Acoso inadmisible
En una democracia no hay lugar para asedios como el que padecen Iglesias y Montero
El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, se han visto obligados a interrumpir sus vacaciones por una campa?a de acoso que han sufrido en el lugar que hab¨ªan elegido para descansar con su familia durante una semana. Ha habido de todo: pintadas insultantes ¡ª¡±Coletas rata¡±¡ª, abucheos, una fuerte presi¨®n en las redes sociales e, incluso, amenazas a un restaurante en el que comieron. Estos ataques a la vida privada de unos cargos p¨²blicos se suman en este caso al permanente asedio que padecen los dos pol¨ªticos de Podemos en su casa de Galapagar, donde des...
El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, se han visto obligados a interrumpir sus vacaciones por una campa?a de acoso que han sufrido en el lugar que hab¨ªan elegido para descansar con su familia durante una semana. Ha habido de todo: pintadas insultantes ¡ª¡±Coletas rata¡±¡ª, abucheos, una fuerte presi¨®n en las redes sociales e, incluso, amenazas a un restaurante en el que comieron. Estos ataques a la vida privada de unos cargos p¨²blicos se suman en este caso al permanente asedio que padecen los dos pol¨ªticos de Podemos en su casa de Galapagar, donde desde el 15 de mayo, y entre las ocho y las diez de la noche, un grupo jaleado por la extrema derecha orquesta todos los d¨ªas una salva de improperios, caceroladas y chuscas descalificaciones. Una edil de Vox participa en la iniciativa y ya ha sido denunciada por Montero, mientras Iglesias ha hecho lo mismo con el cabecilla que lidera esta acometida.
No hay lugar en una democracia, que dispone de instituciones donde pueden enfrentarse posiciones distintas y que establece canales para que la ciudadan¨ªa pueda manifestar sus descontentos, para este compendio de t¨¢cticas de acorralamiento y asaltos a la vida privada. La libertad de expresi¨®n no puede tomarse como una carta blanca que ampare los embates de un grupo que se junta para humillar. Estos d¨ªas se han puesto adjetivos gruesos para calificar estos comportamientos, pero lamentablemente los escraches ¡ªque Podemos apoy¨® en su d¨ªa y que altos cargos del PP y del PSOE tambi¨¦n han sufrido en carne propia¡ª llevan desde hace tiempo formando parte de la vida p¨²blica de este pa¨ªs bajo el argumento de que va en el sueldo del pol¨ªtico acosado recibir una catarata de insultos por defender posiciones distintas de las que sostienen sus agresores. Los discursos del odio y de la descalificaci¨®n permanente del adversario han encontrado adem¨¢s en las redes sociales el caldo de cultivo id¨®neo para retroalimentarse y potenciar su carga de furia y desprecio. No hace falta subrayar hasta qu¨¦ punto estas andanadas, cuando se entrometen en la vida privada de las personas, contribuyen a erosionar el marco democr¨¢tico que garantiza los derechos y libertades.
La vitalidad de una democracia no solo se alimenta de la fortaleza de sus instituciones, sino tambi¨¦n de una serie de normas no escritas que contribuyen a dar vigor a la discusi¨®n entre adversarios y refuerzan el respeto al otro frente a aquellas posturas que convierten la pol¨ªtica en una lucha entre enemigos irreconciliables. El leg¨ªtimo prop¨®sito de llevar a la Fiscal¨ªa acosos tan inadmisibles como el que padecen los pol¨ªticos de Podemos no tendr¨ªa que estar re?ido con una firme actitud de condena de unas pr¨¢cticas que solo favorecen la crispaci¨®n y embarran de matonismo la esfera p¨²blica.