Torra ante el virus
Las medidas de rigor son necesarias,pese al grave descr¨¦dito de quien las dicta
El fuerte repunte del virus en Catalu?a, en paralelo al de Madrid, ha aconsejado a la Generalitat endurecer una medida de prevenci¨®n, la prohibici¨®n de reuniones familiares y de amigos de m¨¢s de diez personas, adem¨¢s de mantener las vigentes desde hace semanas, y anunciar otras m¨¢s localizadas (menor aforo en restaurantes e iglesias) en poblaciones m¨¢s afectadas. Aunque quiz¨¢ no basten, son correctas, y lo son porque el riesgo de rebrote generalizado casi duplica el baremo en que este se suele producir, el 70% de los contagios ocurre habitualmente en esas reuniones y porque se ha producido ¡°un...
El fuerte repunte del virus en Catalu?a, en paralelo al de Madrid, ha aconsejado a la Generalitat endurecer una medida de prevenci¨®n, la prohibici¨®n de reuniones familiares y de amigos de m¨¢s de diez personas, adem¨¢s de mantener las vigentes desde hace semanas, y anunciar otras m¨¢s localizadas (menor aforo en restaurantes e iglesias) en poblaciones m¨¢s afectadas. Aunque quiz¨¢ no basten, son correctas, y lo son porque el riesgo de rebrote generalizado casi duplica el baremo en que este se suele producir, el 70% de los contagios ocurre habitualmente en esas reuniones y porque se ha producido ¡°un retroceso de tres semanas¡±.
As¨ª que la ciudadan¨ªa debe apoyar en esto, sin vacilaci¨®n, al Govern encabezado por Quim Torra. Est¨¢n en juego intereses superiores, como la salud, y por eso es conveniente hacer abstracci¨®n de la excesiva ret¨®rica del president, de su falta de credibilidad y de sus enormes desaciertos en la gesti¨®n de la pandemia. Esa ret¨®rica oscila entre la vacua grandilocuencia de ayer (¡°nos jugamos todo lo que puede pasar en oto?o¡±), similar a la de hace un mes (¡°estamos ante los diez d¨ªas m¨¢s importantes del verano¡±), y la aberrante apelaci¨®n a que la secesi¨®n ahorrar¨ªa muertos. La exageraci¨®n, sobre todo si no va acompa?ada de esfuerzos propios notorios, no suele recibirse como una propuesta seria.
La credibilidad de Torra en sus arengas sociales contra los botellones como actos ¡°de insolidaridad¡± en estas circunstancias ¡ªlo que por otra parte es exacto¡ª resulta igualmente residual en una persona que no solo desobedece a los tribunales, sino que exige al Parlament que tambi¨¦n lo haga. Quien siembra vientos de ilegalidad se arriesga a recoger tempestades de insubordinaci¨®n. Hay que evitarlo. Y para ello es preciso distinguir cu¨¢ndo una autoridad (el president) ejerce correctamente su competencia, de la persona que la encarna (Torra) cuando embiste contra la ley, el Estatut y la convivencia.
Todo eso se ve agravado por la incompetencia con la que su Ejecutivo ejerce sus competencias sanitarias plenas desde el fin del estado de alarma. Tuvo que reconocer que su reacci¨®n ante los rebrotes de Lleida y L¡¯Hospitalet fue tard¨ªa. Tuvo que rectificar su pasividad a la hora de organizar equipos de rastreo bien dotados. Tuvo, en fin, que nombrar a un nuevo secretario de Salud P¨²blica tras casi dos meses de estar vacante el puesto. No hay muchos casos en el mundo de Gobiernos que hayan transitado por la fase m¨¢s aguda de la pandemia sin contar con su segunda autoridad sanitaria.
Ya desde el confinamiento, el equipo de Torra jug¨® una partida distinta ¡ªpara peor¡ª a la pauta m¨¢s general. Desatendi¨® la crisis de Igualada, sin enviar equipos de refuerzo, cuando el Gobierno hab¨ªa ampliado las competencias de las autonom¨ªas dot¨¢ndolas de poder sobre la parte privada del sistema: exhibi¨®, junto con Madrid, el peor r¨¦cord en el control de horrores en las residencias; obstaculiz¨® la ayuda externa (del Ej¨¦rcito) y se afan¨® casi ¨²nicamente en adelantarse un d¨ªa a las medidas que iba anunciando con antelaci¨®n el Gobierno.
El respeto a las instrucciones sanitarias de la Generalitat no debe obviar esa conducta. Pero requiere de la sociedad un esfuerzo adicional: poner a la instituci¨®n por encima de su inquilino. Lo contrario de lo que este practica.