La luz de septiembre
Este a?o esa luminosidad no alcanza a embellecer la tierra, ensombrecida por una peste que nos amenaza a todos y por la estupidez humana, que ni siquiera en circunstancias as¨ª se corrige
Septiembre es verano a¨²n, pero su luz amarilla anticipa el oto?o, lo que nos sume en una contradicci¨®n. La luz de septiembre es luz oto?al y no del verano al que pertenece, lo cual nos hace sentirnos entre dos estaciones, la luminosa y festiva de las vacaciones y la melanc¨®lica de la vuelta al colegio o al trabajo, seg¨²n cada uno. Septiembre, en todo caso, es mes de reiniciaci¨®n, que es lo mismo que decir de vuelta, pero tambi¨¦n de abandono y de p¨¦rdida. Por eso nos entristece y nos remueve a la vez.
La luz de septiembre lo cubre todo de un color dorado que hace que los objetos y las pe...
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Septiembre es verano a¨²n, pero su luz amarilla anticipa el oto?o, lo que nos sume en una contradicci¨®n. La luz de septiembre es luz oto?al y no del verano al que pertenece, lo cual nos hace sentirnos entre dos estaciones, la luminosa y festiva de las vacaciones y la melanc¨®lica de la vuelta al colegio o al trabajo, seg¨²n cada uno. Septiembre, en todo caso, es mes de reiniciaci¨®n, que es lo mismo que decir de vuelta, pero tambi¨¦n de abandono y de p¨¦rdida. Por eso nos entristece y nos remueve a la vez.
La luz de septiembre lo cubre todo de un color dorado que hace que los objetos y las personas parezcan otros, o por lo menos no los de siempre. Despu¨¦s de un tiempo de pausa y con la luz madurando como los frutos, el mundo parece m¨¢s reposado, menos hiriente, m¨¢s tranquilo y habitable, si bien un poco nost¨¢lgico por lo que qued¨® detr¨¢s, en las largas noches de junio y julio o en las soleadas jornadas de agosto frente a las playas o frente a las monta?as azuladas por las que las nubes pasan como en el poema de Jes¨²s Mun¨¢rriz (Y como nubes pasar¨¢n los d¨ªas), o se amontonan formando tormentas como en la pel¨ªcula de Felipe Vega. Este verano, no obstante, ni unas ni otras han sido como fueron siempre. La amenaza del virus que sigue con nosotros ha hecho que las noches de verano y las tardes de playa o en la ciudad hayan tenido un p¨¢lpito de inquietud, ese p¨¢lpito que les da a nuestra existencia la incertidumbre, que es lo contrario a la seguridad deseada y buscada por casi todos. Por vez primera muchas personas hemos vivido el verano sin saber si tendr¨ªa un final y, sobre todo, sin la seguridad de que tras ¨¦l llegar¨ªa el oto?o como ha sucedido siempre, sin sobresaltos ni variaciones dignos de tener en cuenta. Por eso, sorprende que nuestros pol¨ªticos hayan vuelto a su actividad pr¨¢cticamente igual que se fueron, sin percibir que el verano no ha sido normal y que la luz de septiembre lo muestra con m¨¢s crudeza anticipando un oto?o lleno de incertidumbre. Ni la nueva oleada del coronavirus, que va in crescendo de nuevo, ni el cambio en la responsabilidad de combatirlo, que antes lo era del Gobierno solo y ahora lo es tambi¨¦n de los auton¨®micos, parece haber cambiado las posturas enfrentadas, como demuestran algunas declaraciones. M¨¢s bronceados por el sol, pero sin cambiar de ideas, siguen diciendo las mismas cosas que antes de las vacaciones, como si a ellos lo sucedido en todo este tiempo no les importara mucho y, sobre todo, como si de lo sucedido antes, entre los meses de marzo y junio, no hubiesen aprendido nada. La luz de septiembre, tan bella y melanc¨®lica siempre, se vuelve as¨ª un tanto siniestra, no en el sentido en el que se entiende com¨²nmente el t¨¦rmino, sino en el que le daba el fil¨®sofo alem¨¢n Schelling: ¡°Lo siniestro es aquello que, teniendo que permanecer oculto, se nos ha mostrado¡±. Una definici¨®n rom¨¢ntica que completa a otra de Rilke: ¡°Lo bello es el comienzo de lo siniestro que a¨²n podemos soportar¡±, y que define como pocas estos d¨ªas cuya luz amarilla es la misma de todos los septiembres, pero no alcanza a embellecer la tierra, ensombrecida por una peste que nos amenaza a todos y por la estupidez humana, que ni siquiera en circunstancias as¨ª se corrige.