Fin de ciclo
El Parlamento gallego fue el primero en cobijar la nueva pol¨ªtica; ahora es el primero en expulsarla
Durante las pr¨®ximas semanas gran parte de la atenci¨®n medi¨¢tica se centrar¨¢ en c¨®mo Pablo Casado debe digerir los resultados electorales del pasado domingo. La asimetr¨ªa de los resultados del PP, con un ¨¦xito incontestable en Galicia y un fracaso sin paliativos en el Pa¨ªs Vasco, ofrece inestimables lecciones sobre c¨®mo redefinir un partido que lleva meses desorientado y superado por el embiste de Vox. Sin embargo, a mi entender, es la izquierda la que deber¨ªa hacer una lectura m¨¢s minuciosa sobre lo ocurrido el pasado domingo, pues los resultados electorales podr¨ªan estar mostr¨¢ndonos un nuev...
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Durante las pr¨®ximas semanas gran parte de la atenci¨®n medi¨¢tica se centrar¨¢ en c¨®mo Pablo Casado debe digerir los resultados electorales del pasado domingo. La asimetr¨ªa de los resultados del PP, con un ¨¦xito incontestable en Galicia y un fracaso sin paliativos en el Pa¨ªs Vasco, ofrece inestimables lecciones sobre c¨®mo redefinir un partido que lleva meses desorientado y superado por el embiste de Vox. Sin embargo, a mi entender, es la izquierda la que deber¨ªa hacer una lectura m¨¢s minuciosa sobre lo ocurrido el pasado domingo, pues los resultados electorales podr¨ªan estar mostr¨¢ndonos un nuevo cambio de ciclo en la pol¨ªtica espa?ola.
A primera vista, el nuevo arco parlamentario de Galicia nos ofrece una correlaci¨®n de fuerzas poco original. El Parlamento gallego ya hab¨ªa acogido a los actuales tres partidos durante muchas legislaturas, las mayor¨ªas absolutas del PP han sido m¨¢s la norma que la excepci¨®n, e incluso no es la primera vez que el BNG logra erigirse como l¨ªder de la oposici¨®n, superando al PSdeG. En realidad, la verdadera novedad de las elecciones gallegas es que nos devuelven a la ¡°vieja normalidad¡±, a los tiempos previos a la irrupci¨®n del fen¨®meno de Podemos y sus expresiones territoriales.
Galicia ha sido la vanguardia del cambio pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs. La ruptura entre la sociedad espa?ola y la pol¨ªtica tradicional empez¨® a gestarse en los primeros a?os de la Gran Recesi¨®n y tuvo su expresi¨®n m¨¢s simb¨®lica en el 15-M en 2011. Sin embargo, el malestar y el rechazo a la pol¨ªtica tradicional no tuvieron presencia en las instituciones hasta las elecciones gallegas de 2012. En esos comicios se configur¨® por primera vez un espacio electoral cuyo principal objetivo era hacerse eco del enorme descontento social. La Alternativa Galega de Esquerda, una coalici¨®n liderada por Xos¨¦ Manuel Beiras y la actual ministra Yolanda D¨ªaz, logr¨® irrumpir con fuerza a pesar de haberse constituido pocas semanas antes de las elecciones. Su ¨¦xito marc¨® el camino a los emprendedores pol¨ªticos que quer¨ªan crecer a remolque del 15-M.
Si el Parlamento gallego fue el primero en dar cobijo a la llamada ¡°nueva pol¨ªtica¡±, tambi¨¦n es ahora el primero en expulsar a estas formaciones. Es cierto que Unidas Podemos ya era una fuerza extraparlamentaria en algunas comunidades aut¨®nomas como Cantabria o Castilla-La Mancha, pero su implantaci¨®n en esos territorios siempre hab¨ªa sido modesta. La desaparici¨®n de Podemos y las Mareas del Parlamento gallego tiene una enorme carga simb¨®lica. Galicia marc¨® un cambio de ¨¦poca en la pol¨ªtica espa?ola en 2012 y puede que tambi¨¦n est¨¦ haci¨¦ndolo tras las elecciones del pasado domingo.
Si bien las elecciones gallegas y vascas simbolizan un cambio de ¨¦poca para la llamada ¡°nueva pol¨ªtica¡±, los resultados del PSOE son m¨¢s ambiguos. A priori, la magnitud de la crisis econ¨®mica y sanitaria de nuestro pa¨ªs pod¨ªa vaticinar un desgaste electoral del Gobierno de Pedro S¨¢nchez. Tradicionalmente, los trabajos de ciencia pol¨ªtica han mostrado que, por lo general, los ciudadanos suelen castigar a los Gobiernos cuando la econom¨ªa va mal e, incluso, cuando se producen cat¨¢strofes naturales u otros eventos ajenos a la responsabilidad del Gobierno.
Sin embargo, las consecuencias pol¨ªticas de la covid-19 no se ajustan a los patrones que est¨¢bamos acostumbrados. La popularidad de los Gobiernos, tanto en Espa?a como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno, parece resistir e incluso mejorar, a pesar de la coyuntura tan adversa que vivimos. Por el momento, gobernar en tiempos de crisis sanitaria no parece generar el desgaste que cab¨ªa esperar. El esfuerzo de los Gobiernos para realizar ambiciosas pol¨ªticas compensatorias que amortig¨¹en los costes de la crisis ha permitido que el malestar social no derive en castigo electoral.
A priori, la satisfacci¨®n y la autocomplacencia podr¨ªan cundir en el PSOE de vivir una coyuntura econ¨®mica y sanitaria tan adversa. Sin embargo, sorprende que los socialistas no hayan sido capaces de rentabilizar el colapso electoral de su principal rival, Podemos. A pesar de ser un partido ideol¨®gicamente colindante, con un potencial electorado compartido, el PSOE ha aumentado algo menos de dos puntos porcentuales en ambas comunidades aut¨®nomas. Se trata de un t¨ªmido avance que deber¨ªa llamar la atenci¨®n a Ferraz.
Adem¨¢s, aunque por ahora la crisis econ¨®mica y sanitaria no est¨¦ pasando factura al Gobierno, deber¨ªamos ser cautos sobre qu¨¦ ocurrir¨¢ en el futuro. Si Pedro S¨¢nchez no logra mantener el ritmo e intensidad de las pol¨ªticas compensatorias, puede que el dique de contenci¨®n que evita que el malestar social arrolle al Gobierno se rompa. En este sentido, la popularidad del Gobierno de S¨¢nchez depender¨¢ en gran parte tanto de la virulencia de los rebrotes como de la naturaleza del fondo de reconstrucci¨®n de la UE.
Si bien la situaci¨®n del PSOE est¨¢ en gran parte vinculada a c¨®mo evolucione la crisis de la covid-19, la crisis de Unidas Podemos y su entorno es m¨¢s estructural. Puede que Unidas Podemos se encuentre en un momento institucional particularmente dulce tras sentarse en el Consejo de Ministros, pero las elecciones del pasado domingo dejan sensaciones de fin de ciclo pol¨ªtico.
Llu¨ªs Orriols es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Carlos III de Madrid.