Salvar Schengen
La UE se cierra por primera vez a buena parte del mundo para preservar uno de sus valores m¨¢s preciados: la libertad de movimientos
La UE se cierra por primera vez a buena parte del mundo para preservar uno de sus valores m¨¢s preciados: la libertad de movimientos entre los pa¨ªses que integran el club. Tras varios d¨ªas de intensas discusiones, los 27 Estados comunitarios ratificaron ayer una breve lista de 15 pa¨ªses desde los que se autorizar¨¢n entradas a la UE y al espacio de libre circulaci¨®n Schengen. Con ese acuerdo ¡ªformalmente es una recomendaci¨®n, sin poder vinculante¡ª, Europa hace algo m¨¢s que velar por la salud de sus ciudadanos. Tambi¨¦n salvaguarda la fortaleza del proyecto comunitario al alejar, al menos de momen...
La UE se cierra por primera vez a buena parte del mundo para preservar uno de sus valores m¨¢s preciados: la libertad de movimientos entre los pa¨ªses que integran el club. Tras varios d¨ªas de intensas discusiones, los 27 Estados comunitarios ratificaron ayer una breve lista de 15 pa¨ªses desde los que se autorizar¨¢n entradas a la UE y al espacio de libre circulaci¨®n Schengen. Con ese acuerdo ¡ªformalmente es una recomendaci¨®n, sin poder vinculante¡ª, Europa hace algo m¨¢s que velar por la salud de sus ciudadanos. Tambi¨¦n salvaguarda la fortaleza del proyecto comunitario al alejar, al menos de momento, las decisiones unilaterales en un ¨¢mbito tan sensible como las fronteras.
Si el esfuerzo de consensuar una lista resulta loable como gesto de responsabilidad de los pa¨ªses europeos, el resultado, en cambio, arroja dudas. Los Estados miembros han defendido la primac¨ªa del criterio sanitario y por eso solo abren las puertas a pa¨ªses con un nivel de incidencia del coronavirus similar o inferior a la media europea. Al mismo tiempo, se invoca a la reciprocidad como condicionante en esas decisiones. El mejor ejemplo es China, a la que solo se recomienda abrir la puerta si Pek¨ªn accede a admitir a europeos en su territorio. En esa l¨®gica choca enormemente la inclusi¨®n sin matices de Marruecos y Argelia, que todav¨ªa impiden el acceso desde la UE. En cambio, no figuran pa¨ªses con especial vinculaci¨®n a Espa?a, por ejemplo, Venezuela y Cuba, cuya situaci¨®n epidemiol¨®gica ¡ªsobre el papel¡ª resulta parecida a la europea, aunque sean datos de poco fiar. Ese elemento ¡ªla transparencia de las cifras¡ª parece haber orientado las reticencias de algunos Estados miembros a incluir a m¨¢s candidatos.
Est¨¢ por ver que el acuerdo sobre ese primer grupo se aplique de manera un¨¢nime. La lista es de m¨¢ximos, por lo que cada pa¨ªs puede decidir acortar el n¨²mero de Estados con los que restaurar la movilidad. Adem¨¢s, se revisar¨¢ cada 14 d¨ªas, lo que crear¨¢ constantes fricciones sobre los criterios aplicados. Schengen estar¨¢ sometido a tensiones durante un periodo prolongado de tiempo.
La lista, en todo caso, es un primer intento de pactar las condiciones de reapertura del espacio europeo al resto del mundo tras el cierre desordenado que impuso la pandemia. Aunque la gesti¨®n de fronteras es un ¨¢mbito estrictamente nacional, garantizar la supresi¨®n de los l¨ªmites interiores en el territorio de libre circulaci¨®n requiere actuar coordinadamente en los exteriores. Debe ser as¨ª en casos tan urgentes y excepcionales como una crisis sanitaria, pero tambi¨¦n en el caso de picos de llegadas de migrantes. Convertir las fronteras interiores en un elemento sujeto a veleidades constituye un ataque a los principios en los que se fund¨® la UE. Y en los que ha cimentado buena parte de su prosperidad.