El hombre m¨¢s desinformado del mundo
La Casa Blanca no reaccion¨® a tiempo contra la pandemia, a pesar de contar con la informaci¨®n para hacerlo
El presidente de los Estados Unidos, hasta la llegada de Donald Trump, ha sido el hombre mejor informado del mundo. Su fuente era el Presidencial Daily Briefing, un resumen de las informaciones secretas recogidas por las 16 agencias de inteligencia y presentadas en una reuni¨®n diaria en el Despacho Oval por el director general de Inteligencia ante un restringido grupo de colaboradores.
Es dif¨ªcil que alg¨²n hecho relevante no sea captado por tan formidable radar informativo. Algunos presidentes han sido ¨¢vidos lectores del PDB y otros se han limitado a escuchar al m¨¢ximo responsab...
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El presidente de los Estados Unidos, hasta la llegada de Donald Trump, ha sido el hombre mejor informado del mundo. Su fuente era el Presidencial Daily Briefing, un resumen de las informaciones secretas recogidas por las 16 agencias de inteligencia y presentadas en una reuni¨®n diaria en el Despacho Oval por el director general de Inteligencia ante un restringido grupo de colaboradores.
Es dif¨ªcil que alg¨²n hecho relevante no sea captado por tan formidable radar informativo. Algunos presidentes han sido ¨¢vidos lectores del PDB y otros se han limitado a escuchar al m¨¢ximo responsable de las agencias de inteligencia. Todos eran conscientes del valor de esta fuente informativa privilegiada y a partir de ella tomaron sus decisiones m¨¢s trascendentales.
Donald Trump, en cambio, no lee los informes de inteligencia. No escucha los an¨¢lisis de los jefes de los esp¨ªas, a los que interrumpe constantemente con sus ocurrencias. Incluso ha desarrollado una cierta antipat¨ªa hacia sus autores, a los que considera como representantes del deep state o Estado profundo, hostiles a su presidencia y propensos a mentirle o falsificarle los hechos. Este presidente ni atiende a las informaciones reservadas ni tampoco se las cree en caso de que lleguen a sus o¨ªdos.
Su aversi¨®n a la lectura, su facilidad y su dificultad para fijar la atenci¨®n y escuchar a quienes le hablan eran de sobra conocidas. Pero ahora han aparecido las pruebas de dos casos, al menos, suficientemente graves, no tan solo sobre su voluntaria ignorancia de las informaciones secretas que llegan a la Casa Blanca, sino adem¨¢s sobre la responsabilidad c¨®mplice de sus colaboradores en la desatenci¨®n.
Seg¨²n informaciones period¨ªsticas muy bien fundamentadas, Trump recibi¨® informaci¨®n sobre el brote de la covid-19 en Wuhan antes del 1 de enero. Tambi¨¦n lleg¨® al Despacho Oval la noticia de los sobornos pagados por el espionaje ruso a los talibanes para que mataran a soldados estadounidenses en Afganist¨¢n. Pero el presidente y su entorno no se enteraron. La Casa Blanca no reaccion¨® a tiempo contra la pandemia, a pesar de contar con la informaci¨®n para hacerlo. Donald Trump sigui¨® elogiando a Putin, hablando con el presidente ruso, exigiendo su reincorporaci¨®n al G7, e incluso negociando la retirada de Afganist¨¢n con los talibanes.
La ¨²nica fuente de informaci¨®n de Trump es la televisi¨®n. Este comportamiento ha sido corroborado por John Bolton, su exconsejero de Seguridad, en su libro La habitaci¨®n donde sucedi¨®, y diseccionado psicol¨®gicamente por su sobrina, Mary Trump, en Demasiado y nunca suficiente. La bibliograf¨ªa ya abundante sobre Trump permite entender el porqu¨¦ de sus numerosas mentiras (22 al d¨ªa, casi 20.000 en lo que va de presidencia, seg¨²n The Washington Post). Y su sobrina tiene la explicaci¨®n de su personalidad infantil y enfermiza: ¡°Hacer trampas es su forma de vida¡±.