo que en 1978 pudo ser concebido como una estaci¨®n de salida, se ha acabado convirtiendo en una de llegada a la que acuden trenes de muy distinta...
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Cuando pase el tiempo suficiente para tomar distancia habr¨¢ que hacer inventario de las lecciones que est¨¢ dejando la covid-19. Entre los asuntos pol¨ªticos que en Espa?a necesitaban una actualizaci¨®n estaba, sin duda, la organizaci¨®n territorial del Estado. El ejercicio de innovaci¨®n que fueron en su d¨ªa las comunidades aut¨®nomas se ha visto desbordado tras 40 a?os de pr¨¢ctica en los que el modelo no ha evolucionado de forma ordenada ni consensuada. Lo que en 1978 pudo ser concebido como una estaci¨®n de salida, se ha acabado convirtiendo en una de llegada a la que acuden trenes de muy distinta velocidad, lo que provoca agravios, desigualdades, e incoherencias m¨²ltiples.
La pandemia ha mostrado que los diferentes niveles de administraci¨®n conforman un puzle en el que deben encajar todas las piezas. En un estado compuesto como el espa?ol, dentro del entorno europeo, y en una sociedad global, ni siquiera el mando ¨²nico puede ejercerse en solitario. Necesita forzosamente del concurso del resto de niveles de la administraci¨®n para que sus decisiones puedan ser efectivas. A ser posible, en un clima de confianza y colaboraci¨®n bidireccional del Estado hacia las comunidades aut¨®nomas y de estas hacia el Estado, que no puede dejarse a la buena voluntad de los que gobiernan en cada momento, sino que debe garantizarse engranando bien, mediante la pr¨¢ctica, mecanismos institucionales dispuestos a tal fin.
A esta constataci¨®n responde posiblemente uno de los mayores aciertos que el Ejecutivo ha tenido en estos meses y que ojal¨¢ mantenga pasado el susto sanitario. Me refiero a la Conferencia de presidentes (y presidentas), definida en la Ley de R¨¦gimen Jur¨ªdico del Sector P¨²blico como un ¡°¨®rgano de cooperaci¨®n multilateral entre el Gobierno de la naci¨®n y los respectivos Gobiernos de las comunidades aut¨®nomas¡± que tiene como objeto ¡°la deliberaci¨®n de asuntos y la adopci¨®n de acuerdos de inter¨¦s para el Estado y las comunidades aut¨®nomas¡±, figura habitual en los sistemas federales. Este ¨®rgano ha permanecido silente durante largas temporadas. Su ¨²ltima convocatoria antes de la pandemia databa de 2017 y para encontrar la anterior hay que remontarse cinco a?os atr¨¢s.
El funcionamiento regular de mecanismos como este ayudar¨ªan a engrasar la maquinaria generando la confianza y colaboraci¨®n imprescindible, de forma que no se vuelvan a repetir situaciones como la de la compra de material sanitario. Al mismo tiempo, podr¨ªa ayudar a aclarar qu¨¦ significa el reparto competencial. Por ejemplo, qu¨¦ supone tener la competencia para la legislaci¨®n b¨¢sica y la coordinaci¨®n sanitaria, que como se ha visto, debe ser mucho m¨¢s de lo que se ven¨ªa haciendo. Causa rubor recordar ahora c¨®mo en las negociaciones para formar Gobierno el Ministerio de Sanidad era una pieza muy menor en el reparto de carteras.
La realidad, tozuda, se muestra m¨¢s visible en las crisis, y a Espa?a la covid-19 le ha mostrado su naturaleza federal. Urge crear mecanismos que ayuden a construir confianza y colaboraci¨®n mutua para avanzar en la coherencia entre la naturaleza de esta sociedad y su modelo de organizaci¨®n territorial.