Diplomacia econ¨®mica para un nuevo contrato social
La agenda de la diplomacia econ¨®mia europea debe estar enfocada a alcanzar la soberan¨ªa digital y una capacidad tecnol¨®gica propia si la UE quiere desempe?ar un papel significativo en el siglo XXI
Espa?a se juega en los pr¨®ximos meses el porvenir de una generaci¨®n. Ante nosotros se abren dos sendas alternativas de recuperaci¨®n econ¨®mica. La primera, la que seguiremos si no nos esforzamos por construir una alternativa mejor, nos llevar¨¢ a perder la frontera tecnol¨®gica, a la precarizaci¨®n de nuestras clases medias, y al sometimiento del medioambiente a una presi¨®n insostenible. Es la senda que ya hemos recorrido en el pasado reciente. Un modelo de recuperaci¨®n que simplemente aprovecha el ciclo econ¨®mico ascendente sin acometer las transformaciones que nos preparen para el futuro.
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Espa?a se juega en los pr¨®ximos meses el porvenir de una generaci¨®n. Ante nosotros se abren dos sendas alternativas de recuperaci¨®n econ¨®mica. La primera, la que seguiremos si no nos esforzamos por construir una alternativa mejor, nos llevar¨¢ a perder la frontera tecnol¨®gica, a la precarizaci¨®n de nuestras clases medias, y al sometimiento del medioambiente a una presi¨®n insostenible. Es la senda que ya hemos recorrido en el pasado reciente. Un modelo de recuperaci¨®n que simplemente aprovecha el ciclo econ¨®mico ascendente sin acometer las transformaciones que nos preparen para el futuro.
Sabemos que la econom¨ªa digital concentra los empleos mejor remunerados y el mayor crecimiento en productividad, pero Europa se est¨¢ quedando atr¨¢s en sectores clave como la inteligencia artificial, el 5G, la nube o el retail digital. De las 20 mayores empresas de Internet del mundo ni una sola es europea. Sabemos adem¨¢s que las ¨²ltimas tres d¨¦cadas han producido un fuerte aumento de la desigualdad. Entre 1980 y 2017, el 1% de europeos m¨¢s rico acapar¨® el 17% del crecimiento econ¨®mico, mientras que el 50% m¨¢s pobre tuvo que conformarse con un 15%. A este proceso de fractura social se ha sumado otro de erosi¨®n medioambiental. Tan grave es ya el proceso de cambio clim¨¢tico que los j¨®venes se han visto obligados a salir a la calle a recordarnos que tenemos un compromiso con el planeta y con las generaciones futuras.
Ese modelo econ¨®mico tiene, adem¨¢s, consecuencias pol¨ªticas graves. El vaciado de nuestras clases medias produce el vaciado del centro pol¨ªtico. Y con la polarizaci¨®n llegan la falta de di¨¢logo, el desgaste institucional y el debilitamiento de la arquitectura internacional. Prueba de ello es el ascenso de fuerzas pol¨ªticas que cuestionan los procesos de integraci¨®n regional y buscan desmantelar la arquitectura comercial global, construir sociedades menos inclusivas, o incluso imponer un giro autoritario. Estas tendencias dibujan un escenario claro: el de la fractura de nuestro contrato social. Existe ahora el riesgo de que la crisis de la covid-19 acelere y agrave esa fractura por sus efectos particularmente severos en colectivos vulnerables.
Es, por tanto, m¨¢s urgente que nunca construir un nuevo contrato social para esta era. Esta es la segunda senda de recuperaci¨®n que se abre ante nosotros, y la que debemos seguir. La que nos llevar¨¢ a construir una econom¨ªa m¨¢s digital, m¨¢s verde, m¨¢s inclusiva e integrada globalmente. La pregunta clave es, ?c¨®mo logramos avanzar por ese camino? Esta misma pregunta es la que enmarca los trabajos de la ministerial de la OCDE de este a?o que Espa?a preside. En el caso de nuestra acci¨®n exterior la pregunta a responder es la siguiente: ?c¨®mo configuramos una agenda diplom¨¢tica, y sobre todo de diplomacia econ¨®mica, que nos permita alcanzar esos objetivos?
Lo primero que debe concentrar nuestros esfuerzos es lograr un gran consenso europeo sobre la reconstrucci¨®n poscovid-19. Nuestra diplomacia est¨¢ volcada en la constituci¨®n de un amplio Fondo de Recuperaci¨®n que permita afrontar la transformaci¨®n econ¨®mica que exige este momento. En nuestras manos est¨¢ reproducir el ciclo virtuoso de los a?os ochenta, cuando Espa?a entr¨® en las Comunidades Europeas, sumando al apoyo pol¨ªtico y financiero europeo un amplio consenso nacional a favor de las reformas. Ese gran consenso a dos niveles produjo varias d¨¦cadas de crecimiento econ¨®mico y convergencia con los socios europeos.
En los ¨¢mbitos sectoriales tambi¨¦n se puede hacer mucho desde la acci¨®n exterior. Es vital, por ejemplo, que completemos el Mercado ?nico Digital. Solo a trav¨¦s de la integraci¨®n europea lograremos dar a nuestras empresas y a nuestras start-ups un mercado con marcos regulatorios claros y de la escala suficiente para crecer y competir con sus pares en EE UU y China. Europa debe alcanzar la soberan¨ªa digital y una capacidad tecnol¨®gica propia si quiere desempe?ar un papel significativo en el siglo XXI. Para navegar con ¨¦xito este entorno internacional tan cambiante necesitamos actuar con anticipaci¨®n y haciendo uso de la prospectiva. Los actuales esfuerzos del Ministerio de Asuntos Exteriores por desarrollar una Estrategia de Tecnolog¨ªa y Orden Global que enmarque nuestras actuaciones en el ¨¢mbito de la gobernanza tecnol¨®gica nos acercan a ese objetivo.
La econom¨ªa digital debe adem¨¢s ser m¨¢s justa, y eso tiene tres dimensiones internacionales esenciales: la fiscal, la de competencia y la de distribuci¨®n geogr¨¢fica. Es m¨¢s necesario que nunca que las grandes empresas digitales contribuyan a la recaudaci¨®n p¨²blica y a la financiaci¨®n del Estado de bienestar, incluyendo iniciativas como el Ingreso M¨ªnimo Vital. Eso pasa por configurar un nuevo marco fiscal global para la econom¨ªa digital. Nuestra diplomacia debe contribuir a las discusiones que ya est¨¢n teniendo lugar en la OCDE sobre esta materia.
Es importante tambi¨¦n dise?ar una nueva pol¨ªtica de competencia en el ¨¢mbito digital. Los mercados digitales dejados a s¨ª mismos muestran tendencias al oligopolio, causadas por los efectos de escala y de red. La diplomacia econ¨®mica espa?ola debe trabajar para lograr un nuevo marco europeo de competencia que aborde este fen¨®meno. Por ¨²ltimo, debemos asegurarnos de que la econom¨ªa digital no se concentra en polos geogr¨¢ficos demasiado cerrados. Esa concentraci¨®n agrava los problemas de despoblaci¨®n y de falta de oportunidades en las regiones vaciadas de nuestros pa¨ªses. La reciente candidatura de Le¨®n para acoger el Centro Europeo de Ciberseguridad es un ejemplo de buenas pr¨¢cticas para promover clusters de crecimiento en todo nuestro territorio.
En los ¨¢mbitos de la lucha contra el cambio clim¨¢tico, Espa?a debe mantenerse firme en su apoyo al Acuerdo de Par¨ªs, al Pacto Verde propuesto por la UE y a la multitud de iniciativas que buscan avanzar la agenda de transici¨®n ecol¨®gica. Debemos tambi¨¦n liderar con el ejemplo. Nuestra diplomacia puede poner en valor actuaciones en el ¨¢mbito nacional, como la Estrategia Espa?ola de Econom¨ªa Circular o la Ley de Cambio Clim¨¢tico y Transici¨®n Energ¨¦tica.
En ¨²ltima instancia, es vital que nuestra acci¨®n exterior apuntale el sistema multilateral de comercio. El papel de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) es hoy m¨¢s importante que nunca. Debemos reformar y adaptar la OMC a los retos del presente, como son el comercio electr¨®nico y de productos sanitarios, incorporando criterios de sostenibilidad en el dise?o de los nuevos tratados comerciales. Todo ello sin olvidar que el comercio justo y sostenible es una fuente clara de crecimiento econ¨®mico y de prosperidad. Nuestra diplomacia econ¨®mica debe seguir apoyando el acuerdo UE-Mercosur, as¨ª como el resto de la agenda comercial de la UE y el establecimiento de la Zona de Libre Cambio Continental Africana. El Ministerio de Asuntos Exteriores debe tambi¨¦n seguir apoyando la expansi¨®n de nuestras empresas. La recuperaci¨®n econ¨®mica pasar¨¢ por la internacionalizaci¨®n, por ayudar a las empresas a navegar las incertidumbres de la crisis de la covid-19 y trabajar por mejorar la imagen del pa¨ªs. Nuestra diplomacia econ¨®mica y de reputaci¨®n debe asistir en todos esos frentes, tambi¨¦n con campa?as activas como la reci¨¦n presentada Spain, for sure.
Nuestro pa¨ªs afronta meses vitales. Es el momento de los grandes consensos: en Europa y en Espa?a. Podemos entre todos convertir esta grave crisis en una oportunidad para reconstruir nuestra econom¨ªa sobre unos cimientos m¨¢s s¨®lidos.
Manuel Mu?iz es secretario de Estado de Espa?a Global en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Uni¨®n Europea y Cooperaci¨®n.