Tatuado hasta el rostro
El partido republicano ya no existe, devorado por el trumpismo y transmutado en una especie de nacionalismo populista, racista y tribal
Las ideas, los argumentos y los programas no cuentan. La verdad, los hechos, la realidad, son palabras vac¨ªas en mitad de las guerras tribales. Solo las banderas valen, los tambores, c¨¢nticos y tatuajes. En las indelebles marcas comprometedoras sobre el cuerpo del guerrero, especialmente del jefe, se suscribe la lealtad a la tribu. Las leen los iniciados y para ellos han sido dibujadas. En prenda de reconocimiento a su identidad y de la obediencia tribal.
Nadie ha conseguido tal grado de perfecci¨®n en el lenguaje tribal como la convenci¨®n republicana que ha nominado a Donald Trump como ...
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Las ideas, los argumentos y los programas no cuentan. La verdad, los hechos, la realidad, son palabras vac¨ªas en mitad de las guerras tribales. Solo las banderas valen, los tambores, c¨¢nticos y tatuajes. En las indelebles marcas comprometedoras sobre el cuerpo del guerrero, especialmente del jefe, se suscribe la lealtad a la tribu. Las leen los iniciados y para ellos han sido dibujadas. En prenda de reconocimiento a su identidad y de la obediencia tribal.
Nadie ha conseguido tal grado de perfecci¨®n en el lenguaje tribal como la convenci¨®n republicana que ha nominado a Donald Trump como candidato a sucederse a s¨ª mismo el 3 de noviembre. No importan su personalidad ni su comportamiento de presidente holgaz¨¢n e ignorante, err¨¢tico y mentiroso. Tampoco su balance presidencial, perfectamente reversible para los republicanos, que sostienen sin rebozo su victoria sobre la covid-19, la superaci¨®n de la recesi¨®n econ¨®mica, la paz racial y la nula relaci¨®n entre un cambio clim¨¢tico denegado y unos desastres naturales inocultables.
El partido republicano ya no existe, devorado por el trumpismo. Su a?ejo conservadurismo pluralista, moderado y librecambista, emblema de los valores y las ideas republicanas, ha quedado transmutado en otra cosa de dif¨ªcil identificaci¨®n, nacionalista, populista y, lo que es m¨¢s inquietante, tribal y racista. El veterano periodista Thomas Edsall lo cuenta este pasado jueves en un ensayo period¨ªstico apoyado en autorizadas opiniones acad¨¦micas en The New York Times, bajo el t¨ªtulo ¡®Me temo que somos testigos del final de la democracia americana¡¯.
El republicanismo trumpista se sostiene sobre ¡°una coalici¨®n blanca que se siente asediada y bajo la amenaza de perder el poder¡±. Al partido en su conjunto no le conviene pregonar un programa descaradamente racista, pero lo hacen los peque?os caudillos de la tribu, y especialmente, el gran jefe. ¡°Haci¨¦ndose a s¨ª mismo irremediablemente inaceptable para las otras tribus ¡ªasegura uno de los expertos consultados¡ª equivale a vincularse de forma permanente a la propia. Estos comentarios (racistas de Trump) son como los tatuajes de la banda, y en el caso de Trump los lleva incluso en el cuello y en el rostro¡±.
La base republicana, blanca, anglosajona y evang¨¦lica en su mayor¨ªa, solo puede seguir a alguien dispuesto a sacrificar su respetabilidad para exhibir los tatuajes guerreros de la tribu asediada y temerosa en su ¨²ltimo combate por la supervivencia. Como todo en este mundo, este no es un fen¨®meno acotado a Estados Unidos.