Rev¨¦s para Trump
La hist¨®rica sentencia del Tribunal Supremo de EEUU es una victoria para defensa de los derechos de los colectivos LGTB
En 1964, cuando se aprob¨® en Estados Unidos la Ley de Derechos Civiles, el legislador consider¨® necesario el proteger la diversidad socialmente aceptada y en su T¨ªtulo VII prohibi¨® cualquier discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo, raza, color, nacionalidad o religi¨®n. Pero no pens¨® que tuviera que proteger expl¨ªcitamente la diversidad sexual. En ese momento, la sensibilidad social estaba muy lejos de reconocerla, pero con el paso del tiempo la discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual se ha convertido en una fuente permanente de conflictividad laboral y judicial.
La comunidad LGTB ha tenido que s...
En 1964, cuando se aprob¨® en Estados Unidos la Ley de Derechos Civiles, el legislador consider¨® necesario el proteger la diversidad socialmente aceptada y en su T¨ªtulo VII prohibi¨® cualquier discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo, raza, color, nacionalidad o religi¨®n. Pero no pens¨® que tuviera que proteger expl¨ªcitamente la diversidad sexual. En ese momento, la sensibilidad social estaba muy lejos de reconocerla, pero con el paso del tiempo la discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual se ha convertido en una fuente permanente de conflictividad laboral y judicial.
La comunidad LGTB ha tenido que sostener una larga batalla para hacer valer que cuando se habla de no discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo eso incluye tambi¨¦n que no se podr¨¢ despedir por el hecho de ser homosexual o transg¨¦nero. Esta lucha ha culminado ahora con una sentencia hist¨®rica del Tribunal Supremo, la m¨¢s importante para los derechos de estos colectivos desde la que en 2015 respald¨® la legalidad del matrimonio homosexual. El alto tribunal deja claro que ¡°una empresa que despide a un individuo por ser homosexual o transg¨¦nero lo est¨¢ despidiendo por caracter¨ªsticas o acciones que no se habr¨ªan cuestionado en el caso de personas de otro sexo. El sexo tiene un papel necesario e incuestionable en la decisi¨®n, exactamente lo que el T¨ªtulo VII proh¨ªbe¡±.
Lo ocurrido con este proceso revela que, por obvio que parezca un principio y por mucho que evolucione la sensibilidad social al respecto no se convierte en un derecho positivo exigible hasta que no tiene el respaldo legal necesario. Aunque la lucha del movimiento LGTB hab¨ªa logrado que 21 Estados prohibieran el despido por esos motivos, era importante dar la batalla en el Tribunal Supremo pese a que su clara composici¨®n conservadora hiciera albergar dudas sobre el resultado.
La sentencia es clara y contundente. Para sorpresa de muchos, solo tres de los nueve jueces votaron en contra. Y supone un duro rev¨¦s para el propio presidente Donald Trump, quien desde su llegada a la Casa Blanca ha hecho ostentaci¨®n de su inquina hacia estos colectivos y no ha dudado en adoptar medidas persecutorias, en algunos casos mezquinas. Por ejemplo, retirar la ley que prohib¨ªa a las compa?¨ªas aseguradoras negar atenci¨®n m¨¦dica a los pacientes transg¨¦nero; permitir que los albergues para indigentes que se financian con fondos federales puedan excluir a las personas que han cambiado de g¨¦nero o puedan obligarlas a utilizar los lavabos que se corresponden con su sexo biol¨®gico o que el Pent¨¢gono pueda excluirlas de los procesos de reclutamiento. Ahora, en pleno desplome de popularidad por la gesti¨®n de la crisis del coronavirus, Trump recibe este rev¨¦s de gran significado pol¨ªtico por el hecho de proceder un tribunal cuya composici¨®n hab¨ªa tratado de modelar a su medida.