La destrucci¨®n de la democracia
El cohete escandaloso lanzado inopinadamente por Trump anuncia su enorme disposici¨®n a embarrar la elecci¨®n presidencial y su rechazo a admitir la derrota que est¨¢ dibuj¨¢ndose ya en el horizonte
Jam¨¢s Estados Unidos ha suspendido unas elecciones presidenciales, ni siquiera en plena guerra civil o durante las guerras mundiales. El coraz¨®n de la gran democracia americana es la elecci¨®n de su presidente por el voto de los delegados surgidos del sufragio universal cada cuatro a?os el primer martes despu¨¦s del primer lunes de noviembre. El poder inmenso del que goza el primer magistrado de la rep¨²blica tiene su origen precisamente en el escrupuloso respecto a una regla de juego a la que se someten todos los candidatos y que todos aceptan, antes y despu¨¦s del resultado arrojado por las urna...
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Jam¨¢s Estados Unidos ha suspendido unas elecciones presidenciales, ni siquiera en plena guerra civil o durante las guerras mundiales. El coraz¨®n de la gran democracia americana es la elecci¨®n de su presidente por el voto de los delegados surgidos del sufragio universal cada cuatro a?os el primer martes despu¨¦s del primer lunes de noviembre. El poder inmenso del que goza el primer magistrado de la rep¨²blica tiene su origen precisamente en el escrupuloso respecto a una regla de juego a la que se someten todos los candidatos y que todos aceptan, antes y despu¨¦s del resultado arrojado por las urnas.
Hasta hoy. Ahora hay un presidente en la Casa Blanca que ya ha venido anunciando su reticencia a aceptar el resultado de las elecciones del <NO1>pr¨®ximo<NO>3 de noviembre si no es ¨¦l mismo quien sale vencedor de los comicios. Es conocida su desconfianza en el sistema electoral, especialmente ante las expectativas de resultados adversos. Tras su victoria presidencial en 2016, con tres millones de votos menos que su rival Hillary Clinton, gracias a un sistema electoral que premia a los territorios por encima de los ciudadanos, extendi¨® el bulo de un fraude masivo por parte del Partido Dem¨®crata, hasta promover una investigaci¨®n que no condujo a ninguna conclusi¨®n fiable.
Antes de la explosi¨®n descontrolada de la pandemia, fruto de su alocada e irresponsable gesti¨®n desde la Casa Blanca, todav¨ªa confiaba en la buena marcha de la econom¨ªa y en la ventaja del titular cuando se presenta por segunda vez a las elecciones. Ahora todo se ha hundido. Su prestigio est¨¢ por los suelos, incluso en las filas republicanas. Muchos senadores y congresistas temen por sus esca?os, arrastrados por el desprestigio creciente del presidente. Ni una sola encuesta le es favorable, ni siquiera en los Estados de voto dubitativo e incluso en los de voto republicano. Solo faltaba la cifra terrible de una ca¨ªda del 9,5% de la econom¨ªa del pa¨ªs en el segundo trimestre del a?o.
As¨ª es como se han precipitado las amenazas que se esperaban para el oto?o. Ya no se trata de dudar sobre el resultado electoral para el caso de que sea desfavorable. Tampoco de impedir el voto por correo, el mejor controlado y seguro ante el fraude, que permitir¨¢ movilizar al voto dem¨®crata incluso en situaciones extremas de pandemia. Ahora Trump se propone, lisa y llanamente, suspender y aplazar las elecciones, una decisi¨®n para la que no cuenta con poder legal alguno y que de materializarse significar¨ªa la destrucci¨®n del sistema democr¨¢tico.
De momento es solo un deseo expresado en un tuit. Veremos cu¨¢l es el acompa?amiento que reciben estas manifestaciones desde el Partido Republicano y desde la Casa Blanca. Lo m¨¢s probable es que de momento queden en nada. Se necesitar¨ªa una ley del Congreso para tomar una decisi¨®n tan grave. Pero este cohete escandaloso lanzado inopinadamente por el presidente anuncia ya su enorme disposici¨®n a embarrar la elecci¨®n presidencial y su rechazo a admitir la derrota que est¨¢ dibuj¨¢ndose ya en el horizonte.</CW>