Explicaci¨®n necesaria
Iglesias no puede ignorar que su obligaci¨®n es garantizar, adem¨¢s de su buen nombre, la estabilidad del Gobierno del que forma parte
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, est¨¢ inmerso en un procedimiento judicial de consecuencias inciertas. El caso es parad¨®jico. ?l, que en principio aparec¨ªa como la v¨ªctima principal de un delito de revelaci¨®n de secretos, acabar¨¢ siendo el centro del proceso si la investigaci¨®n judicial confirma las sospechas del instructor. Pero m¨¢s all¨¢ del resultado de la instrucci¨®n, el vicepresidente tiene la responsabilidad pol¨ªtica de preservar el nombre de la instituci¨®n que representa y ofrecer explicaciones claras sobre los puntos que enturbian el caso y que podr¨ªan llegar a de...
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, est¨¢ inmerso en un procedimiento judicial de consecuencias inciertas. El caso es parad¨®jico. ?l, que en principio aparec¨ªa como la v¨ªctima principal de un delito de revelaci¨®n de secretos, acabar¨¢ siendo el centro del proceso si la investigaci¨®n judicial confirma las sospechas del instructor. Pero m¨¢s all¨¢ del resultado de la instrucci¨®n, el vicepresidente tiene la responsabilidad pol¨ªtica de preservar el nombre de la instituci¨®n que representa y ofrecer explicaciones claras sobre los puntos que enturbian el caso y que podr¨ªan llegar a desestabilizar al Gobierno del que forma parte.
Hasta ahora, Iglesias ha sido el principal perjudicado de la revelaci¨®n de secretos que se investiga en la causa abierta por el juez Manuel Garc¨ªa Castell¨®n. Parte del contenido de la tarjeta de memoria de un m¨®vil robado en noviembre de 2015 a su asesora, Dina Bousselham, se public¨® en algunos medios. Al menos tres copias de la tarjeta realizadas entre abril y junio de 2016 fueron halladas en el domicilio del comisario Jos¨¦ Manuel Villarejo, encarcelado como cabecilla de una trama corrupta dentro del Ministerio del Interior. El material se public¨® en varios medios con los que el comisario manten¨ªa comunicaci¨®n fluida. El juez imput¨® a Villarejo por revelaci¨®n de secretos y ofreci¨® acciones penales al principal perjudicado de esa acci¨®n. Esta situaci¨®n cambi¨® radicalmente por las confusas explicaciones de Iglesias y de su asesora sobre el rocambolesco periplo de la tarjeta, que hicieron sospechar al juez. Este retir¨® al l¨ªder de Podemos la condici¨®n de v¨ªctima y ahora se le investiga. Iglesias tiene un punto d¨¦bil. ?Por qu¨¦ no devolvi¨® durante meses una tarjeta con datos privados a su leg¨ªtima propietaria? Y por qu¨¦, cuando se la devolvi¨® a Bousselham, supuestamente en el verano de 2016, esta no pudo acceder a ella porque estaba estropeada. Lo que ha dicho al respecto hasta ahora ¡ª¡±por no meterle presi¨®n¡±¡ª resulta tan paternalista como infantil. Y pol¨ªticamente inaceptable.
La existencia de la polic¨ªa patri¨®tica y de ciertos desag¨¹es oscuros del Estado desde donde personajes como Villarejo han actuado contra Podemos y contra el independentismo es algo que dirimir¨¢n los tribunales. Pero, en todo caso, no puede ser aprovechado por el vicepresidente para eludir su responsabilidad. En muchos Estados existen por desgracia cloacas, pero no es encomiable que un miembro del Gobierno las instrumentalice a ellas y a la prensa como chivos expiatorios para obtener r¨¦ditos. Colocarse como perjudicado por una conspiraci¨®n desde el poder es impropio de quien ostenta tanto poder, y debe atenerse al principio de la transparencia y la rendici¨®n de cuentas. En el caso concreto de la tarjeta permanecen sin aclarar demasiadas inc¨®gnitas. Si de las contradictorias versiones del vicepresidente pudiera derivarse una falta a la verdad en sede judicial, ello obligar¨ªa a analizar las eventuales implicaciones penales. Pero la m¨¢s urgente es la responsabilidad pol¨ªtica. Iglesias no puede ignorar que su obligaci¨®n es garantizar, adem¨¢s de su buen nombre, la estabilidad del Gobierno del que forma parte. Y no faltarle el respeto a los ciudadanos.