¡®Un mundo infeliz¡¯
Alfas y betas: una divisi¨®n social que ya estaba latente antes del impacto del coronavirus, pero que se ha agudizado en todo el planeta
La pandemia est¨¢ dividiendo al mundo en dos grupos: alfas y betas. Y la l¨ªnea que separa a los unos de los otros no coincide con las fronteras nacionales, sino que atraviesa todos los pa¨ªses, tanto democr¨¢ticos como dictatoriales. Alfas son las personas que tienen un horizonte vital estable, con ingresos seguros. Betas, las personas que no saben c¨®mo ni de qu¨¦ van a vivir. Las que no tienen futuro.
No es una fractura entre ricos y pobres. Cuanto m¨¢s dinero tienes, m¨¢s probable es que seas un alfa, pero los millones de empresarios y altos directivos en los sectores m¨¢s afectados por la c...
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La pandemia est¨¢ dividiendo al mundo en dos grupos: alfas y betas. Y la l¨ªnea que separa a los unos de los otros no coincide con las fronteras nacionales, sino que atraviesa todos los pa¨ªses, tanto democr¨¢ticos como dictatoriales. Alfas son las personas que tienen un horizonte vital estable, con ingresos seguros. Betas, las personas que no saben c¨®mo ni de qu¨¦ van a vivir. Las que no tienen futuro.
No es una fractura entre ricos y pobres. Cuanto m¨¢s dinero tienes, m¨¢s probable es que seas un alfa, pero los millones de empresarios y altos directivos en los sectores m¨¢s afectados por la covid-19, que han perdido su modus vivendi de la noche a la ma?ana, son prueba de que muchos ricos tambi¨¦n lloran.
Es una divisi¨®n social que ya estaba latente antes del impacto del coronavirus, pero que se ha agudizado en todo el planeta. China hoy cobija a dos naciones de ciudadanos desde el punto de vista econ¨®mico: quienes trabajan en empresas protegidas y quienes deben procurarse el pan en una despiadada jungla. En EE UU se acrecienta la distancia entre empleados precarios, no sindicalizados, y los que se ganan la vida en el ascendente n¨²mero de compa?¨ªas que act¨²an como virtuales oligopolios en muchos mercados gracias a la compra de favores pol¨ªticos. La competitividad de la econom¨ªa americana ha ca¨ªdo a medida que ha subido el gasto de los lobbies en las campa?as, estimado ya en 6.000 millones de d¨®lares por ciclo electoral.
En Europa, las conexiones entre intereses organizados, tanto empresariales como sindicales, y la clase pol¨ªtica tambi¨¦n se han estrechado. Los millones de personas que obtienen sus rentas de la Administraci¨®n p¨²blica, o del ingente entramado de empresas p¨²blicas y privadas en sectores regulados, afrontan la crisis abrigados. Sus salarios, garantizados de facto para toda la vida, no pierden capacidad de compra y retienen sus peculiares condiciones, como el horario intensivo de los profesores en los colegios p¨²blicos, cuyos costes pagan las familias menos acomodadas, que deben hacer malabares para atender a sus hijos.
Mientras, una masa enorme de ciudadanos aborda la crisis al descubierto. Sus negocios cierran, sus puestos de trabajo desaparecen. Sus ingresos proceden de la ley de la oferta y la demanda.
M¨¢s que nunca, la econom¨ªa de mercado la sufren los que viven del mercado y la disfrutan los que viven del Estado. @VictorLapuente