Escisi¨®n
La lucha de Puigdemont contra el PDeCAT puede acarrear coste electoral
Desde hace ocho a?os, los partidos independentistas catalanes procuran, sin lograrlo, romper el Estado espa?ol. En cambio, cosechan un ¨¦xito continuado en la fragmentaci¨®n del propio movimiento. Sus dos principales componentes, el mundo posconvergente y Esquerra Republicana, profundizan cada d¨ªa en su pelea en el seno de la Generalitat. Y, sobre todo, el ¡ªpor el momento¡ª principal de ellos, que gestiona el legado de la moderada Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU), se subdivide entre s¨ª continuamente y de un modo tan estent¨®reo que puede generar fracturas sucesivas en los grupos parlamentarios (Congreso ...
Desde hace ocho a?os, los partidos independentistas catalanes procuran, sin lograrlo, romper el Estado espa?ol. En cambio, cosechan un ¨¦xito continuado en la fragmentaci¨®n del propio movimiento. Sus dos principales componentes, el mundo posconvergente y Esquerra Republicana, profundizan cada d¨ªa en su pelea en el seno de la Generalitat. Y, sobre todo, el ¡ªpor el momento¡ª principal de ellos, que gestiona el legado de la moderada Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU), se subdivide entre s¨ª continuamente y de un modo tan estent¨®reo que puede generar fracturas sucesivas en los grupos parlamentarios (Congreso y Parlament), el Govern y distintos Ejecutivos locales.
La continua tensi¨®n entre el sector mayoritario del PDeCAT en el interior de Espa?a y el expresident Carles Puigdemont, rodeado de sus fieles radicales junto a los dem¨¢s fugados a Waterloo y los presos, ha explotado. Y lo ha hecho hasta el punto de que sus cinco senadores, varios consejeros y otros altos cargos acaban de romper con su militancia en el PDeCAT, partido heredero de Converg¨¨ncia ¡ªy algo menos radical que los pr¨®ximos a Puigdemont¡ª, con la excusa del litigio que est¨¢ ahora en los tribunales por la posesi¨®n de la marca electoral Junts per Catalunya. Pero de hecho encabezan una escisi¨®n en toda regla. Esta ruptura no es otra m¨¢s tras la exclusi¨®n de Uni¨® de la antigua federaci¨®n de CiU, de la miniescisi¨®n del grupo democristiano Dem¨°crates, de la creaci¨®n del PDeCAT como suced¨¢neo de la Converg¨¨ncia atribulada por la corrupci¨®n, o del surgimiento de media docena de otras marcas, de las que las m¨¢s prometedoras parecen Units per Avan?ar o el Partit Nacionalista de Catalunya. Esta es la quiebra de mayor entidad entre interior y exterior. Es la dram¨¢tica lucha de altos cargos autoestimulados contra alcaldes y cuadros medios cercanos al territorio, entre la enso?aci¨®n populista partidaria del ¡°enfrentamiento¡± total, ¡°inteligente¡± (o menos) contra Espa?a, y un af¨¢n de hacer pol¨ªtica real desde la inspiraci¨®n soberanista. Entre un l¨ªder personalista y su partido al que, como no logra dome?ar, pretende convertir en chatarra. El signo de que se trata de un suceso de primera magnitud, que eventualmente podr¨ªa mellar la mayor¨ªa independentista en el Parlament, estriba en que el litigio por la marca Junts haya llegado a los tribunales. Que era propiedad del PDeCAT es indudable; que fue absorbida por el c¨ªrculo de Puigdemont mediante maniobras administrativas, tambi¨¦n; que eso sea declarado ilegal por el juzgado que examina la cuesti¨®n, se ver¨¢ hoy mismo. Depende de si las discutibles operaciones pol¨ªticas han respetado o no los m¨ªnimos requisitos formales.
Pero antes del veredicto judicial, ya es sintom¨¢tico que la explosi¨®n final del conflicto se sustancie en torno a su ¡°judicializaci¨®n¡±, esa expresi¨®n que suele usarse como sin¨®nimo de remitir todas las cuestiones pol¨ªticas al poder judicial, obviando el imprescindible di¨¢logo. Y que el secesionismo demoniza porque reniega precisamente de la legalidad constitucional y estatutaria.
Quienes apoyados en la potencia electoral ¡ªdemostrada por Puigdemont en otras ocasiones¡ª y en los medios de comunicaci¨®n oficiales de la Generalitat auguran un ¨¦xito arrollador de su maniobra de escisi¨®n no siempre tienen en cuenta que las rupturas internas suelen acarrear graves costes en las urnas. Pronto se ver¨¢ si esta ley se cumple tambi¨¦n en el atribulado espacio secesionista.