Si el virus vuelve a explotar
Nos apresuramos en abrir porque entendemos que a m¨¢s r¨¢pido nos pongamos en marcha, m¨¢s ¨¢gil ser¨¢ la recuperaci¨®n de nuestros bolsillos, nuestras relaciones, nuestros ¨¢nimos
Los rebrotes del virus han llegado con una ristra de ¡°pero c¨®mo no lo hab¨ªamos previsto¡±, ¡°por qu¨¦ nos comportamos como si no hubiera pasado nada¡±, y ¡°es que no lo vimos venir despu¨¦s de la que hemos pasado¡±. Las preguntas son necesarias, pero una respuesta satisfactoria requiere de humildad intelectual colectiva: no entendemos los eventos explosivos, ni tenemos incentivos para ello.
Tendemos a asumir que los eventos que nos rodean son lineales, progresivos: es decir, que antes de que algo suceda, dispondremos de alguna pista para que no nos pille con la guardia baja. Es una de las razo...
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Los rebrotes del virus han llegado con una ristra de ¡°pero c¨®mo no lo hab¨ªamos previsto¡±, ¡°por qu¨¦ nos comportamos como si no hubiera pasado nada¡±, y ¡°es que no lo vimos venir despu¨¦s de la que hemos pasado¡±. Las preguntas son necesarias, pero una respuesta satisfactoria requiere de humildad intelectual colectiva: no entendemos los eventos explosivos, ni tenemos incentivos para ello.
Tendemos a asumir que los eventos que nos rodean son lineales, progresivos: es decir, que antes de que algo suceda, dispondremos de alguna pista para que no nos pille con la guardia baja. Es una de las razones por las que las cat¨¢strofes o las tragedias inesperadas nos aterran y fascinan: van contra nuestra manera de construir conocimiento sobre nuestro entorno, siempre basada en aproximaciones lo m¨¢s ¨¢giles posibles basadas en evidencia escasa.
Una epidemia no es un fen¨®meno lineal, sino exponencial, que ¡°explota¡± sin avisar mucho: cada persona infectada tiene la capacidad de contagiar a otras muchas, as¨ª que los casos se multiplican en el tiempo de una forma que a nuestro cerebro no le resulta familiar, ni agradable. El riesgo de brote sigue, l¨®gicamente, el mismo patr¨®n, pero tal y como nos lo planteamos nosotros apenas hay ¡°unos pocos casos¡± en nuestras vecindades.
De hecho, esa es la misma frase que empleaban algunas autoridades en febrero. P¨²blicas, pero tambi¨¦n privadas. ?Acaso no hemos aprendido nada? M¨¢s bien creo que nos queda por superar una tercera, falsa intuici¨®n de linealidad que no es tal: el hilo que une bienestar perdido por las cuarentenas y el potencialmente destrozado por el propio virus. Si entonces nos demoramos en cerrar, ahora nos apresuramos en abrir porque entendemos que a m¨¢s r¨¢pido nos pongamos en marcha, m¨¢s ¨¢gil ser¨¢ la recuperaci¨®n de nuestros bolsillos, nuestras relaciones, nuestros ¨¢nimos. Pero eso ser¨¢ cierto solo si el rebrote no se produce nunca. Como al apresurarnos lo hacemos m¨¢s probable, rompemos con nuestra acci¨®n el supuesto de partida en una suerte de profec¨ªa autocumplida del contagio. Ya lo hicimos en febrero y marzo, de hecho: lo que nos dej¨® en casa fueron los 8.000 casos detectados, no el riesgo previo que nunca asumimos. Por eso ahora tampoco nos fijamos en las m¨¢s de 40.000 muertes acumuladas, sino en los contagios inmediatos: por desgracia, una explosi¨®n solo condiciona nuestro comportamiento mientras est¨¢ sucediendo. @jorgegalindo