Juegos de poder
El congreso de EE UU tiene que imponer una regulaci¨®n a las ¡®cuatro grandes¡¯
Los m¨¢ximos responsables de Google, Apple, Facebook y Amazon han comparecido en el Congreso de los Estados Unidos para ser interrogados sobre las inquietudes de los legisladores estadounidenses, que, aunque son varias, pueden resumirse en un exceso de poder social y pol¨ªtico de las compa?¨ªas convocadas. No es un secreto que los representantes del pueblo estadounidense consideran a sus gigantes tecnol¨®gicos como una amenaza real para la democracia; que esa amenaza se manifiesta tanto en un dominio del mercado de tal intensidad que restringe la competencia en aspectos tan decisivos para la evolu...
Los m¨¢ximos responsables de Google, Apple, Facebook y Amazon han comparecido en el Congreso de los Estados Unidos para ser interrogados sobre las inquietudes de los legisladores estadounidenses, que, aunque son varias, pueden resumirse en un exceso de poder social y pol¨ªtico de las compa?¨ªas convocadas. No es un secreto que los representantes del pueblo estadounidense consideran a sus gigantes tecnol¨®gicos como una amenaza real para la democracia; que esa amenaza se manifiesta tanto en un dominio del mercado de tal intensidad que restringe la competencia en aspectos tan decisivos para la evoluci¨®n futura de la tecnolog¨ªa como las b¨²squedas en Internet, la venta online, las aplicaciones de m¨®viles y la difusi¨®n de noticias e informaci¨®n. El poder de los cuatro amos de la tecnolog¨ªa sobre estos mercados es casi absoluto; y los congresistas temen, con raz¨®n, que ese poder tenga derivadas pol¨ªticas, como, de hecho, ya ha sucedido en algunos casos.
No deja de ser significativo que todo el espectro pol¨ªtico estadounidense se haya puesto de acuerdo en repudiar el dominio del mercado de las cuatro grandes. Es verdad que los motivos del rechazo son diversos. Pero rara vez se produce en pol¨ªtica un consenso tan extendido, contrario adem¨¢s a lo que intuitivamente podr¨ªa entenderse como orgullo nacional y contradictorio con la defensa cerrada, casi belicista, que hace Donald Trump, quejoso permanente del sesgo antirrepublicano de las tecnol¨®gicas, de los exiguos impuestos que pagan las empresas citadas en los pa¨ªses europeos.
El inter¨¦s del Congreso en sentar en el banquillo de los interrogados a Apple, Amazon, Facebook y Google parte tambi¨¦n de una contradicci¨®n. El temor a las pr¨¢cticas monopol¨ªsticas y a un crecimiento desmesurado de las empresas que haga imposible su control por parte del sistema pol¨ªtico es real; tan real como el miedo de dem¨®cratas y republicanos a aprobar una regulaci¨®n restrictiva de imprevisibles consecuencias pol¨ªticas y econ¨®micas. Recu¨¦rdese que en junio del a?o pasado el Congreso anunci¨® una investigaci¨®n a fondo de los comportamientos monopol¨ªsticos de las citadas, encargada a la Comisi¨®n Federal del Comercio y al departamento de justicia. Mientras el debate se mantenga en el nivel del repudio del monopolio, el consenso existir¨¢; pero una modificaci¨®n de las leyes de competencia manifestar¨¢ las diferencias entre dem¨®cratas y republicanos. Ni Trump ni los dem¨®cratas quieren una guerra abierta con las grandes; las consecuencias fiscales y laborales podr¨ªan ser terribles. Adem¨¢s, de Apple, Google, Amazon y Facebook son las piezas fundamentales para imponer el control de Estados Unidos en los mercados tecnol¨®gicos.
Las respuestas de los Zuckerberg, Bezos, Cook y Sundar Pinchai han sido vagas y desalentadoras. O bien han agitado el espantajo chino, probablemente con raz¨®n, pero sin relaci¨®n alguna con las irregularidades de mercado que se les imputan, o se han escudado en la idea c¨®moda, pero absurda, de que se ataca a sus compa?¨ªas porque son grandes. El problema es pol¨ªtico y de mercado. No es tiempo de charadas ideol¨®gicas; se trata de saber hasta qu¨¦ punto est¨¢n dispuestas las cuatro grandes a renunciar a las pr¨¢cticas monopol¨ªsticas y hasta que punto est¨¢ dispuesto el Congreso a imponer una regulaci¨®n pol¨ªtica que impida tales pr¨¢cticas. Por el momento, las partes no se han pronunciado con claridad.