En canal
Alguien deber¨ªa invitar cort¨¦smente al rey em¨¦rito a volver al mismo exilio de donde lleg¨®, puesto que este pa¨ªs, que le fue regalado, ya no es el suyo
Lleg¨® a Espa?a desde el exilio y el dictador a su muerte le regal¨® este pa¨ªs. Fue la primera donaci¨®n a fondo perdido que recibi¨® el rey Juan Carlos y por un azar de la historia hubo un tiempo en que el regalo funcion¨®. Era simp¨¢tico, superficial, un poco ganso y atrabancado, que no par¨® de darse le?azos a lo largo de su vida. Siendo todav¨ªa pr¨ªncipe parti¨® con su crisma la puerta de cristal en una piscina; despu¨¦s, ya como rey, se ha roto toda clase de huesos, r¨®tulas, pelvis, cadera, hasta llegar a la infausta cacer¨ªa de elefantes en Botsuana, donde, con un ligero traspi¨¦s en una alfombra, e...
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Lleg¨® a Espa?a desde el exilio y el dictador a su muerte le regal¨® este pa¨ªs. Fue la primera donaci¨®n a fondo perdido que recibi¨® el rey Juan Carlos y por un azar de la historia hubo un tiempo en que el regalo funcion¨®. Era simp¨¢tico, superficial, un poco ganso y atrabancado, que no par¨® de darse le?azos a lo largo de su vida. Siendo todav¨ªa pr¨ªncipe parti¨® con su crisma la puerta de cristal en una piscina; despu¨¦s, ya como rey, se ha roto toda clase de huesos, r¨®tulas, pelvis, cadera, hasta llegar a la infausta cacer¨ªa de elefantes en Botsuana, donde, con un ligero traspi¨¦s en una alfombra, esta vez se rompi¨® mucho m¨¢s que un hueso, puesto que en ese safari se quebr¨® a s¨ª mismo moralmente todo entero. De hecho, dej¨® de ser rey cuando, apoyado en una muleta, tuvo que pedir excusas, que no perd¨®n, a sus ciudadanos, muy humillado, como un cazador cazado. No se sabe qu¨¦ es peor, si el desprecio o la compasi¨®n que gener¨® su aventura. Juan Carlos I ha pasado en varias ocasiones por el quir¨®fano, pero ninguna operaci¨®n quir¨²rgica ha sido tan peligrosa y encarnizada como la que est¨¢ sufriendo hoy, en la que aparece abierto en canal ante la opini¨®n p¨²blica. Todos los ciudadanos de este pa¨ªs son invitados cada d¨ªa por los medios a la fiesta del desguace del rey que un d¨ªa encarn¨® felizmente la democracia en Espa?a. Humano, demasiado humano. Sus imp¨²dicas finanzas, que unen el dinero sucio a la codicia, al despilfarro y a la venganza entre amantes, se han convertido en un c¨¢liz que los espa?oles no tenemos por qu¨¦ apurar hasta las heces. No hay nadie que pueda resistir semejante descarga. Antes de que su conducta irresponsable acabe por pudrir del todo a la monarqu¨ªa, alguien deber¨ªa invitar cort¨¦smente al rey em¨¦rito a volver al mismo exilio de donde lleg¨®, puesto que este pa¨ªs, que le fue regalado, ya no es el suyo.