Del estado de alerta al estado de fatiga cr¨®nica
El virus vuelve a circular, y esta nueva escapada hacia lo desconocido nos coge en una situaci¨®n psicol¨®gica mucho m¨¢s precaria
Conforme las cifras de nuevos contagios y hospitalizaciones se van encaramando en las estad¨ªsticas, los ¨¢nimos van decayendo. El virus vuelve a circular y aunque ahora lo tiene m¨¢s dif¨ªcil porque nos protegemos m¨¢s y los sistemas sanitarios est¨¢n mejor preparados, esta nueva escapada hacia lo desconocido nos coge en una situaci¨®n psicol¨®gica mucho m¨¢s precaria. Ya no estamos en fase de alerta ante una amenaza nueva y desconocida, dispuestos a hacer lo necesario para protegernos y proteger a los dem¨¢s, sino en una fase de agobio y resignaci¨®n. Estamos cansados. Ya no se trata de cambios dr¨¢stic...
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Conforme las cifras de nuevos contagios y hospitalizaciones se van encaramando en las estad¨ªsticas, los ¨¢nimos van decayendo. El virus vuelve a circular y aunque ahora lo tiene m¨¢s dif¨ªcil porque nos protegemos m¨¢s y los sistemas sanitarios est¨¢n mejor preparados, esta nueva escapada hacia lo desconocido nos coge en una situaci¨®n psicol¨®gica mucho m¨¢s precaria. Ya no estamos en fase de alerta ante una amenaza nueva y desconocida, dispuestos a hacer lo necesario para protegernos y proteger a los dem¨¢s, sino en una fase de agobio y resignaci¨®n. Estamos cansados. Ya no se trata de cambios dr¨¢sticos pero temporales en el marco de un esfuerzo colectivo excepcional capaz de hacer surgir lo mejor de nuestra condici¨®n humana, sino de adaptarnos a un peligro ubicuo, silencioso y persistente que nos acecha y que no parece dispuesto a dejarnos en paz. Y la perspectiva ya no es de un sacrificio temporal, sino de un estado de excepci¨®n indefinido, al menos hasta que dispongamos de una vacuna.
Hemos pasado del estado de alerta al estado de fatiga pand¨¦mica, una mezcla de cansancio, des¨¢nimo y malestar bien descrito en literatura m¨¦dica de las plagas y las pestes. Ya a mediados de mayo, Hans Kluge, director regional de la OMS para Europa, advirti¨® de que la fatiga de la pandemia pod¨ªa poner en peligro los logros alcanzados por una creciente desconfianza hacia las autoridades, un mayor recorrido para las teor¨ªas de la conspiraci¨®n y la aparici¨®n de movimientos contrarios a las restricciones. Algo de eso estamos viendo ya en Catalu?a, con una polarizaci¨®n ante la nueva situaci¨®n que amenaza con convertirse en un factor de fractura social. Por un lado las personas vulnerables, asustadas e hipocondr¨ªacas, que tienden a recluirse porque se sienten amenazadas por cualquier persona con la que se crucen con la mascarilla mal puesta. Y por otro, la de quienes pasan de todo, una reacci¨®n que en unos casos se nutre de despreocupaci¨®n, especialmente entre los j¨®venes, y en otros de puro negacionismo alimentado por las teor¨ªas de la conspiraci¨®n.
Y en medio de todo ello, emergen los intereses amenazados por el virus, que se organizan contra las restricciones, como esos empresarios del ocio nocturno que se consideran atacados por las autoridades sanitarias, como si sus negocios fueran una actividad segura y no tuvieran nada que ver con esos brotes masivos de contagios entre j¨®venes. Es una nueva situaci¨®n mucho m¨¢s dif¨ªcil de gestionar que la que nos llev¨® a un confinamiento estricto en el mes de abril. ?C¨®mo reaccionar? Con pedagog¨ªa y transparencia, desde luego. Pero tambi¨¦n con firmeza. La que requiere defender el bien com¨²n, que en este caso es seguir evitando que la gente enferme y muera.